Todos los hombres sois iguales

Manuel Gómez Pereira debutó con Salsa rosa, una comedia de enredo que funcionaba bien dentro de su desmadre y de cierta patosidad en la neófita realización. Con ¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?, aparte de batir el récord de título más quilométrico del cine español, pulió sus armas y dotó a su historia de cierta intencionalidad trascendente, algo que no debe faltar en este género dicharachero pero no por ello de cabeza hueca. Con Todos los hombres sois iguales hace una película agradable, llevada casi siempre a ritmo trepidante, bien contada y bien dirigida, y con un equipo de actores y actrices muy apañados, de lo mejor de su generación, la que anda ya por los cuarenta tacos.

Porque una de las cosas que hay que agradecer a Gómez Pereira es que cuente historias de la España actual, diciéndonos cosas de nosotros, de lo que nos interesa y nos pasa aquí y ahora, algo que sus colegas parecen no dispuestos a hacer. Y eso que el tema central de la cinta es perfectamente intemporal; ahí es nada, la lucha de sexos, con tres divorciados que viven juntos, que no revueltos, en un piso, sus trapisondas con sus ex, y, por supuesto, cómo todos ellos vuelven a caer en las redes del amor, a pesar de sus golpes de pecho, y precisamente los tres con la misma mujer: la asistenta, que se convierte así en el envés de lo que sucede normalmente en una relación amorosa, en la que primero será el amor, el deseo por la mujer amada, y después vendrá la cuestión prosaica de la logística del día a día, la plancha y demás.

Aquí se empieza por el Mr. Proper y se termina (o se pretende terminar, en secuencias muy graciosas) en la cama. Hay diálogos ingeniosos, soluciones divertidas (como la afición por los afilados "graffiti" del personaje interpretado por Pastora Vega), enfrentamientos en toda regla entre hombres y mujeres y escenas que, de puro lunáticas (véase la inicial en el avión) son descacharrantes. La película no sería lo que es sin sus eficientes actores, destacando entre ellos el cada vez mejor Juanjo Puigcorbé, y entre ellas una Kiti Manver que es un lujo desaprovechado por nuestro cine.