Siempre se ha dicho que en los momentos de crisis el cine crece, tal vez porque de esa manera el espectador se olvida de sus problemas y para ello qué mejor que una buena comedia. Así tuvo su éxito el cine americano con los grandes maestros del género en la etapa clásica y ahora lo vuelven a tener los directores que se ocupan de esta clase de cine, pero desgraciadamente no tienen la altura de entonces, ni la chispa, ni el ingenio, ni los acertados argumentos, sino que más bien son superficiales y a veces casi ni siquiera tienen gracia.
Shawn Levy es uno de esos realizadores modernos que se ha dedicado hasta ahora a la comedia con títulos como Recién casados (2003), Noche en el museo (2006), Noche en el museo 2 (2009) y los remakes de Doce en casa (2003) y La pantera rosa (2006), no siempre con acierto, pero logrando a veces un producto aceptable. Noche loca, último de los títulos suyos que nos ha llegado, se asemeja a Jo, qué noche (1985), la alocada comedia de Martin Scorsese, aunque muy lejos de su calidad, lo que no sabemos si le habrá servido al guionista Josh Klausner de inspiración.
El matrimonio compuesto por Phill y Claire Fosters, sumido en la rutina diaria, rompe la monotonía saliendo a cenar la noche de los viernes, lo que no deja de ser otra rutina más. Una de esas noches deciden ir a un restaurante de lujo para el que no tienen reserva y se hacen pasar por una pareja que no acudió, siendo confundidos por unos polis corruptos al servicio de un gángster, que les perseguirán durante toda la noche, tras lo cual terminarán renovando su amor, la ilusión y el deseo de volver a su rutina diaria tras el mal trance vivido.
Las peripecias, los líos, las situaciones rocambolescas, los enredos complicados o peligrosos en que se ven envueltos constituyen toda la gracia de un guión no demasiado inspirado, que confía casi toda la comicidad a la pareja de actores protagonistas, ambos procedentes de la televisión, donde tienen un gran éxito, aunque a Steve Carell ya le conocemos por algunas películas anteriores, no así a la simpática Tina Fey, que da buen juego a su personaje.
El relato está salpicado con breves intervenciones de actores conocidos como Ray Liotta, Mark Ruffalo, James Franco o Mark Wahlberg, que tiene más papel. La dirección desaprovecha situaciones a las que se les podía sacar más partido y sin embargo resultan algo sosas; no obstante tiene gags aprovechables que hacen que se deje ver.
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