Esta película fue el quinto largometraje que dirigió Luis García Berlanga, y lo cierto es que en ella se iban configurando ya algunas de las características de su mejor etapa, la de los años sesenta, donde conseguiría obras maestras del calibre de Plácido y El verdugo. En Los jueves, milagro asoma la oreja el Berlanga que se mofa del papanatismo religioso de las gentes simples.
En un pueblo español con balneario que conoció mejores tiempos, las fuerzas vivas deciden hacer algo, y pronto, para recuperar el turismo perdido. Se les ocurre inventar un milagro que haga volver sobre la localidad la atención del mundo, y así poder restaurar y recuperar el tren del desarrollismo que comenzaba a perfilarse en las tierras españolas de la época. Pero, por supuesto, nada saldrá como estaba previsto…
Los jueves, milagro, a pesar de la durísima censura de la época, que obligó a Berlanga a cambios que casi desvirtúan el sentido original, fue un mordaz alegato del cineasta valenciano sobre la religión y su utilización como instrumento de poder, bien que en clave sumamente cáustica, humorística y muy divertida, encontrando ya el punto a la comedia esperpéntica que sería su mejor marca de fábrica.
En esta coproducción italo-española intervino, a la cabeza del reparto, un actor norteamericano que en aquellos años estaba de moda en Europa, Richard Basehart, protagonista de La strada y Almas sin conciencia, ambas de Fellini, y que años más tarde protagonizaría la espléndida serie televisiva Viaje al fondo del mar, de grato recuerdo para los que éramos niños en los años sesenta; además, fue el inolvidable Ismael de Moby Dick, de John Huston. También aparece el gran Pepe Isbert, que colaboró en varias películas de Berlanga, y José Luis López Vázquez, un actor de comedia al que el cineasta valenciano utilizó como pocos, hasta que por fin pudo salir del gueto de la “españolada” que lo aherrojó durante años.
(01-12-2007)
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