Después de los buenos resultados económicos que han dado algunas series cinematográficas como El señor de los anillos, Harry Potter, etc., las productoras buscan nuevas franquicias con las que seguir haciendo negocio. Hay ocasiones en las que fallan, caso reciente de John Carter, pero en otras triunfan, como sucede en la que ahora comienza con Los juegos del hambre, que se coloca ya, al poco tiempo de su estreno mundial, como una de las películas más comerciales de la historia del cine.
Esta vez se trata de trasplantar a la pantalla la novela de la escritora Suzanne Collins, que publicó esta primera entrega en septiembre de 2008 como inicio de una trilogía que se completa con los títulos En llamas y Sinsajo, que aparecieron en los años siguientes, convirtiéndose en un auténtico best seller que hizo furor en la juventud, traducido a 26 idiomas y distribuido en 38 países. De estos tres títulos saldrán cuatro films, ya que el último se dividirá dos partes, por aquello de hacer más en taquilla.
Su argumento no tiene nada de original, inspirado en el mito de Teseo y con ilustres precedentes fílmicos en títulos como El malvado Zaroff, La fuga de Logan, 1984, Perseguido o Battle Royal. Tomando ideas de aquí y de allí se compone el mosaico de esta cinta en la que se combinan varios géneros, desde el peplum con los gladiadores combatiendo a muerte en la arena del circo a la de aventuras del tipo de Robin de los bosques, pasando por la ciencia ficción que recuerda a El show de Trumanen donde las cámaras de televisión lo transmiten todo como un ojo omnipresente que está en todas partes.
La acción se sitúa en una Norteamérica futurista, devastada, sometida por un gobierno totalitario que vive en el Capitolio de forma opulenta mientras los súbditos pasan hambre. Está dividida en doce distritos, poblados por ciudadanos pobres; cada año, en el Día de la Cosecha, cada distrito ha de aportar una pareja de chico y chica, que han llegado a la mayoría de edad, para competir en unos juegos en los que han de luchar a muerte y donde únicamente puede quedar uno. Esto es transmitido en un grandioso programa televisivo en el que se disimula la tremenda carnicería humana a base de estilismo.
Previamente a esa actuación son entrenados y después soltados en un bosque donde han de buscarse los alimentos para sobrevivir y sobre todo los medios para no dejarse matar. Entre esos jóvenes está Katniss Everde, de 16 años, que se ha ofrecido como voluntaria en lugar de su hermana Primrose, más pequeña e inexperta, ya que ella habitualmente caza animales en el bosque para alimentar a la familia. Katniss se esforzará por ser dueña de su destino, usando sus propias reglas y no las que les imponen, que violan su dignidad, mientras defiende su vida y sus creencias.
La novela levantó polémica al ser tachada de demasiado violenta, al utilizar la sociedad esa violencia, que acaba inevitablemente en tragedia, como una diversión para el pueblo en un espectáculo propio de la telebasura. En la versión fílmica está evitada la violencia en lo posible, no siendo tan evidente, para que pueda ser contemplada por un público mayoritario.
Personalmente creemos que no termina de funcionar ni como sátira de la civilización, ni como crítica a la sociedad y al poder, ni como historia romántica en ese amor que se insinúa por momentos entre Katniss y Peeta Mellark, el hijo del panadero. Por otro lado los personajes no tienen consistencia, ni problemas de conciencia, ni de moral al matarse unos a otros, como las fieras en la jungla, regidas por la ley del más fuerte.
De cara al espectador parecen los personajes sin alma de un videojuego que se eliminan electrónicamente de manera mecánica, salvo algún atisbo de humanidad que tiene Katniss con una de las concursantes o cuando ve un rayo de esperanza de que su vida y la de su familia pueda cambiar si gana.
La cinta va evidentemente dirigida a los lectores de la novela y a los jóvenes de la misma edad de los protagonistas, pero los mayores no terminan de tomarla en serio, ni de aceptar los convencionalismos de esta historia estirada e irregular que es esa cacería humana que supone una ambigua metáfora del totalitarismo del poder impuesto por el miedo.
La dirección de Gary Ross está escasa de fuerza, de emoción en los momentos más interesantes de esa lucha a muerte, truculenta, tramposa, en la que se rompen las reglas o se acosa a los concursantes según les convenga para la audiencia televisiva.
Una vez más protestamos por la mareante cámara a mano, usada sin justificación desde el inicio, que produce fatiga al espectador predisponiéndole en contra, y no deja ver nada en las escenas de lucha. ¡Qué mal ha hecho al cine el maldito Dogma!
Ni ética, ni técnicamente es aceptable una película que no cumple las reglas del lenguaje cinematográfico, tan mal filmada. No es extraño que, según parece, Gary Ross no la terminara y no será quien haga la segunda parte, para la que ya se busca director, que esperemos supere su labor.
La joven actriz Jennifer Lawrence, que fue nominada al Oscar por su actuación en Winter's bone, carga con el mayor trabajo, imprimiendo vitalidad y buenas maneras a su personaje, una chica que no necesita protección, que sabe tomar sus propias decisiones ya que en ello le va la vida.
Un guion esquemático, con personajes poco perfilados, en el que da la sensación de que nada es original. Lo mejor la fotografía.
Los Juegos del Hambre -
by Francisco Casado López,
May 02, 2012
0 /
5 stars
Una juvenil lucha a muerte
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