Hace treinta o cuarenta años se llevaba mucho en el cine la exhibición de películas seriadas (algo así como las novelas por entregas o los seriales radiofónicos), en las que se ofrecían las peripecias de un héroe capaz de vencer todos los peligros y donde el “happy end” tardaba en verse tanto como durara la serie, porque cada día o cada semana, al término de la proyección, el público quedaba sumido en la absoluta incertidumbre sobre el futuro del personaje.
Hoy el cine utiliza métodos menos crueles y a la vez más elegantes, y aunque sigue construyendo historias sobre determinados héroes, éstas tienen unidad en sí mismas y únicamente están vinculadas a la anterior en cuanto se trata del mismo nombre; es decir, son episodios completos, con absoluta independencia respecto al primero. Sirvan como ejemplos "los Tammy" y "los James Bond 007". En estas “series” suelen repetirse dos cuestiones: la primera película es la más original y difícilmente su calidad es superada por las siguientes, normalmente forzadas a ver la luz por el éxito económico de su predecesora; en segundo lugar, directores e intérpretes de la serie suelen variar con bastante frecuencia. Hasta ahora, Terence Young y Sean Connery han funcionado lo suficientemente bien como para que en “Agente 007" no ocurra esto. En el caso de Tammy ha habido dos directores, Joseph Pevney y Harry Keller, y dos protagonistas, Debbie Reynolds y Sandra Dee.
Tras realizadores y estrellas están dos grandes nombres: Ross Hunter, productor, y la Universal, productora. Él es el responsable de memorables películas de Douglas Sirk y, al tiempo, de haber fomentado la desaparición de westerns y policíacos menores sustituidos por siniestros "bluettes". Hunter es el verdadero ejecutivo de la serie Tammy; su nombre está ligado a todos los títulos en cuestión. En este sentido es posible hablar de "films de R. Hunter", porque Tammy y el doctor es película, hija de la industria, elaborada con arreglo a unos patrones cortados y marcados por el productor; el resultado hubiera sido semejante si Harry Keller (un artesano de Hollywood, autor de Sombras en la noche, Mi adorada salvaje y Sheriff hora H) desapareciera de los créditos y hubiera sido sustituido por otro artesano director. Tammy hubiera seguido siendo Tammy.
¿Quién es Tammy? Una hija del río, un ser ingenuo y no exento de cierto primitivismo, nacida y criada junto al Missisippi, al que en algunos aspectos diviniza (¿procederán de Egipto sus antepasados?); bebe su agua como medicinal y piensa que su oración es más efectiva en las orillas; ferviente practicante de la comunión de los santos, hace peticiones y entabla monólogos con sus antecesores; está falta de cariño y por ello aloja en su casa a la acompañante enferma; su léxico utiliza términos del siglo XVIII, por lo que se pone furiosa cuando "el galeno" habla de “fallo cardíaco” o “estenosis mitral”.
¿Cómo es Tammy? Su módulo de comportamiento responde a las directrices que le marcan tanto la voz de la experiencia como la Biblia; la primera viene representada por la autoridad de sus abuelos, pues de ellos aprendió que la voz del diablo puede ser dulce como el azúcar pero siempre engañosa, que el azafrán es un depurativo de la sangre y la hierba Gilson cura el asma; por su parte, el libro sagrado le sirve como regla moral y, consecuentemente, para citar oportunamente sus pasajes y aplicarlos a las situaciones vividas. Este tipo de chica americana va a enfrentarse en la presente aventura con todo un hospital de Los Ángeles perfectamente organizado; ella dará cuenta de su bondad y de sus ingenuidades mientras el joven doctor intentará llevarla por terrenos culturales.
En Tammy y el doctor se dan dos partes de diferente interés: en la primera hora se muestran las "habilidades" de la protagonista como enfermera; el resto es considerablemente endeble por cuanto se nutre de lo argumentalmente accesorio.
Sandra Dee, Tammy, da el tipo de chica pizpireta descrito en el guión; reconociendo su excesiva gesticulación reconocemos que lo hace bien; sus gestos combinan la máxima abertura de ojos y la brusquedad en el asentimiento. Ella es la película. Los planos medios convierten el film en un festival de su rostro; la ausencia de planos generales hace que desconozcamos su tipo y su conjunto. Peter Fonda, tercero de esta familia de actores, está tardo y sin desenvoltura; labores de dirección y consejos paternos favorecerán su actuación en el futuro.
(Este comentario crítico se publicó en el número 187 de la revista Film ideal -Madrid- el 1 de mayo de 1965)
Tammy y el Doctor -
by Rafael Utrera Macías,
Jan 13, 2013
2 /
5 stars
Otra de una serie
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