Pablo y Javier Olivares se dieron a conocer profesionalmente como guionistas con varias series que han sido éxito en las televisiones españoles, desde Los Serrano a Los hombres de Paco, y desde la década de los años diez de este siglo XXI, se convirtieron en creadores de series televisivas, siendo Isabel la que más prestigio les dio. La precoz muerte de Pablo en 2014, sin embargo, truncó esta fructífera colaboración de ambos hermanos, si bien ambos dejaron ya preparado el proyecto del que quizá haya sido su serie más emblemática, este El ministerio del tiempo, afortunada aunque irregular hibridación de ciencia ficción, aventura, fantástico, comedia y drama, en una historia ciertamente peculiar que, por supuesto, tiene antecedentes temáticos evidentes como la famosa serie televisiva de los sesenta El túnel del tiempo, de la que no sería disparatado decir que esta se podría considerar nieta, no necesariamente putativa.
La serie parte de la fantástica posibilidad de que el gobierno de España tuviera un secreto de Estado que ríase usted del famoso Mr. X de los GAL: nada menos que un departamento, llamado “El ministerio del Tiempo”, en el que existen puertas, perfectamente inventariadas y catalogadas, que dan acceso a otras épocas de la Historia de España. Ese ministerio está dirigido por Salvador Martí, alto funcionario del gobierno, y cuenta con varios comandos operativos dedicados a arreglar posibles disfunciones que pudieran hacer que la Historia de nuestro país, tal y como la conocemos, cambie, con consecuencias imprevisibles. El comando estrella del ministerio está formado por Julián Martínez, un enfermero del Samur del siglo XXI, un hombre emocionalmente destrozado por la muerte de su pareja; Alonso de Entrerríos, un soldado de los Tercios de Flandes en el siglo XVI, salvado “in extremis” por el ministerio; y Amelia Folch, una de las primeras mujeres con estudios universitarios de la España del siglo XIX, inteligente y muy capaz, que será la jefa del grupo. Junto con el “staff” del ministerio, al que pertenecen también Ernesto e Irene, altos cargos que también participan esporádicamente en misiones, habrán de solucionar los muchos entuertos que pueden hacer que el presente actual no sea tal y como lo conocemos...
La serie se convirtió pronto en una referencia televisiva, generándose un buen número de fans que se denominaron a sí mismos con el nombre de “ministéricos”. Lástima que, en general, la serie haya resultado bastante irregular, con capítulos muy conseguidos y otros mucho más endebles. Ciertamente era difícil mantener permanentemente el tipo, sobre todo cuando la temática es, como esta, tan etérea, y cuando los guionistas convocados (entre ellos algunos del prestigio de Anaïs Schaaff, Peris Romano, Borja Cobeaga y Diego San José) son legión, con la dispersión temática que ello supone, y no digamos los realizadores, entre ellos gente ya profesionalmente consolidada como Jorge Dorado, Koldo Serra, Chiqui Carabante, Paco Plaza, Javier Ruiz Caldera y Gabe Ibáñez, entre otros, cineastas que para la ocasión se pasaron al formato televisivo.
Pero la premisa era tan interesante que incluso los capítulos más flojos de los 43 episodios de lo que ha constado la serie (distribuidos en 4 temporadas de número disparejo) fueron seguidos con placer primero por los espectadores de La 1 de TVE, pero después también por Netflix y HBO. La entrada de Netflix como distribuidor mundial permitió mayores recursos económicos en la tercera temporada, aunque se mantuvo el tono entre la aventura, el drama, la comedia, el romance y la ciencia ficción, con la interacción amistosa, o sexual, o ambas, entre algunos de los miembros del comando principal (en la segunda temporada con la inclusión de un poli de los años ochenta, apodado Pacino), y desde luego también unas amenas aunque no especialmente rigurosas lecciones de la Historia de España, permitiéndonos ver en pantalla a muchos personajes históricos, desde Velázquez a Picasso, desde Lorca a Felipe II, desde la reina Isabel la Católica (por cierto, interpretada por Michelle Jenner, en un guiño a su rol protagónico de la serie Isabel) a Torquemada, desde Lope de Vega a Franco, desde Cervantes a Adolfo Suárez, entre decenas de famosos de nuestra Historia.
Con un humor a veces un tanto esquinado y autoirónico (lo que, en este caso, entendemos es algo positivo: no tomarse demasiado en serio a sí mismo nos parece una muestra de inteligencia y lucidez), El ministerio del tiempo ha sido comprada para su emisión en varios países, y otros han adquirido los derechos para hacer sus propias versiones. Se puede considerar, sin duda, un éxito televisivo de la década de los años diez del siglo XXI, con una indudable repercusión popular. A ello no ha sido ajeno, evidentemente, además de la afortunada premisa fantacientífica de la que parte, un buen reparto que se ajustó desde el primer momento a sus personajes, como los recios Rodolfo Sancho, Hugo Silva y Nacho Fresneda, así como el descubrimiento de la estupenda Aura Garrido; veteranos del peso de Jaime Blanch y Cayetana Guillén Cuervo dieron solidez al producto, y toda una miríada de actores y actrices españoles, de lo mejor que ha dado la interpretación en este siglo XXI, participaron, en mayor o menor medida, en las múltiples trapisondas de este imaginario (e imaginativo) ministerio del tiempo desde el que, supuestamente, se podría llegar a cualquier momento, a cualquier lugar en nuestra Historia... hasta los tiempos de la mismísima Maricastaña, como afirma el dicho popular.