Pelicula:

C R I T I C A L I A   C L Á S I C O S


Disponible en Movistar+, Apple TV y Prime Video.

Más por casualidad que por méritos propios me topo, tonteando por internet, con una muy cinéfila web sudamericana en la que se comenta y cotillea sobre lo aburrida que resultó la gala de los Oscars (ya saben, los Premios de la Academia, como dicen en Hollywood) en marzo de 1998. El motivo no fue la excesiva duración de la ceremonia, o el poco gancho del presentador o presentadora... sino algo muy simple: los galardones siempre (o casi) iban a parar a la misma película, Titanic, de James Cameron, y el respetable bostezaba... Pero, afortunadamente, algo cambió para bien cuando al escenario subió Martin Scorsese para entregar el Oscar honorario de esa edición a Stanley Donen, entonces ya un veterano de 74 años, con una carrera impecable... pero ninguna estatuilla.

Y hay una foto que certifica la felicidad del cineasta, pegando el dorado galardón a su rostro, mientras tararea Cheek to cheek de Irving Berlín. Así culminaba la carrera de este realizador, que antes de eso había sido bailarín y coreógrafo, de la mano de su colega y mentor Gene Kelly. Todo empezó para Stan cuando sólo tenía 25 años, todavía en la década de los cuarenta, en 1949, en la nómina de la Metro Goldwyn Mayer, que le encarga codirigir con Kelly On the Town, un homenaje luminoso, jocoso, a la Gran Manzana, lleno de bailes y canciones, siguiendo el éxito que ya en el teatro había conseguido Leonard Bernstein, siempre como ejemplo de la búsqueda del espectáculo con diversión y calidad.

Tiene un comienzo casi melancólico, amaneciendo en el puerto, mientras llega un obrero que viene entonando un blues, y se sube a su grúa para iniciar la jornada. Pero todo cambia: atraca un barco de la armada y con él la riada de blancos marineros que bajan a tierra; se destacan tres, y entonan el inicial, pegadizo y famoso "New York, New York, a beautiful town". Ellos traen la música (con la Voz, Sinatra), la danza (con Kelly) y el humor (el feo Jules Munshin), que explican al gruista que sólo tienen un día para conocer la ciudad, y no quieren perderse detalle... Con un tono alegre, romántico y musical, ellos sacan el espectáculo a la calle, a los parques, a los monumentos...

Con un guion habilísimo de Adolph Green y Betty Comden, y la producción de un experto como Arthur Freed, Un día en Nueva York fue la primera piedra para que en los años cincuenta el nuevo y abierto género musical alcanzase la cumbre que dio obras inolvidables, con gente como Vincente Minnelli, que pronto se uniría a Kelly y Donen. En este inicio hay de todo: costumbrismo, danza, humor, y números (muy imaginativos) de perfecta coreografía y habilidad para que la historia siga su curso (como "Prehistoric Man"). Y la aportación de las chicas (obviamente tres, como los marineros) con Betty Garrett, la estupenda Ann Miller o Vera-Ellen. Siguiendo una trama frenética, donde vemos la ingenuidad de estos marineros palurdos frente a los avispados neoyorkinos, donde hasta los niños les roban los asientos en el Metro.

Ciertamente sencilla y abierta a todos, no llega -aún- a las prodigiosas cumbres que muy pronto aparecerían con Cantando bajo la lluvia, Un americano en París, Siempre hace buen tiempo, Siete novias para siete hermanos... entre otros motivos por ser costosos productos que tenían que conseguir taquillas muy positivas, además de mucho ingenio y gancho ante el espectador. Con el tiempo, tanto Kelly, Minnelli, Donen... diversificaron sus carreras. Y en el caso de Stanley Donen su filmografía se abrió a unas comedias de alto nivel en las que (como él mismo contaba en las entrevistas) los intérpretes juegan un papel importante, donde ya está presentes un Cary Grant, una Audrey Hepburn, un Fred Astaire, una Ingrid Bergman.

Y así, quedando ya muy lejana nuestra película de hoy, la carrera de Donen zigzaguea entre rostros famosos como Una cara con ángel, Indiscreta, Charada, Arabesco... incorporando en esta última a Sofía Loren y Gregory Peck a su larga lista. Vendrá también una década muy diferente de estancia durante los años sesenta en Gran Bretaña (aunque también con rodajes en otros países) con una controvertida Dos en la carretera, repitiendo -como tantas veces- con Audrey Hepburn, y en esta ocasión para incorporar a su largo elenco de intérpretes a un gran actor británico, Albert Finney.

Volviendo a nuestros marinos, enseguida van a lo suyo: extasiarse ante la estatua de la Libertad, pasear en coche de caballos por el Central Park, subir al Empire State, callejear entre puestos de frutas o chucherías, o localizar bares, restaurantes o comercios famosos. Todo ello salpicado de humor, canciones, bailes... ahora ya con sus chicas -como ellos, gente normal y trabajadora- que enseguida demuestran estar mucho más espabiladas para vivaquear por la gran urbe. Se ha hablado también de un sutil hilo erótico que recorre la cinta, muchos bailes insinuantes, un museo del "homo erectus", una de las chicas, que le dice a su marinero en lo alto del rascacielos, "yo puedo, si quieres apreciar las vistas, ofrecértelas todas"...

Aparentemente obra ingenua, alegre y divertida, el tiempo la ha ido adornando de otras virtudes, y esta "sinfonía de la gran ciudad" ha sido luego interpretada como un homenaje a la gente de la calle, al trabajador, al que madruga para ganarse el pan, llevando a algunos a considerarla como una forma sublime de hacer una improbable y simbólica "comedia proletaria", precisamente en la ciudad más famosa de los USA, la nación capitalista por excelencia...


(08-09-2024)


 


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98'

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Un día en Nueva York - by , Sep 08, 2024
4 / 5 stars
La alegría de vivir