Pelicula:

Esta película se ha podido ver en la Sección Oficial del 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2019).

Jessica Hausner (Viena, 1972) es, con toda seguridad, la más interesante de las directoras austríacas, y una de las más interesantes de aquel país sin hacer distinción de sexo. Está dirigiendo largometrajes de ficción desde principios de siglo; no tiene todavía una carrera demasiado larga (6 películas, incluida esta, en 18 años), pero lo cierto es que se le ha visto una progresión más que estimable. La primera cinta que nos llegó fue Hotel (2004), film de terror con un comienzo prometedor y un desenlace tirando a infecto; la segunda película que llegó a España sería Lourdes (2009), que impactó en el festival de Venecia, donde consiguió varios premios, un drama de gran sutileza que se desarrolla en una viaje al monasterio de Lourdes de un grupo de discapacitados. Con su siguiente film, Amor fou (2014), Hausner dio un paso de gigante, una película de época que buceaba en temas tales como el amor y la muerte, en un ambiente de corte romántico que exploraba los recovecos del alma masculina y femenina, además de largar un zurriagazo en toda regla a la aristocracia.

Esta Little Joe nos parece que, aunque en términos de presupuesto evidencia un importante salto adelante (los dineros se ven en el costoso “look”, en la exquisita fotografía, en la utilización de actores conocidos y cotizados), artísticamente da un paso atrás con respecto a su anterior empeño. Y no es que, de entrada, el film carezca de interés. Se ambienta en el seno de una empresa privada que se dedica a criar plantas que, diseñadas genéticamente, supongan una fuente de felicidad para las personas. El proyecto principal es una especie de tulipán con gran número de estambres, de color rojizo, al que denominan Pequeño Joe, en homenaje a Joe, el hijo impúber de Alice, la creadora y alma mater de la planta. Pero pronto las personas que inhalan su polen comienzan a cambiar sutilmente, a manifestar extraños comportamientos...

Tiene Little Joe un moderado aspecto de distopía en el presente, una sociedad que es la nuestra pero en la que se pueden observar acciones que pudieran inscribirse en una críptica civilización antiutópica. Recuerda poderosamente las diversas versiones que se han hecho en cine de La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), una de las obras maestras de Don Siegel, aunque aquí no sean marcianos los que propician la captación cual secta de los ingenuos que aspiran el polen de las plantas; también, por qué no decirlo, hay algo de La pequeña tienda de los horrores (1960), el clásico de Roger Corman sobre una peculiar planta carnívora. Pero el conjunto no acaba de convencer: Hausner se muestra extrañamente hierática como realizadora, con una acartonada puesta en escena que, si en Amor fou estaba plenamente justificada por la temática y la estética, aquí rechina; tampoco gusta que las (pocas) escenas de violencia existentes estén rodadas pésimamente, con una planificación y una resolución que no son de recibo en un film de alto nivel profesional como este, lo que contrasta, como queda dicho, con el excelente “look”, con la estupenda dirección artística, con la brillante fotografía, que juega atinadamente con los blancos puros del laboratorio y las batas de los científicos y el rojo pasión de la planta Pequeño Joe.

Queda una historia curiosa que nos pone en primer plano la siempre inquietante tentación de renunciar a lo que nos hace humanos, a nuestros sentimientos, emociones y contradicciones, en favor de un supuesto mundo feliz, de una felicidad impostada, falsa, aquí facilitada por los efluvios polínicos de una flor que proveería de una alegría deshumanizada, nos asemejaría a robots antes que a seres de carne y hueso. Pero el conjunto no termina de cuajar, a pesar del evidente esfuerzo económico y el estiloso (está de por medio la BBC...) diseño de producción.

Paso atrás, entonces, en Jessica Hausner, a la que de todas formas habrá que seguir de cerca. Emily Beecham compone bastante atinadamente (y así se le reconoció en Cannes con el Premio a la Mejor Actriz) a la atribulada madre y diseñadora de la planta de la (falaz) felicidad, mientras que Ben Wishaw nos parece un tanto desubicado y sin tener demasiado claro cuál es su personaje. Una banda sonora en la que brilla por su ausencia la música, siendo sustituida por chirridos y ruidos de todo tipo, que se supone deben crear una atmósfera inquietante, es otra equivocación “artística” de una película con algunos aciertos parciales pero también varios errores, que producen una sensación general de cierta insatisfacción.

(12-11-2019)


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105'

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Little Joe - by , Nov 12, 2019
2 / 5 stars
Un mundo feliz