Pelicula:

Vicente Villanueva (Valencia, 1970) es un cineasta que lleva dirigiendo cortos desde 2004, para, a partir de la década de los años diez, pasarse al largometraje y a las series; en el primer apartado ha rodado Lo contrario al amor (2011), Nacida para ganar (2016) y Toc Toc (2017), su mayor éxito comercial, con más de un millón de espectadores, lo que sin duda le ha valido para poder continuar con su carrera, con la serie Señoras del (h)AMPA (2019-2021) y con este su nuevo largo, Sevillanas de Brooklyn, rodada en Andalucía, en Sevilla, bastante lejos de su Valencia natal y de su Madrid adoptivo.

Villanueva siempre hace comedias románticas, o comedias a secas. Este su nuevo film no es una excepción. Se ambienta en Sevilla, en concreto en una barriada de clase baja (aunque realmente se haya filmado en una barriada de Alcalá de Guadaira, localidad situada a 15 kilómetros de la capital hispalense), que podría haber sido perfectamente Los Pajaritos o Las Tres Mil. En ese contexto conocemos a Ana, estudiante de Filología Inglesa, aunque, dadas las sempiternas penurias de su familia, está pensando seriamente en dejarlo y ponerse a trabajar; la progenitora, Carmen, siempre “a la cuarta pregunta” (vamos, con menos dinero que el que se está bañando...), concibe un delirante plan para tener ingresos mensuales recurrentes, fingir que la familia vive en un entorno de ensueño, señorial, en el que alojaría a una universitaria norteamericana del programa de acogida de estudiantes yanquis en España. Pero las cosas no terminan de salir como ella pensaba, entre otras cosas porque la adorable Ariel Brooklyn que le había correspondido en suerte, resulta ser un chico de raza negra y casi dos metros de alto, y la pantomima del piso aristocrático empieza a hacer aguas enseguida, como era de prever...

Tiene Sevillanas de Brooklyn varias virtudes aunque también algunos defectos. Entre las primeras, la cercanía de los personajes, la naturalidad de los roles que se pueden identificar perfectamente con este tipo de personas que habitan en barrios marginales, intentando sacar la cabeza, sobrevivir, buscándose la vida, deseando que eso del  “ascensor social” no sea (otra) añagaza del sistema para perpetuarles en la cola del paro, en la marginación social. Esa cercanía, con modismos, formas de lenguaje, modos de hablar, etcétera, tan propios no ya de Andalucía o Sevilla, sino de esos barrios en los que se ambienta la historia, habrá que atribuírsela al guionista Juan Apolo, de esta tierra de María Santísima (como decían antiguamente los rancios sevillanos; a lo mejor todavía lo hacen...), que demuestra un notable oído para escuchar conversaciones de la gente de la calle y llevarlas después a sus libretos cinematográficos. Otra de las cualidades de la peli es la presentación de ciertas escenas rodadas (y montadas, claro está...) con muy buen tino, como la de la silla de ruedas camino de la piscina (que recuerda poderosamente algunas de las que rodara el mejor Brian de Palma, el de Carrie o Impacto), o bien en la que los sentimientos se hacen presentes de forma elíptica, como el rendido enamoramiento del yanqui hacia la estudiante de Filología Inglesa cuando esta enseña sandunguera, sensualmente, los pasos de las cuatro sevillanas. Entre los defectos habrá que citar el forzamiento de algunas situaciones, algo que, en la comedia de enredo que en buena medida es, ciertamente resulta difícil de evitar.

La historia, por supuesto, se ajusta al clásico patrón “chico-encuentra-chica, chico-pierde-chica, chico-recupera-chica”, incardinado en ese peculiar paisaje sevillano, colindante con el lumpen; también hay, desde luego, “humor de opuestos”, a la manera de Ocho apellidos vascos, por citar un caso de libro: aquí los opuestos serán, claro está, el moreno yanqui, de la alta burguesía neoyorquina, y la familia Monster (como la moteja la novia USA, más falsa que Judas), un peculiarísimo grupo humano de baja extracción social, evidentes herederos de los pícaros del Siglo de Oro, de Rinconete y Cortadillo al Buscón Don Pablos, pero sobre todo la pícara Justina, por esa madre que se inventará pillerías mil para sacar adelante a los suyos. De esa confrontación de contrarios saltará con frecuencia la chispa de la sonrisa, a veces de la risa franca, en una película que se puede considerar, sin mucho problema, como la mejor que hasta ahora ha hecho Vicente Villanueva, un valenciano que ha tenido que venirse a las orillas del Guadalquivir para lograrlo. Es cierto que su estilo es en general un tanto desaliñado aunque eficaz, pero el conjunto funciona razonablemente como el híbrido de comedia y romance a contrapié que termina siendo esta Sevillanas de Brooklyn.

Por supuesto, habrá que reconocer que gran parte del mérito es responsabilidad del elenco interpretativo, sobre el que descansa buena parte de la gracia que destila esta comedia, un reparto que, si en cine siempre es importante, en comedia es sencillamente fundamental: muy bien Carolina Yuste, descubierta en Carmen y Lola (2018) y confirmada plenamente en Chavalas (2020), una actriz de una desarmante naturalidad, con un evidente “sex-appeal” no impostado, fresca y sugestiva; también nos ha gustado el actor tinerfeño Sergio Momo, de tan buena planta, pero al que no veíamos como actor de comedia, disciplina en la que sin embargo aprueba con nota; los siempre seguros Manolo Solo, Adelfa Calvo, Canco Rodríguez y la gran María Alfonsa Rosso, estupendos, como de costumbre. Dejamos para el final a Estefanía de los Santos, en un personaje de madre coraje que sabe a verdad, a auténtico, y que ella compone desde las entrañas. Y es que Estefanía, si hubiera nacido en Estados Unidos se llamaría Susan Hayward y tendría ya dos o tres Oscar cogiendo polvo en una repisa...

(24-09-2021)


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97'

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Sevillanas de Brooklyn - by , Sep 24, 2021
2 / 5 stars
Queridísima familia Monster