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Asghar Farhadi (Isfahan, 1972) es, con toda seguridad, el más prestigioso de los cineastas iraníes actuales, y probablemente de toda la Historia del Cine persa, una vez que murió Abbas Kiarostami, que fue “el” director iraní por excelencia en el último cuarto de siglo XX, y que Jafar Panahi, quien podría disputar ese simbólico puesto a Farhadi, sigue teniendo graves problemas con la justicia de su país por su insobornable apuesta por la libertad, a pesar de lo cual ha podido hacer algunos films en la clandestinidad.

Pero Farhadi, como decimos, se ha labrado una carrera ciertamente interesantísima. Aunque empezó a filmar muy joven, en 1998, con solo 26 años, la fama internacional no le llegó hasta el triunfante paso por festivales de su espléndida A propósito de Elly (2009), que obtuvo, entre otros, el Oso de Plata en Berlín a la Mejor Dirección. Aquel film nos descubrió a un cineasta con una rara capacidad para envenenar tramas aparentemente rutinarias, sacando petróleo de escenas cotidianas que, en sus manos, se convertían en una fuente de contenida tensión, cada vez con más presión, conseguida con métodos siempre lícitos, nunca emboscando al público con trampas de cineasta trilero. Esta película, que cosechó un éxito internacional ciertamente infrecuente para una cinematografía como la persa, permitió a Farhadi una cierta libertad creativa, dentro de lo que cabe, rodando Nader y Simin, una separación (2011), que consiguió, cosa nunca vista, el Oscar a la Mejor Película En Habla No Inglesa; su siguiente película, El pasado (2013), se rodó en Francia, con argumento y actores europeos, logrando un film también excelente. El viajante (2016), de vuelta en Persia, nos lo devolvió en buena forma, consiguiendo un segundo Oscar, pero su posterior film, Todos lo saben (2018), rodado en España con actores y actrices hispanos, nos pareció su obra más floja, quizá demasiado alejado de los resortes sociales de su país.

Con esta Un héroe, Farhadi vuelve a Irán, y nos presenta nuevamente una de esas historias casi costumbristas que empiezan a envenenarse poco a poco, en este caso por contar solo medias verdades, pero también por la incidencia no precisamente positiva de, ¡ay!, los poderes públicos, ya sea celosos de esa moral abyecta de la que tanto se pavonea la clerical clase dirigente persa, ya sea por estamentos de la administración pública que en principio arrimarán el ascua a su sardina y, cuando vienen mal dadas, escurrirán el bulto de la manera más lamentable.

La acción se desarrolla en Shiraz, una ciudad de tamaño medio situada en el suroeste de Irán. Allí conocemos a Rahim Soltani, que acaba de salir de la cárcel, con un permiso de dos días, donde está cumpliendo una pena de 6 años por una deuda económica: fue avalado para montar una empresa por un conocido, pero cuando el negocio quebró por la huida del socio, fue enviado a prisión al no poder pagar a su avalista, que tuvo que hacer frente al préstamo. Rahim mantiene una relación en secreto con Farkhondeh, una joven logopeda que se encarga de intentar corregir la tartamudez del pequeño Siavash, el hijo de Rahim con su exesposa. Farkhondeh ha encontrado un bolso en la calle con una importante cantidad en monedas de oro, y ambos deciden aprovechar el permiso del hombre para vender ese oro y, entregando su importe al avalista, intentar que retire su denuncia y pueda salir de la cárcel. Pero en la tienda donde llevan el oro les dicen que su valor actual es bastante inferior al que le dijeron con anterioridad, al ser el precio del dorado metal muy volátil. Con dudas sobre qué hacer, Rahim decide finalmente abandonar el plan y devolver el bolso con las monedas de oro. Pone unos mensajes en la zona donde su novia lo encontró y finalmente alguien llama para reclamarlo...

Un héroe es, de alguna forma, una reflexión sobre la necesidad de hacer lo correcto, pero también sobre cómo ese irrefutable principio puede verse distorsionado gravemente, hasta casi destrozar la vida propia y las de las personas próximas, si las acciones llevadas a cabo para ello están bastardeadas por medias verdades que, como afirma el dicho popular, no dejan de ser mentiras enteras... Esa necesidad de la verdad a todo trance la comprenderá demasiado tarde nuestro protagonista, en puridad un pobre diablo al que la vida le vapuleó una vez y, cuando parecía que podría tener una segunda oportunidad, los malos consejos de los que querían aprovecharse de su acto de honradez le hundieron aún más en la ruina económica y, sobre todo, personal.

Pero es cierto que nos ha parecido que Un héroe, siendo un regreso de Farhadi a su país, lo que le confiere una cercanía a los comportamientos y actitudes de sus personajes (a los que es ajeno cuando rueda en Europa), baja un peldaño con respecto a sus anteriores, y tan formidables, A propósito de Elly, Nader y Simin, una separación, El pasado y El viajante. Es como si aquí Farhadi tensara en exceso la cuerda, y el calvario al que es sometido el protagonista se alargara demasiado, lo que juega en contra de la tensión narrativa. Por supuesto, la película sigue funcionando como un prodigioso mecanismo en el que todas las partes encajan, en la que todas las decisiones que se van tomando se revelan como una forma de encauzar la historia, casi fatalistamente, hacia un final de zozobra, aunque el cineasta se permita una última escena quizá para la esperanza, en la que homenajea, y con todo el sentido del mundo, la famosa escena final de Centauros del desierto.

Buena película, sin duda, esta El héroe. Pero como Farhadi nos tiene mal acostumbrados, nos parece que perder el altísimo nivel de sus mejores films es un paso atrás, lo que no quiere decir que no hayamos disfrutado (sufriendo, claro está...) con las andanzas de este pobre hombre que solo quería volver a su pequeña vida cotidiana, casar con la mujer que ama, recuperar la convivencia con su hijo, trabajar para salir adelante: algo parecido a la felicidad.

A resaltar los “palitos” que Farhadi, “sotto voce”, le larga a las instituciones públicas de su país: en el ayuntamiento, ese “inspector moral” que es más listo que Sherlock Holmes y Poirot juntos, qué tío, un hombre al que todo le parece sospechoso y que investigará “ad nauseam” la pequeña hazaña de aquel pobre diablo que, por una vez, creyó que la diosa Fortuna le había sonreído, además haciendo algo honrado que era públicamente elogiado por todos. Y también en la cárcel los gerifaltes, tan prontos a ponerse medallas cuando las cosas les beneficiaban, en cuanto las tornas cambian le dan la espalda de forma abyecta, procurando exclusivamente salvar sus ilustres traseros.

Notable trabajo del protagonista, un Amir Jadidi al que no conocíamos, aunque tiene ya una apreciable carrera en su país. También su “partenaire” en el film, la actriz Sahar Goldust, raya a gran altura, aunque lo cierto es que, como suele ocurrir en el cine de Farhadi, todos los intérpretes están muy bien, con una naturalidad y una frescura pasmosas.

(06-03-2022)


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127'

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Un héroe - by , Jun 30, 2022
3 / 5 stars
Las medias verdades