Pelicula:

Kevin Reynolds es un cineasta que en su mejor momento fue una de las grandes esperanzas blancas del cine americano medio, aquel que no sólo tiene entre sus destinos el de hacer buenas recaudaciones (fin perfectamente lícito, por lo demás), sino que aspira a contar historias con verosimilitud y que lleguen al espectador no ncecesariamente cinéfilo. Tuvo algunos títulos de interés que parecieron dar a entender que podría llegar a ser un director apreciable, sobre todo en filmes pequeños pero extraños, como La bestia de la guerra, ambientado en plena ocupación soviética en Afganistán (aquellos remotos polvos trajeron, años después, estos lodos que nos enfangan...) y Rapa Nui, una fabulación en clave etnicista y aventurera sobre cómo pudo producirse el final de la civilización pre-colombina de la isla de Pascua.


Pero después llegó su vinculación artística con Kevin Costner en Robin Hood, príncipe de los ladrones, bastante más estandarizada que el resto de su cine, y en esa misma asociación hizo después Waterworld, que petardeó comercialmente (que no artísticamente, dicho sea de paso: tenía su punto), un desastre en taquilla con un presupuesto elefantiásico que le hundió para los restos, confinándole a productos de poca monta en el que Reynolds no ha podido, quizá no ha sabido, remontar el vuelo.


Tristán e Isolda es un intento de volver al cine que mejor sabe hacer, el de aventuras y acción a raudales, con historia romántica incluida, versionando el mito céltico del guerrero británico que ganó en torneo la mano de su amada, para casarla con su tutor y futuro rey de Inglaterra. Por supuesto, Reynolds hace una versión muy de acción, con continuas luchas entre irlandeses (aquí los malos de la película, cuando le zurraban la badana, una y otra vez, a los anglos; las vueltas que da la vida...) y futuros ingleses; Kevin es un cineasta que resuelve con gran verosimilitud estas escenas, que hoy día se basan en la extrema fragmentación del montaje hasta hacer prácticamente incomprensible lo que se ve, transmitiendo una sensación de vértigo que se hace pasar por supuesta acción. Reynolds, por el contrario, prefiere el sistema antiguo, filmar las escenas con la mayor credibilidad y rotundidad posible, y después hacer un montaje comprensible que produzca en el espectador esa sensación de vértigo, pero enterándose de quién pega el mamporro y quién lo recibe (más o menos...).


El resultado es una apañada adaptación del mito céltico, un poco en la línea pre-artúrica que ha retomado el cine moderno en filmes como El rey Arturo, con escenas trepidantes de acción y remansos románticos entre los dos tortolitos y su atormentada historia de amor, que se debaten entre el deber con su amado rey y la pasión que les consumía, hermosamente resumida en el bellísimo verso que Isolda recita a su amante: tu rostro en mis ojos, mi rostro en los tuyos... Probablemente no pasará a ninguna Historia del Cine, pero es un producto aseado, que no engaña al espectador, y que resulta ser un entretenimiento agradable, lo que, a la vista de cómo está el patio, no es precisamente como para despreciar...



Tristán e Isolda - by , Dec 16, 2017
2 / 5 stars
Tu rostro en mis ojos...