Estreno en Netflix.
La ominosa República Democrática Alemana (RDA), también conocida como Alemania Oriental, pero también la posterior caída del Muro de Berlín, que marcaría el desmoronamiento del bloque comunista, y la aún más ulterior reunificación de las dos Alemanias, la Federal u Occidental y la Democrática u Oriental, han propiciado cierto número de películas, algunas de ellas de mérito y de reconocida popularidad, como el escalofriante drama sobre la temible Stasi (la policía política del régimen germano-oriental) La vida de los otros (2006), de Florian Henckel Von Donnersmarck, o la irónica comedia Good bye, Lenin (2003), de Wolfgang Becker, en el que se intentaba reproducir una RDA de tramoya para no perjudicar la salud de la mamá camarada.
Esta serie, Kleo, se ambienta en ambos momentos históricos, unos años antes de la caída del Muro, y poco tiempo después de que ocurra ese hecho que, ciertamente, justifica plenamente ser llamado así, histórico… Se trata de una serie de 8 episodios, incluidos en una, por ahora, única una temporada (el final abierto sugiere una continuación), ambientada, como decimos, unos años antes de que el Muro pasara a la Historia; estamos entonces en Berlín Oriental en 1987. Conocemos allí a Kleo, una veinteañera que resulta ser miembro de una agencia aún más secreta que la Stasi, una agencia de espionaje que ni siquiera tiene rango jurídico para poder operar con (aún más) impunidad. Kleo, que es nieta de un alto cargo militar de la RDA, pasa a Berlín Occidental, donde tiene la misión de seducir a cierto individuo y matarlo de forma que no parezca un asesinato. Cumplida su misión, vuelva a su amada RDA y continúa su vida; tiene una relación de pareja con otro miembro del servicio secreto, Andi Wolf, al que le dice que espera un hijo de él. En Occidente, Sven es un policía más bien patoso que se encuentra por casualidad en el lugar del crimen perpetrado por Kleo; se obsesiona con el tema y, contra el criterio de sus superiores, que le desprecian por su mente fantasiosa y su incompetencia manifiesta, decide dedicar tiempo y recursos a investigar por su cuenta, lo que no solo le perjudica en su trabajo sino también en su familia, compuesta por mujer e hijo adolescente. El caso es que un retrato robot dictado por Sven de la asesina, con los rasgos de Kleo, llega a la Stasi en Berlín Oriental; allí, alguien con mucho poder ordena que se neutralice a la mujer, para no poner en peligro la organización ni la RDA (aunque realmente lo que buscan es proteger los manejos y chanchullos de quienes las gobiernan…). Kleo es encarcelada con pruebas falsas, sin tener idea de por qué el mundo se le está viniendo encima. Allí rumiará su venganza, que tendrá lugar cuando, dos años después, se decrete una amnistía generalizada al caer el Muro…
La serie se abre con un letrero que advierte que estamos ante una historia real, aunque nada de esto pasó en realidad. Estamos, entonces, ante una ficción con fondo histórico, una serie en clave de thriller, pero también con frecuencia de comedia, incluso de comedia surrealista, en la que se pone en solfa la visión política de la RDA, un régimen que no se paraba en mientes con tal de conseguir sus objetivos, o los de sus dirigentes, mucho más preocupados –como todos los del mundo, rojos o fachas…-- por salvar sus muy ilustres culos que por el bienestar de los ciudadanos a los que, se supone, sirven. Pero tampoco se van de rositas las autoridades occidentales de la República Federal Alemana, cuya mirada condescendiente, paternalista y un punto despectiva con respecto a los “ossies” (como eran llamados coloquialmente los alemanes orientales de la parte comunista) tampoco fue precisamente de recibo. Tiene, eso sí, la serie un tono desprejuiciado, no se toma demasiado en serio a sí misma, lo que no deja de ser un tanto a su favor. Quizá con más frecuencia de la deseable opta por la extravagancia, con personajes demasiado excéntricos, como Tilo, el “wessie” (alemán occidental, en la jerga de la época) amigo de Kleo, un tío con un tornillo flojo que espera que vengan a por él los extraterrestres, o demasiado cómicos, como el poli Sven, a cuyo lado el inspector Gadget es el tío con más pericia y más diestro del mundo… De hecho, la línea argumental que incluye a Sven es la más endeble de la trama, no casando mucho con el tono del resto, bastante más dramático y serio. De fondo, los desmanes económicos en los que incurrieron los antiguos jerarcas de la RDA antes de la reunificación, para asegurarse, cuando ésta llegara, una más que sólida posición económica.
Los creadores de la serie, Hanno Hackfort, Bob Konrad y Richard Kropf, conocidos dentro del mundillo audiovisual con el acrónimo HaRiBo, han trabajado con frecuencia juntos, com en las series SOKO Postdam y 4 Blocks, aunque también lo hacen por separado. Kleo está resuelta formalmente de manera funcional, sin florituras, como es habitual en el cine alemán, utilizando colores puros, muy en la línea de los años ochenta en los que se ambienta. Se tira quizá demasiado de las casualidades como motor para que avance la trama, pero es cierto que ese es un defecto generalizado del moderno audiovisual de consumo. Algo lenta, con cierta tendencia a presentar situaciones incongruentes, la serie tiene su interés, aunque nos parece evidente que no es precisamente el no va más de su formato…
A la protagonista, Jella Haase, la vemos muy entregada a su papel, pudiendo decirse sin faltar a la verdad que es de lo mejor de la serie. También la banda sonora resulta apreciable, una banda sonora que incluye con frecuencia populares canciones españolas de los ochenta, como ¿Por qué te vas?, de Jeanette, y Veneno en tu piel, de Radio Futura, más que justificadas si tenemos en cuenta que buena parte de la acción se desarrolla en España, concretamente en Mallorca, adonde Kleo persigue a los que tienen la respuesta de por qué ella, devota militante comunista, fue condenada a cadena perpetua precisamente por cumplir con su deber, por qué ella se convirtió en una especie de "regadora regada", la espía que fue espiada y enviada a prisión inicuamente por sus propios jefes.