Pensamos que no es discutible el hecho de que la comedia española fue la que salvó a nuestro cine en los años sesenta y siguientes, que después se malbarató el producto, degeneró y se fue todo al traste. Quizás por ello era necesario renovarla, volver a incidir en el género, pero tratando de decir cosas nuevas, de no hacer crítica de una sociedad que no era creíble, de reformar las maneras y los guiones.
En ese sentido creemos que la llegada al cine español de Manuel Gómez Pereira y su equipo de guionistas era necesaria. Tras el éxito de Salsa rosa, su primera película, vuelve a incidir en la comedia de nuevo con el mismo equipo con ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, frase prestada de Groucho Marx que sirve de título a este nuevo enredo.
Gloria es una chica de 30 años, rubia, atractiva y simpática, que busca a un joven que no le asuste trabajar en un sex-shop formando un dúo porno con ella. El chico aparece pero la cosa se complica y da lugar a que conozcamos una historia de hipocresías, engaños, dignidad y honor, sexo y valor, todo ello expuesto con sentido del humor, ternura y valentía. Se fragua así una comedia simpática, tierna a veces, dramática otras y cómica las más, que genera la risa a base de situaciones comprometidas y encaminadas a no aburrir. Y como centro y eje de todo una Verónica Forqué que tiene un modo muy peculiar de hacer de ingenua, ignorante, romántica y buena persona, que cautiva al espectador, compenetrándose muy bien con el director, no así ocurre en esta ocasión con Jorge Sanz, más molesto en su papel.