Uncharted

Estreno en Movistar+.

Disponible también en Apple TV, Amazon Prime Video y Rakuten.

El vídeojuego se ha incorporado ya, desde hace años, como un afluente más del cine, junto a los mucho más antiguos teatro, novela, pintura, fotografía, danza, arquitectura... Generalmente lo ha hecho en versiones a la gran o pequeña pantalla de esos videojuegos que han hecho, hacen y harán furor mayormente entre la gente joven (aunque también en gente que de joven tiene ya poco); es el caso de vídeojuegos como Assassin’s Creed, Lara Croft, Resident Evil, Mortal Kombat, Final Fantasy, Prince of Persia y Warcraft, entre otros muchos, pero también a veces el cine adopta el lenguaje de los “videogames” para films que, en principio, no son adaptaciones de ese tipo de productos audiovisuales, como es el caso de Hardcore Henry o, más recientemente, buena parte de las secuencias finales de Sin tiempo para morir, el último James Bond con Daniel Craig, films en los que se utiliza la iconografía videogamera en películas cuyos temas argumentales son ajenos a ese, como hemos dicho, nuevo afluente fílmico.

Pues este Uncharted pertenece al primero de esos grupos, el de las películas que versionan populares videojuegos, en este caso el que se publicó por primera vez, a través de PlayStation (que coproduce también el film) en 2007. El protagonista del juego, Nathan Drake, que se reputa descendiente del pirata Drake (mal empezamos, jejeje...), es un buscatesoros, en un personaje quizá no demasiado lejano al de Indiana Jones de la popular saga spielbergiana, bien que aquí mucho más esquemático, como corresponde al medio en el que se desarrollan sus aventuras.

Con Columbia, la subsidiaria de Sony, como soporte básico de producción, se ha llevado a la gran pantalla una especie de precuela de las aventuras de las diferentes entregas del videojuego, de tal manera que aquí conoceremos el origen del joven Nathan Drake, al que veremos de niño, cuando su hermano tiene que huir para no ser detenido por la Policía tras una infructuosa incursión para hacerse con el mapa de Magallanes, que supuestamente indicaría donde los supervivientes del famoso viaje de circunnavegación alrededor del mundo escondieron un fabuloso tesoro. Ya de adulto, Nathan es tentado por Victor Sullivan, Sully para los amigos, con la búsqueda de ese fantástico tesoro; el hecho de que su desaparecido hermano haya estado implicado en esa búsqueda con Sully alienta al chico a adentrarse en esa aventura, aunque pronto descubrirá que está llena no solo de peligros, sino también de traiciones...

Ruben Fleischer, el director de esta Uncharted, se ha hecho un nombre fundamentalmente con un par de títulos que se tomaba el tema de los zombis con cierta ironía, Bienvenidos a Zombiland (2009)  y Zombiland. Mata y remata (2019), con un estilo fresco y desinhibido, muy moderno, tarjetas de presentación que evidentemente han sido fundamentales a la hora de ser reclutado para llevar a cabo este ambicioso y costeado proyecto (120 millones de dólares de presupuesto...). Y lo cierto es que se puede decir que Fleischer (nada que ver con el clásico y admirado Richard Fleischer) ha cubierto manifiestamente su objetivo, porque Uncharted es un afortunado entretenimiento que no da tregua en sus casi dos horas de duración, con imaginativas escenas de acción, con frecuencia colindantes con las imposibilidades físicas (esas escenas en el avión, que parecen como del Circo del Sol...), pero que, por supuesto, en el contexto de este tipo de cine se aceptan sin problemas, porque de lo que se trata es de entretener, de divertir, sin recurrir a groseras trampas como hacen otros productos similares, sino con aventura en estado puro, con acción a espuertas, con ironía, cuando no sarcasmo, en las relaciones entre los personajes principales, y con un protagonista que (cuánto se lo agradecemos...) carece de esas dotes casi taumatúrgicas tan típicas de los héroes de acción de nuestro tiempo: a este Nathan Drake, aunque es un tipo despierto y en buena forma, le pegan castañazos de todo jaez, y lo que es casi peor, se la dan con queso con más frecuencia de lo que sería de desear.

El conjunto es agradable en su frenesí de aventuras sin fin, en puridad una gigantesca yincana en la que los protagonistas habrán de ir deduciendo pruebas con arreglo a las indicaciones del dichoso mapa, y con algunas secuencias, como la tan inverosímil (pero igualmente tan fresca y generadora de adrenalina) de la citada del avión, o toda la parte final con los galeones volantes (sí, literalmente: no podemos decir más para no incurrir en “spoilers”) que son puro cine de aventura, muy imaginativo, muy bien conducido por un Fleischer que demuestra pronto que no es el típico artesano de Hollywood perito en pegar planos, sino que tiene ideas muy claras sobre la continuidad narrativa, sobre el ritmo de la historia, aunque también es evidente que el film incurra, quizá inevitablemente, en multitud de clichés y de tópicos, con su malo un poco de opereta (nuestro Antonio Banderas, al que cuesta trabajo ver de villano, con lo buena gente que es...), las zancadillas y traiciones de los que se reputan colegas, etcétera.

Rodada en parte en las costas orientales de España, fundamentalmente en Cataluña y Valencia, Uncharted resulta ser un film con una clara vocación popular que, además, puede ser un bombazo de taquilla: valga decir que, en el pase en el que lo vimos, el numeroso público infantil y juvenil asistente explotó en un espontáneo y vigoroso aplauso al llegar a su final, en una acción ciertamente infrecuente en nuestros días.

Los intérpretes, apañados; no se les pide, claro está, que sean Laurence Olivier, así que hacen sus personajes y con eso está más que bien. Alguno consigue una “performance” notable, como la para nosotros desconocida Tati Gabrielle, cuyo personaje de Braddock, una matona de muy malas pulgas de apariencia aerodinámica es todo un hallazgo como rol. Holland, que tiene pinta de estar en camino de (si no lo es ya) convertirse en ídolo de jovencitas (lo que no sé si es una buena noticia...), no hace gala aquí, quizá porque su personaje no lo requiere, del talento interpretativo que le apreciamos cuando todavía era un pipiolo en Lo imposible, el tsunami del Pacífico Sur del año 2004 que J.A. Bayona llevó a la gran pantalla.

(14-02-2022)