Pelicula:

Tras agotarse el filón “torrentiano” después de cinco films progresivamente decrecientes en gracia (y, lo que es peor en términos comerciales, que son los que mayormente importaban en la saga) en recaudación, Santiago Segura, que de tonto no tiene un pelo (de los otros anda también regular...), vio llegado el momento de cambiar de registro. Probó entonces con una veta poco explorada por el cine español, la del “remake” de éxito ya comprobado en el extranjero, y rodó entonces Sin rodeos (2017), nueva versión de la comedia chilena Sin filtro (2016), dirigida por Nicolás López. El experimento se saldó con un moderado éxito, 4,6 millones de recaudación, claramente inferior a los anteriores Torrentes, pero que indicaba que ahí podía haber un camino. Como Segura no es de los que se arredran con facilidad, dos años más tarde volvió a probar suerte con la misma fórmula con esta Padre no hay más que uno (2019), nueva versión de Mamá se fue de viaje (2017), dirigida por Ariel Winograd, y esta vez sí que acertó de pleno, con una recaudación de casi 14 millones de euros y más de 2,4 millones de espectadores, convirtiéndose en la película más taquillera del cine español de ese año, lo que le llevó a perpetrar una secuela, Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra (2020), que, con más moral que el Alcoyano, estrenó en plena pandemia, con resultados ciertamente notables, dadas las circunstancias: más de 11 millones de euro de recaudación, con casi dos millones de espectadores, y de nuevo la peli española de mayor taquilla del año.

Padre no hay más que uno se plantea como una comedia cuya comicidad parte de un personaje concreto, en este caso el no precisamente probo padre, Javier, el típico hombre que cree hacerlo todo bien y que su mujer, Marisa, no se organiza con los cinco niños (no, no son del Opus...) que les han tocado en suerte. Él está permanentemente embebido en su trabajo y se escaquea cuanto puede (que es mucho) de la tarea de atender a los cinco vástagos: una adolescente, con todo el acarajotamiento propio de la edad; otra como de 11 años, quizá demasiado sensata; otra como de 8, que quiere triunfar en la copla (?); el único varón, de unos 7 años, obsesionado con los superhéroes, lo que le hace estar dándose unos tortazos importantes al querer volar como ellos; y la más pequeña, de lenguaje cuasi indescifrable, de tendencias más bien sádicas y con una capacidad pulmonar para gritar estridentemente que harían convertirse en infanticida al mismísimo Dalai Lama...

Esta patulea de niños tirando a insoportables son los que gestiona como puede la pobre Marisa, que reprocha a Javier que sea mitad marido, mitad “cuñao”, sabiendo siempre todo lo que hay que hacer, pero no haciéndolo nunca. Así que, mitad en broma, mitad de veras, amenaza con irse de viaje de aniversario sola (bueno, con su insoportable cuñada), y el marido, para darle una lección, recoge el guante, creyendo que aquello de lidiar con los niños es “peccata minuta”. Pero no será “peccata minuta”, como pronto se dará cuenta...

Estamos ante una película más de guion que de realización, que aquí es simplemente funcional, como por lo demás es habitual en Segura, que no es precisamente un estilista y va al grano, sin florituras. Es cierto que en este tipo de cine se agradece que el director no vaya de “autor”, porque es cine de consumo rápido, cine-clínex sin más interés que hacer pasar un rato agradable al espectador y poco más.

Aparte de ello, siempre hay detalles curiosos, como el personaje de la benjamina, una niña de 5 años y lengua ininteligible con una fascinación por todo lo terrorífico, que va a todas partes con su Chucky, el muñeco diabólico, como otras niñas de su edad van con una Barbie o una Nancy (o lo que quiera que lleven ahora, que uno se pierde en estas cosas...), y que será fuente de los momentos de mayor comicidad de este producto amable que, a pesar de lo insoportables que son mayormente los niños, se pone irremediablemente de parte de ellos, aunque sea acumulando tópicos sobre las relaciones familiares.

Hay también lugar para cierta crítica, sotto voce, a la vida tan ajetreada a la que someten los padres a sus hijos, con tropecientas mil actividades extraescolares, lo que, en un contexto de familia numerosa (esa rareza hoy día), hace que la agenda de los vástagos sea como un sudoku casi irresoluble. Por supuesto, sin incurrir en ningún “spoiler”, porque este tipo de productos no puede terminar de otra forma, el tormento que ese padre-“cuñao” pasa con esos niños durante el tiempo que la madre está fuera, actuará a forma de redención y le convertirá, ¡oh, milagro!, en lo más parecido a un padre responsable. Eso sí, los niños son tan insoportables que uno se pregunta si la intención oculta de Segura no será que los hipotéticos futuros padres se lo piensen dos veces antes de convertirse en progenitores... El hecho de que sus dos hijas en la vida real, Calma y Sirena Segura, interpreten a dos de los mocosos de los que es padre en la película es un dato más a tener en cuenta...

Interpretación funcional de todo el elenco artístico; en todo caso, destacaríamos a Toni Acosta en su personaje de madre y esposa que quiere dar una lección al marido-“cuñao”, pero que a la vez se muere, casi literalmente, teniendo que alejarse de su numerosa prole. Y, claro está, Silvia Abril, que compone un personaje descacharrante, una tipa de armas tomar que va arrollando a cuanto se le pone por delante, tenga o no razón, tenga o no a la ley de su parte.

(13-09-2021)


Padre no hay más que uno - by , Sep 13, 2021
2 / 5 stars
Mitad marido, mitad “cuñao”