Pelicula:

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El audiovisual islandés no se puede decir que sea potente. La IMDb censa poco menos de 1400 productos audiovisuales a lo largo de toda su historia, entre cine y televisión: largos, cortos, documentales, series, miniseries y TV-movies; aunque es un país con altísimos estándares de bienestar, desarrollo humano, PIB per cápita, etcétera, lo cierto es que su escasa población (alrededor de 350.000 habitantes en un territorio tan extenso como el de Corea del Sur, que tiene más de 51 millones de habitantes) debe influir poderosamente en la menguada, en términos numéricos, producción.

No obstante lo cual, lo cierto es que, en especial en los últimos años, nos están llegando algunos productos audiovisuales de origen islandés que hablan de una interesante producción, ya que no cuantitativa, sí cualitativa. En series, por ejemplo, se han podido ver, bien en televisiones o plataformas VoD, títulos como Atrapado y Los asesinatos del Valhalla, que inciden en ese ya cuasi género al que se denomina “nordik noir”, cine negro a la nórdica; en cine nos han llegado algunos títulos interesantes, como Las marismas (2006), Sparrows (Gorriones) (2015) y, sobre todo, la estupenda Corazón gigante (2015). En cuestión de directores su figura principal, o al menos la más conocida internacionalmente, es Baltasar Kormákur, que incluso ha hecho cine en Estados Unidos, aunque últimamente también está descollando, o al menos nos está llegando también parte de su obra, Grímur Hákonarson, del que se vio hace unos años Rams (El valle de los carneros) (2015).

Parece que a Hákonarson tiene especial interés por los temas rurales; aunque su primer largo, Summerland (2010), tenía ambiente urbano y esotérico, sus dos siguientes propuestas suceden en entornos claramente campestres y realistas: Rams (El valle de los carneros) (2015), que localiza su historia en un ambiente de ganadería ovina, y esta Oro blanco, que lo hace en un entorno de ganadería vacuna.

La historia se centra en Inga, que posee, junto a su marido, una pequeña explotación de vacas lecheras. Viven en un remoto pueblo de Islandia, lejos de la cosmopolita Reikiavik, en el que la cooperativa lo es todo, tiene un poder omnímodo, obligando a los cooperativistas a comprarles todo tipo de productos, tanto para sus negocios como para sus hogares, a precios por encima de mercado. Cuando alguien se rebela, la cooperativa lo castiga haciéndole la vida imposible. Cuando el marido de Inga muere en un accidente, la mujer se entera de que su esposo, presionado por las deudas, había estado pasando información sensible al presidente de la cooperativa para que la entidad pueda extorsionar a los miembros díscolos. Entonces Inga, de natural inconformista, emprenderá una batalla incruenta pero de difícil victoria…

Tiene Oro blanco la ventaja de su tema: desde el principio de los tiempos, las historias en las que un débil se enfrenta a un poderoso tienen ya un buen recorrido ganado; desde la bíblica historia del enfrentamiento entre David y Goliat, ese tipo de batallas llega con facilidad al público, que las aprecia por tan desigual lucha. Otra cosa será, claro está, que la forma en que está plasmada la historia sea la adecuada y que se dé en la tecla con el tono. En el caso del film de Hákonarson, se puede decir, a nuestro juicio, que el resultado es irregular, con aciertos pero también con errores. Es interesante la denuncia de este tipo de organismos (en este caso, cooperativas, tan importantes en la economía social, pero también podrían ser corporaciones privadas), en los que el principio que debería regir sus actuaciones no podría ser nunca el de extorsionar, chantajear, abrumar al socio para que se pliegue a sus designios, actuando como un monopolio de hecho que abusa de un poder prácticamente absoluto, el que da el dinero generado precisamente por los propios cooperativistas. No estamos, por supuesto, ante una denuncia del sistema cooperativista, tan beneficioso para la economía social, sino de su eventual perversión, cuando sus dirigentes, supuestamente en pro del bien de la cooperativa (en realidad para sus propios intereses), actúan de forma inmoral aherrojando a los que deberían ser el objeto de sus servicios, no de sus prácticas mafiosas.

En ese sentido, es hermoso ver luchar a esta Inga-David, con tan pocos medios, y además sabiéndose pillada por el flanco económico por la cooperativa; gusta también que, con un baño de realismo, el director no apueste por la tesis del "Fuenteovejuna, todos a una", sino que, junto a casos de adhesión a su (más bien perdida…) causa, presente también otros de los que, por miedo, o por interés, o por todo a la vez, dan la espalda a quien está dando la cara por ellos.

Por el contrario, no gusta demasiado el tono un tanto endeble del relato; cabría llamarle gélido, si no fuera porque parece un chiste malo, dada la climatología del país... Podría ser una opción narrativa, por supuesto, pero nos tememos que no es lo que le conviene a la historia, que necesitaría un poco más de sangre en las venas. Un final ciertamente poco afortunado no termina de rematar una película con cosas estimables pero otras no tanto.

Hákonarson se nos muestra como un cineasta de estilo impersonal, lo que quizá se pueda considerar casi un elogio, teniendo en cuenta lo que gustan hoy día los directores de poner su sello y que se vea bien quién está detrás de la cámara. En cuanto a los intérpretes, todos ellos tienen ese tono un poco hierático que generalmente presentan los actores y actrices nórdicos, esa impavidez que quizá confiera su tierra; buen trabajo, en todo caso, de la protagonista, la veterana Arndís Hrönn Egilsdóttir (menos mal que no tenemos que pronunciar el nombre…), ya vista en otros audiovisuales islandeses que hemos citado, como Sparrows y Los asesinatos del Valhalla.

(05-07-2020)


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92'

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Oro blanco - by , Dec 18, 2020
2 / 5 stars
Inga David contra la cooperativa Goliat