Peti Roja

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix.

Aardman Animations, la popular productora británica de animación en “stop motion” con plastilina (técnica conocida como “claymation” o “plastimación” en español), fundada en los años setenta por Peter Lord y David Sproxton, y creadora de films tan célebres como Evasión en la granja (Chicken Run) (2000), y de personajes tan populares como Wallace y Gromit o la Oveja Shaun, es la empresa que está detrás, junto a Netflix en la distribución mundial, de este divertido y en buena medida adorable cortometraje, Peti Roja, peculiar traducción al español del inglés Robin Robin, que es como se denomina (“robin”) en la lengua de Shakespeare al pájaro conocido en España como petirrojo, aunque en nuestro país se ha preferido separar esa palabra en el título de forma un tanto extraña.

Este corto es el primer film en el que Aardman no utiliza la plastilina como elemento moldeable con el que realizar la animación, sino que utiliza otras texturas, fundamentalmente tejidos de gruesa fibra, como lana o similares, consiguiendo un efecto ciertamente notable.

La historia comienza cuando un huevo de petirrojo se extravía en un vertedero en una fría noche de lluvia; lo encuentra una humilde familia de ratones formada por el papá ratón y cuatro ratoncitos, que siempre están a la búsqueda de comida, formando un sólido y unido clan; cuando el polluelo nace, la familia de ratones lo adopta como uno de los suyos. La pequeña Peti Roja crece como un ratón más, aunque sabe que en realidad no lo es. Con tendencia a meterse en líos, un poco patosa, intentará demostrar a su familia adoptiva sus cualidades como auténtico ratón, pero entonces lo que conseguirá será enredarse aún más y tener que enfrentarse con enemigos como una gata resabiada de intenciones poco amables y, sobre todo, con los auténticos Malos de la peli: los humanos...

Con vocación musical, con frecuentes y hermosas canciones bien imbricadas en la trama, la película discurre con amabilidad por los territorios que se esperan de una fábula (nunca mejor dicho: los animales hablan, a la manera de Esopo y Samaniego, que se adelantaron bastante en eso a Disney...), pero aprovecha también para dar un palo más que merecido a la especie humana, vista desde la perspectiva de unos marginales como son los ratones, que viven de las sobras y los desperdicios de una sociedad opulenta que desprecia a los desheredados de la fortuna. Y es que, en buena medida, y sin perder su tono agradable y mayormente dirigido a tiernos infantes, Peti Roja es también una metáfora sobre la pobreza, una pobreza que se conforma con tan poco: “pillar unas migas de extranjis” es el sueño recurrente de la pequeña petirroja. Por supuesto, en un film dirigido fundamentalmente a la infancia, no podía faltar el elogio de la búsqueda de los sueños como meta u objetivo a alcanzar; en este caso, conseguir la estrella del árbol de Navidad que, supuestamente, hace que se cumplan los deseos pedidos, aunque el propio baño de realidad posterior situará a la película en un terreno poco frecuente entre las de su género.  

Film también sobre la identidad (“no es un ratón, pero claro que es un ratón”, se afirma tan contradictoria como verdaderamente sobre la petirroja), estamos sobre todo ante la creación de un personaje delicioso, la protagonista, un adorable pajarillo de patas muy largas (quizá demasiado para el pájaro real en el que se inspira...), un ser que es todo candidez, pero también todo torpeza, como si el inspector Gadget tuviera plumas. Pájaro o ratón, habrá de descubrir que puede ser ambas cosas, y tomar lo mejor de las dos condiciones para ayudar a los suyos.

Mención especial para dos personajes secundarios, la urraca con el ala herida y (lógicamente) afectada por el síndrome de Diógenes que le hace recolectar cualquier cosa que pudiera tener alguna utilidad (o sea, todas...), y la mencionada gata resabiada, que parece inspirada, icónica y vocalmente, en las “vamp” del cine negro, un personaje delicioso en su suave perfidia de pitiminí.

Los directores, Daniel Ojari y Michael Please, son expertos animadores y, de hecho, ya habían realizado con anterioridad varios cortos de animación, e incluso el segundo de ellos se encargó de dirigir una serie de televisión con esa misma técnica, apreciándose su buena ejecutoria, consiguiendo entre ambos un producto ciertamente estimulante, divertido y agradable, tan indicado para niños como, quizá aún más, para sus padres, que podrán valorarlo con más conocimiento de causa.

(23-12-2021)