Serie: No sabéis quién soy

Disponible en Netflix.


Sarmad Masud es un director de cine y televisión británico, de orígenes pakistaníes (sus padres procedían de ese país), cuya carrera hasta ahora está formada por varios cortos, algunas series televisivas y un largometraje de cine, My pure land (2017), primer film en lengua urdu (lengua oficial de Pakistán) presentada a la preselección al Oscar a la Mejor Película en Lengua No Inglesa (denominación entonces del premio a la Mejor Película Internacional). La obra de Masud con frecuencia trata sobre conflictos diversos en la convivencia de distintas civilizaciones, en especial en Occidente, algo totalmente lógico teniendo en cuenta sus dos culturas, la anglosajona y la pakistaní.


Sobre la novela You don’t know me, primer libro de ficción escrito por el abogado Imran Mahmood, publicado por Penguin en 2017, Masud, bajo los auspicios de la prestigiosa BBC, a través de su productora asociada Snowed-In Productions, ha filmado esta miniserie de 4 capítulos, un interesante drama judicial y romántico con irisaciones (como era de esperar...) de corte étnico y racial. La poderosa Netflix, asociada aquí a la BBC, distribuye el drama en todo el mundo.


La miniserie arranca con el alegato de la fiscal al final del juicio que se celebra contra Hero, un joven de raza negra, vendedor de coches de alta gama, acusado del asesinato de Jamil, camello de medio pelo. Tras el alegato de la representante de la Corona, Hero toma la palabra para decir que será él quien exponga el alegato de la defensa, tras despedir a su abogado, que le aconsejó que no hablara, y que en ese alegato explicará pormenorizadamente lo ocurrido, demostrando que él no fue quien mató a Jamil, aunque sí reconocerá la comisión de otros delitos de menor enjundia. Para ello, Hero cuenta cómo dos años atrás, en un autobús urbano, conoció a Kyra, chica también de raza negra, lectora empedernida, con la que, tras unos iniciales escarceos en los que ella no estaba mucho por la labor, comienza una relación sentimental. Todo fue idílico entre ambos hasta que un día, inopinadamente, sin saber por qué, Kyra desapareció sin dejar rastro. Entonces Hero la buscó por todos lados, hasta que encontró una pista descorazonadora...


La peculiaridad de este drama judicial quizá estribe en el hecho de que sea el propio acusado el que realice su alegato de defensa, contando en flashbacks los hechos según su perspectiva, tan distintos en su boca de los que la fiscal había ido desgranando contundentemente ante el jurado popular, ante la impotencia del protagonista por la estrategia de su abogado de no declarar. A partir de ahí se da forma a un thriller judicial que, por la manera en la que está contado, es también una historia romántica y un thriller sobre cómo intentar enfrentarse a la delincuencia organizada, cuando todo conspira en tu contra. 


La parte amorosa es, ciertamente, una bonita y trabajada historia romántica, casi un amor fou, en el que ella lleva las riendas en todo momento, marcando los tiempos en la relación. Él está tan pillado que, cuando la chica desaparece sin dejar rastro, la buscará incansablemente, y cuando tenga pista de dónde y qué hace, se guardará sus prejuicios y, a la manera de un Orfeo negro (gracias, Marcel Camus, gracias, Vinicius de Moraes), se adentra en el metafórico Hades de las peores calles de Birmingham, donde se ambienta la miniserie, para rescatar a su no menos alegórica Eurídice de piel morena. 


En esa parte amorosa hay algunas preguntas que el espectador, junto a los protagonistas, se puede hacer: así, por ejemplo, ¿dónde están los límites del amor? Porque ella, Kyra, se habrá sacrificado absolutamente para salvar a su hermano, con el que está muy unida, habiendo sufrido juntos de niños los problemas de una infancia de una casa de acogida a otra, convirtiéndose en ese tiempo el hermano en su constante protector; él, Hero, que no ha matado una mosca en su vida, en la tesitura de salvar a su amada del infierno al que se ha visto arrastrada no dudará en disparar un arma de fuego a un tipo y en atropellarlo para rescatar a su chica.


La parte de intriga resulta ciertamente interesante, presentándonos la forma en la que este probo vendedor de coches se verá inmiscuido en una trama en la que tendrá que tirar de inteligencia, de sagacidad, para conseguir salir indemne junto a su amada, en un relato ameno en el que se combina acertadamente el alegato del protagonista con la escenificación de los hechos tal y como él dice que sucedieron. Todo ello con una filmación elegante, amena, bien narrada, con escenas de tensión latente que mantienen bien la atención del espectador, en una intriga atractiva por la sugestiva premisa, un acusado con todas las pruebas en su contra que se defiende a sí mismo contando su versión de los hechos.


Es cierto que, a ratos, la trama resulta un tanto artificial, con algunas decisiones narrativas un tanto cuestionables y algunos giros de guion que suenan a golpes de efecto (ese camello que no hay forma de que se muera...), pero el conjunto resulta agradable de ver y está bien contado, en una trama atractiva que se resuelve en un final en buena medida sorprendente (que no se debe siquiera sugerir para no escamotear la sorpresa en el espectador) y muy abierto, lo que quizá permita una continuación (o no, como diría el gallego...). 


Con una hermosa música fundamentalmente de cuerda, original de Adrian Johnston, la miniserie se apoya básicamente en sus dos protagonistas, la pareja formada por Samuel Adewunmi y Sophie Wilde, jóvenes, guapos y muy seguros en sus papeles. 


 


No sabéis quién soy - by , Oct 16, 2023
3 / 5 stars
Orfeo y Eurídice en Birmingham