Pelicula:

Esta película forma parte de la Sección Oficial del 46 Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

El cine chileno conoce un apreciable reverdecimiento en este siglo XXI, tras haber dejado atrás la rémora de la censura pinochetista. Es cierto que se debe en buena medida a las películas que está haciendo uno de los más talentosos de sus cineastas, Pablo Larráin, con films como No (2012), El club (2015) o Ema (2019), pero también otros directores han impulsado un cine fresco y con ideas renovadas, como Sebastián Lelio con Gloria (2012) y Una mujer fantástica (2017), o Pepa San Martín, con Rara (2016).

Matar a Pinochet pone en escena, creemos que por primera vez, el atentado sufrido por el entonces presidente de la República Chilena, ocurrido el 7 de Septiembre de 1986, llevado a cabo por el denominado Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), grupo marxista de organización militar que desde hacía tres años realizaba actos de propaganda antipinochetista, como la escena que abre el film, el asalto a una emisora de radio para difundir un comunicado del Frente sobre la lucha contra la dictadura. Conocemos en el film entonces, con la narración de la Comandante Tamara (realmente llamada Cecilia), cómo se fraguó aquel intento de magnicidio en el que sin embargo Pinochet salió solo ligeramente herido en una mano, aunque murieron cinco escoltas y otros once resultaron heridos. Se nos cuenta entonces, por boca de Tamara, pero también a través de una conversación que esta mantiene en un coche con el llamado Comandante Ramiro, que intervino en la operación, cómo fueron los preparativos, qué llevó al grupo a intentar tan osado golpe de mano, cuáles fueron las circunstancias, pero también los miedos de los participantes en el acto, etcétera.

Juan Ignacio Sabatini (Santiago de Chile, 1978), el director, se graduó en la Universidad Católica de su ciudad natal, y posteriormente estudió también en la ESCAC, la prestigiosa escuela de cine catalana. Hasta ahora había rodado fundamentalmente documentales y series de televisión, siendo este Matar a Pinochet su debut en la realización de un largometraje de ficción. Lo cierto es que da la impresión de que Sabatini, con la excusa de poner en pantalla el atentado contra el dictador chileno, en realidad quería hacer otra cosa. Decimos esto porque hasta el minuto 30 (de los escasos 80 del film) no se menciona siquiera el tema del posible magnicidio, y que después este está despachado en una escena de poco más de un minuto, aparte de estar rodado como por aficionados, con una pésima planificación y una puesta en escena tirando a horrible.

Porque quizá lo que ha importado a Sabatini era más bien la cuestión moral que plantea la protagonista, esa Comandante Tamara cuya vida antes de ser revolucionaria era de la una chica bien de una familia de clase media-alta de Santiago. Tamara, o Cecilia, como realmente se llamaba, en un encuentro esporádico que tiene con su padre, le confiesa que para ella lo importante era saber si era capaz de renunciar a todo (incluida su hija de 3 años, confiada a su familia) por su ideal político. Film entonces sobre las renuncias (amorosas, familiares, relacionales, sociales...) a las que se ven abocados los que, imbuidos de un pensamiento revolucionario, abrazan su fe con la pasión del misionero, Matar a Pinochet se desvía de esa forma de lo que parecía, un thriller político inspirado en hechos reales, para convertirse con demasiada frecuencia en una constante digresión de la protagonista, bien cuando actúa como narradora (aunque finalmente nos enteramos de que se marca un “William Holden en Sunset Boulevard”, con lo que el buen cinéfilo ya sabe de qué estamos hablando...), bien cuando es un personaje más de la trama. Esa continua digresión entre lo político y lo personal lastra inevitablemente la historia, que no termina nunca de encontrar su tono, algo que pudiera achacarse a la escasa experiencia de su director en el terreno de la ficción.

Así las cosas, la película no está carente de interés, sobre todo porque, al margen de los preparativos y realización del frustrado atentado (puesto que no mataron a Pinochet, que era de lo que se trataba), hace una interesante pintura del ambiente de la clandestinidad política en el mandato del general, y presenta en pantalla también un fenómeno que se dio en Chile pero también en otros países asolados por regímenes totalitarios, incluida España, el hecho de que hijos de gente rica y afín a los dirigentes de las dictaduras no solo no continuaron con la tradición familiar, sino que pasaron a la clandestinidad para combatir a los amigos de sus padres.

Narrada fundamentalmente sobre la larga conversación entre Tamara y Ramiro en coche, que terminará destapando una de las incógnitas de la trama, la película salta atrás en diversos flashbacks que nos van mostrando la vida oculta del grupo antes del atentado, los minuciosos preparativos, la postergación de Tamara por sus jefes varones, con grave rabia por su parte, y las torturas a las que fueron sometidos algunos de los participantes en la llamada Operación siglo XX, que así denominaron a lo que, ciertamente, podría haber cambiado el curso del siglo en su país. Inspirada en Los fusileros: crónica de una guerrilla en Chile, de Juan Cristóbal Peña, Matar a Pinochet es una muy voluntariosa y esforzada película, quizá insuficiente, cuyo tono disperso y divagatorio entendemos juega claramente en su contra. Incluyendo, como no podía ser menos dado el tema, el recurrente y tan lacerante tema de las torturas a los presos políticos, hace una denuncia, aunque quizá en do menor, de la dictadura, perdidos el director y sus guionistas en dilemas morales y casi existenciales, siendo así que el film vale fundamentalmente por poner en escena (aunque sea tan pedestremente) aquel intento de magnicidio al que el tiempo echó tierra encima hasta cubrirlo de olvido.

Con algunas escenas muy estimables, como el encuentro de Tamara con su padre, en la que el gran Luis Gnecco está espléndido como el progenitor de la comandante, a la vez reticente por el camino escogido por su hija pero también deseoso de reencontrarse plenamente con ella, o como el “speech” lanzado a los conjurados por el comandante inmediatamente antes del atentado, repetido, palabra por palabra y simultáneamente por la narradora en off, obteniendo un raro efecto como de eco muy curioso, la película de Sabatini es claramente irregular pero está claro que no exenta de interés.

Buen trabajo interpretativo del elenco, en especial de la protagonista, Daniela Ramírez, actriz de sólida formación teatral aunque ha logrado la fama mayormente por su asidua participación en telenovelas.

En un momento dado, los conspiradores para matar a Pinochet salmodian lo que podría ser una especie de eslogan poético, aunque ciertamente un tanto cursi, pero que ejemplifica muy bien, según entendemos, las intenciones de aquel grupo de revolucionarios que estuvo a punto de cambiar el curso de la historia: según ellos, el atentado pretendía ser “un acto de amor que se hace con lanzacohetes”. Ahí queda eso...

(17-11-2020)


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81'

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Matar a Pinochet - by , Nov 17, 2020
2 / 5 stars
“Un acto de amor que se hace con lanzacohetes”