Finiquitada la saga de Torrente, que tras cinco capítulos en progresiva caída libre era evidente no aguantaba más zafiedad, Santiago Segura como director y productor parece haber encontrado un filón en los “remakes” de películas exitosas en otros países. Así, hace unos años hizo Sin rodeos (2017), una de las varias versiones internacionales que se han hecho de la chilena Sin filtro (2016), consiguiendo llevar a las salas de cine a casi 800.000 espectadores, cifra que, sin ser la repanocha, parecía evidente indicar que había un camino para sus intereses como director evidentemente comercial; Segura, es obvio, no va de exquisito ni de “autor”, aunque su cine, como de pasada, tenga a veces cosas interesantes. Ese moderado éxito, y probablemente también el de un caso similar, el de la dramedia de Álex de la Iglesia Perfectos desconocidos (2017), que repitió esa misma jugada, en su caso sobre un film italiano, Perfetti sconosciuti (2016), mejorando incluso las estupendas cifras de la peli itálica, parece que convencieron a Santiago de perseverar en el filón de los “remakes”, escribiendo, produciendo y dirigiendo Padre no hay más que uno (2019), versión española de la exitosa comedia argentina Mamá se fue de viaje (2017), de Ariel Winograd, un gran éxito en su país. Segura dio plenamente en la diana con su “remake”, consiguiendo ser la película española más taquillera del año, con más de 14 millones de euros de recaudación y 2,4 millones de espectadores (todas las cifras de taquilla son de la web del Ministerio de Cultura).
Estaba servido, entonces, que habría secuela de tal éxito, y aquí está, además en un momento ciertamente difícil, con los aforos limitados en las salas de cine y el miedo por la pandemia que nos asuela. Y lo cierto es que, desde el punto de vista comercial, según los primeros datos, ha sido todo un acierto su estreno en estas fechas, consiguiendo una repercusión recaudatoria que parece indicar que estamos ante el film español de mejor taquilla del año.
La acción se desarrolla tras los acontecimientos de la primera película; en aquella, Javier y Marisa formaban un matrimonio con cinco hijos (cuatro chicas y un varón); él está absorbido por su trabajo y ella tiene que lidiar con las cinco “fieras”. Cuando la mujer no puede más, decide irse de vacaciones a Cuba durante 10 días: entonces Javier tendrá que encargarse de los 5 energúmenos, la casa, etcétera... En esta segunda peli, Javier ya tiene dominado el tema, entre otras cosas con la ayuda de Conchy, un asistente virtual personal que ha creado (vamos, como Siri o Aura...), que le lleva perfectamente la agenda de los niños; es además el líder y administrador del grupo de Whatsapp de los padres y madres. Todo parece perfecto, hasta que Marisa le dice que esperan otro bebé, otra niña concretamente, y todo se vuelve patas arriba; Javier teme sobre todo que su suegra se vaya a vivir con ellos para “ayudar”, pero cuando la mujer que tienen en el servicio doméstico se marcha a la competencia, la llegada del “enemigo” parece inevitable...
Parece evidente que Padre no hay más que uno 2 (por cierto, curioso oxímoron numérico el que permite el título de esta secuela) busca de forma obvia seguir el mismo camino de la primera parte, jugando con los problemas mayormente del padre con los hijos de muy diversas edades, desde los escarceos amorosos/sexuales de la mayor con sus colegas escolares hasta los deseos de tener un perrito de la más pequeña, pasando por la neura de otra de las niñas por ser andaluza para triunfar en la copla, o las ganas del niño de jugar al fútbol aunque, como se suele decir en el argot balompedístico, es un auténtico tuercebotas. Con esos mimbres, más los rifirrafes con la mujer embarazada y, sobre todo, la no precisamente sorda guerra con la suegra de marras, Segura y su coguionista Marta González de la Vega componen una apañada historia que, es cierto, no tiene mucha consistencia, avanzando más bien a golpe de secuencia/gag, con diálogos no precisamente brillantes, fiando mucho en la gracia natural de Segura. Donde mejor funciona el film es, curiosamente, cuando se separa del habitual edulcoramiento de las pelis familiares, sobre todo porque el personaje de Segura a ratos parece ser poseído por el espíritu de Torrente y resulta de lo más políticamente incorrecto, en especial en sus relaciones con los niños, a los que con frecuencia humilla o veja (eso sí, con mucha gracia) sin que se le descomponga un mechón del peluquín.
Ese toque de humor “destroyer”, que en televisión por ejemplo sería inviable, es quizá de lo mejor de esta comedia que, por lo demás, no oculta, sino más bien lo contrario, su deseo de reventar taquillas al precio que sea. Formalmente, Segura nunca ha sido, como queda dicho, un estilista, y aquí se limita a rodar impersonalmente, aunque es cierto que consigue un tono de continuidad razonable, teniendo en cuenta que, como se ha comentado también, los gags funcionan un poco como compartimentos estancos, sin mucha relación de unas secuencias con otras. Algunos guiños autorreferenciales, como llamar al perrito “José Luis”, como su antiguo personaje Torrente, nos recuerda que está a los mandos el mismo que hace dos décadas creó uno de los roles más peculiares (también de los más espesos y friquis...) del cine español del último cuarto de siglo.
La película tiene un buen “look”, apreciándose que el éxito de la primera parte ha servido, entre otras cosas, para disfrutar de un presupuesto holgado. Los intérpretes se ajustan razonablemente a sus papeles, con Segura ya muy en su rol de padre de clase media de humor a ratos irónico, a ratos satírico, y Toni Acosta adecuadamente estresada por los disparates que se le ocurren al marido con tal de que no venga la mamá política; Loles León, como la susodicha, juega bien sus cartas, en la mejor tradición de las suegras, aunque finalmente un giro de guion un tanto inesperado nos dé una sorpresita al respecto. Los niños bien, graciosos y salados, que es lo que se les pedía. Como casi siempre en las pelis de Segura, hay toda una panda de gente famosa (la soprano Ainhoa Arteta, la periodista Cristina Pardo, las cantantes Diana Navarro, Nuria Fergó y María del Monte, el cocinero Chicote, el diseñador Lorenzo Caprile, entre otros) que hace un papelito, prácticamente un cameo con frase, y permite al público el inofensivo divertimento de localizar rostros y nombres populares.
(01-08-2020)
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