Mommy

Xavier Dolan es, sin duda, el enfant terrible del cine canadiense. Nacido en 1989 en Quebec, en el Canadá francófono, dirigió su primera película con solo 20 años; fue Yo maté a mi madre (2009), título que ya indicaba que su cine iba a ser cualquier cosa menos políticamente correcto. También actor, guionista, productor e incluso montador, su talento es innegable, un talento que recuerda en cierto sentido al del también prolífico y versátil Rainer Werner Fassbinder.

Como director, Dolan está especialmente interesado en las relaciones familiares. De hecho, prácticamente toda su filmografía hasta la fecha gira en torno a ese tema, aunque en situaciones muy diversas y, desde luego, poco convencionales. Véase, por ejemplo, títulos como Laurence anyways (2012), donde un profesor con novia decide cambiar de sexo, o Solo el fin del mundo (2016), en la que un escritor gay vuelve al hogar familiar, enfermo terminal, para ajustar cuentas con su infancia y adolescencia.

En Mommy el tema también es familiar, y también escasamente convencional. Diane es una mujer con problemas económicos; su marido murió unos años atrás, tiene un trabajo precario del que es despedida por sus constantes irregularidades e incumplimientos (aparte de flirtear con el jefe para que le perdone sus fallos...), y, sobre todo, tiene un hijo quinceañero, Steve, afectado por el llamado TDAH, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, al que tiene internado en un centro especial para este tipo de chicos, de donde este es expulsado por mal comportamiento. Diane tiene que hacerse cargo del problemático muchacho, pero a la vez comienza una relación de amistad con Kyla, una mujer del vecindario que se siente abandonada por su marido...

Tiene Mommy ese toque un punto genial de Dolan para mostrar una situación extrema: la madre tendrá que lidiar con ese problema con piernas que es su hijo, que se mete en todos los charcos habidos y por haber, una fuente de conflictos de todo tipo. Dolan, sin embargo, nos presenta a madre e hijo como dos seres que, aun con sus dificultades de relación, solo se tienen a sí mismos, solo se importan mutuamente, con la colaboración exterior de la vecina, una mujer también desarbolada que encontrará en estos dos náufragos algo así como unos compañeros de vida.

Rodada con brillantez, con gran estilo, este film distinto pone el acento en cuestiones tales como la intromisión del estado en las relaciones familiares, presentando una imaginaria ley canadiense que permitiría que los padres de hijos disfuncionales internaran a sus vástagos en instituciones “ad hoc”, renunciando con ello a toda posibilidad de reeducación o reinserción; pero también habla del hartazgo vital que supone vivir permanentemente en tensión por mor de un individuo que amarga permanentemente la existencia de la familia.

Película desnuda y estilísticamente osada, con ese “aspect ratio” 1:1 (para entendernos, pantalla cuadrada, no rectangular), que solo esporádicamente se abre al formato habitual en las escenas (que las hay) en las que los tres miembros de esta familia de sangre y afectos que componen madre, hijo y amiga consiguen algo parecido a la felicidad, Mommy resulta ser una interesante aproximación al universo de las familias desestructuradas, no tanto en su aspecto económico (como ocurría, por ejemplo, en The Florida Project), sino en lo que supone un miembro afectado por un trastorno que trastoca absolutamente la vida cotidiana, y cómo lidiar con ello.

Dolan se confirma como un valor a seguir, como un hombre-orquesta con cosas que decir y con capacidad para contarlas de una forma vistosa, atractiva, a ratos también desasosegante. El trío protagonista, con las maduras Anne Dorval y Suzanne Clément y el jovencísimo Antoine Olivier Pilon, se comporta excelentemente en este drama familiar de final abierto, que confirma que, efectivamente, no se le pueden poner puertas al campo.

La película ganó, entre otros muchos galardones, el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, ex aequo con Adiós al lenguaje, de Jean-Luc Godard, lo que son palabras mayores...