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De vez en cuando el cine te da sorpresas, como la vida en la famosa canción... John Krasinski es un actor no especialmente prestigioso, que se ha hecho cierto nombre en la serie televisiva The office y que ha aparecido en papeles generalmente secundarios en algunos títulos de cierta relevancia, como Dreamgirls (2006) y Detroit (2017). Como guionista estuvo en Tierra prometida (2012), lo que no se puede decir que sea precisamente un aval. Sin embargo, con este su segundo largometraje como director, tras Brief interviews with Hideous Men (2009), que no vio nadie, Krasinski da el campanazo con un film de género que es todo un ejercicio de buen cine, un pequeño artefacto de tensión y buen hacer en la realización. Nadie diría, entonces, que este John que tiene medidas de jugador de baloncesto (mide más de 1,90 cm, el tío...) prácticamente se está estrenando en el complejo oficio de la puesta en escena cinematográfica.

Año 2020 (de lo que nos enteramos por la fecha que aparece en cierta cruz...): la acción se inicia en el día 89 de lo que parece una nueva era. En concreto, una era en la que el mundo civilizado se ha venido abajo por mor de una plaga de gigantescos monstruos que ha invadido la Tierra; no sabemos de dónde han venido, ni por qué, aunque sí que tienen un apetito voraz y que se orientan exclusivamente por el sonido, mientras que sin embargo son prácticamente ciegos. En ese contexto, una familia formada por padre, madre y tres hijos (una chica preadolescente, un niño como de 8 años y otro como de 4) habrá de intentar sobrevivir a base de no emitir sonido alguno nunca...

Sorprende en Un lugar tranquilo, en estos tiempos en los que la pantalla ha de estar rebosante de imágenes y la banda sonora plagada de sonidos, la apuesta que podría considerarse suicida de hacer un film casi sin palabras; el contacto entre los miembros de la familia se establece generalmente por el lenguaje de signos de los sordos, y los ruidos son mínimos; y cuando los hay, son la antesala de graves riesgos para los integrantes del clan.

Tal osadía en un cine industrial tan pacato como el que nos toca vivir hogaño ya nos gana: si me permiten la expresión, algo grosera, hay que tenerlos cuadrados para invertir 17 millones de dólares, que ha sido el presupuesto estimado de la película, sin mucha garantía (más bien ninguna) de que el público respondiera a una apuesta de este jaez. Pero lo cierto es que la respuesta ha sido excelente, y ello resulta ser así por el intrigante guion, pero también por la historia con sustancia, que no se limita a la guerra sorda (nunca mejor dicho...) entre humanos y monstruos, sino que se permite incluso plantear resquemores paternofiliales, intentos de reeditar el pasado eludiendo errores cometidos, sentidas inmolaciones en el ara del bien superior de la prole: hay, pues, algo más que mera acción, que mera tensión (que la hay, y a paletadas, consiguiendo con inteligencia una importante generación de adrenalina en el espectador): hay una familia creíble en su, ciertamente, peculiarísima situación de robinsones en su propio planeta, de náufragos en tierra firme, anhelantes solo de que pase un día, y otro, y otro más, sin que el ruido, ese enemigo, les delate y les finiquite devastadoramente.

Hay muy buenos detalles en el film, como la forma como de pasada en la que nos enteramos de algunos, solo algunos de los detalles de lo sucedido con la plaga de los monstruos: nos llegan esos detalles al desgaire, en unos breves flashes de algunas portadas de periódicos que conserva el paterfamilias en su sanctasanctórum, donde intenta desvelar la clave definitiva para poder defenderse con ventaja de las bestias. La propia puesta en escena es muy interesante, jugando fundamentalmente con los rostros de los componentes de la familia cuando los monstruos acechan, antes que con la presencia de estos, que, con buen criterio, aparecen poco, haciendo bueno el aserto de que lo que no se ve da mucho más miedo que lo que se ve.

Intrigante, con una atmósfera bien tensionada que pone el corazón en un puño, Un lugar tranquilo nos descubre a un director más que apreciable, del que esperamos cosas muy buenas a la vista de esta su primera tarjeta de visita. Como actor quizá no sea tan estimable: Krasinski es de la escuela de Stallone, Schwarzzie y Van Damme: vale decir tirando a pétreo... Mejor está Emily Blunt, su mujer en la vida real, que hace también ese papel en el film; de los jóvenes me quedo con el pequeño Noah Jupe, que exhibe una rarísima capacidad para transmitir el inmenso miedo que su personaje siente, un miedo que entra de lleno en el pavor, por no decir en el pánico; si es capaz de transmitir otras emociones como ésta, podremos decir que estamos ante un superdotado de la interpretación...


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90'

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Un lugar tranquilo - by , Apr 26, 2018
3 / 5 stars
¡Chsss!