Serie: Traición

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Dentro del proceloso mundo del cine o las series de espías podría hacer una clasificación, más bien grosera pero no por ello menos veraz, que clasificaría estos audiovisuales en torno a dos modelos, por supuesto con todas las variantes habidas y por haber: uno sería el del agente 007, Bond, James Bond, que carga la mano fundamentalmente en la acción, además de en malos-malísimos en la mejor tradición del Dueño del Mundo, films y series con considerable recurso a lo fantasioso; y el otro sería el modelo inspirado en las novelas de (y, después, el cine y la televisión de) John le Carré, el célebre novelista británico que fue espía en su juventud y de ahí sacó petróleo, un tipo de narraciones mucho menos fantásticas, más apegadas al terreno, donde el factor humano es preponderante y las intrigas son embrolladas y retorcidas hasta casi lo ininteligible. Por supuesto, en la línea le Carré, por llamarla de alguna manera, hay un antecedente ilustre, la obra de Graham Greene, que iba en ese mismo camino pero de forma mucho menos alambicada y compleja, y en la que el humanismo (y la maldad del ser humano…) era fundamental.

Traición, la miniserie de 5 capítulos que comentamos, va claramente en la línea lecarreana: tras una escena a modo de prólogo en la que vemos a un francotirador apuntando a un niño que sale de una casa de noche, un rótulo nos remite a 5 días atrás. Vemos cómo sir Martin Angelis, director del MI6, el poderoso servicio secreto británico, conocido en la jerga de los agentes secretos como Control (personaje que en las pelis de 007 es conocido simplemente como M), extorsiona melifluamente al presidente del Tribunal Supremo haciéndole saber que tiene sobre él información relevante que hundiría su carrera (todo un clásico, el jefe de la inteligencia del estado chantajeando a altos mandatarios, como es legendario que hizo J. Edgar Hoover con los nueve presidentes que lo mantuvieron en el cargo de jefe del FBI). Sin embargo, poco después de este asunto, sir Martin se siente mal y cae al suelo inconsciente. Se disparan las alarmas, el alto cargo es transportado con urgencia al hospital, donde se detecta que ha sido envenenado, aunque logra salvar la vida. Su segundo, Adam Lawrence, es llamado por la ministra de Exteriores para encargarle la dirección del MI6. Adam tendrá que dirigir además la investigación para saber quién envenenó a su predecesor. Sin embargo, pronto nos enteramos de que Lawrence guarda algún esqueleto en su armario, y que Kara, la agente secreta rusa que casi mata a su antiguo jefe, lo ha hecho premeditadamente para que él asuma el mando en el MI6…   

Matt Charman (West Sussex, Inglaterra, 1979), el creador de esta miniserie, fue el coguionista, junto a los hermanos Coen, de El puente de los espías (2015), una de las últimas buenas películas de Spielberg, siendo los tres nominados al Oscar al Mejor Guion Original, aunque finalmente no lo consiguieron. Ese laurel (porque aún no habiendo sido premiado, es evidente que una nominación a un Oscar de los gordos como ése, es un reconocimiento de primer orden) le ha debido servir a Charman para volar solo, tras fundar su productora, Binocular Productions, con la que ha coproducido esta Traición, en la que interviene como creador. Charman, que comenzó como dramaturgo, actualmente parece dedicar todos sus esfuerzos artísticos al cine y la televisión.

Traición nos parece una miniserie interesante, con una cuestión central, cual es (atención: ¡spoiler!) el hecho de que la villana de la función haya diseñado durante años, sin saberlo éste, la carrera de un espía para colocarlo en la cúspide de los servicios secretos de su país y, desde ahí, utilizarlo para su conveniencia, que en este caso no es sino una cuestión puramente personal, averiguar qué sucedió años atrás en una oscura emboscada en Bakú, la capital de Azerbayán, en la que todos los compañeros de la “mala” fueron masacrados. Sobre esa original premisa, complicada con la intervención en la trama de la esposa del espía protagonista, escindida entre su amor a su marido y su recelo ante la manipuladora, que intuye fue el antiguo amor de su hombre, se juega este audiovisual, aparte de, de nuevo, presentarnos la más bien innoble cara de los jefes de los servicios secretos que se dedican a coleccionar archivos comprometedores de todo quisque para tener al personal agarrado por salva sea la parte.

La trama se sigue con cierta dificultad, es cierto, aunque la premisa, la posibilidad de que el jefe del MI6 sea una marioneta en manos de un servicio de inteligencia hostil, es ciertamente sugestiva; también la seguramente inevitable conspiración política que en este tipo de productos suele aparecer, en este caso la escalofriante posibilidad de que el número 10 de Downing Street, sede del premier británico, esté habitado por un testaferro de Rusia, es una temática atractiva. Sin embargo, la serie Traición tiene dos problemas de cierta consideración; el principal, un problema de cásting: el protagonista, que será jefe del servicio secreto británico, además de bragado espía fogueado en mil y un asuntos de lo más vidrioso, ha sido encargado a Charlie Cox, actor de aspecto blandito que desde luego no nos parece que sea capaz de dirigir ni la comunidad de vecinos de su casa, cuánto menos una de las principales agencias de espionaje del mundo. Si ya partimos con que no nos creemos que este papafrita sea el jefe del MI6, todo lo demás se viene abajo: falla, pues, la clave de bóveda sobre la que debería sustentarse todo el metafórico arco de la trama, y así es difícil entrar en la historia. Tampoco ayuda que el guion menudee en incoherencias y flecos, como suelen hacer los guionistas perezosos que hacen que sus personajes actúen al margen de la lógica por puro interés para que la trama discurra por donde a ellos les interesa. Por lo demás, es verdad que la serie se sigue con interés, con “cliffhangers” adecuadamente colocados al final de cada capítulo, que incitan a ver el siguiente, y que su duración relativamente corta la hace digerible, aunque se echa en falta, como decimos, una mejor elección del protagonista y una escritura más rigurosa del guion.

Interesante música de Jamie Salisbury, intrigante y agradable, adecuada a la historia, pespunteando las escenas de tensión que, en general, están bien trabadas, sin ser ni cortas ni largas, lo que es lo más parecido a un elogio en un tiempo, el nuestro, en el que se tiende a tensar demasiado el arco hasta arruinar esas escenas. La interpretación, al margen de la inadecuación del protagonista, es correcta, gustándonos especialmente Oona Chaplin, la talentosa nieta del gran Charlot, en un personaje complejo, el de la mujer del flamante jefe del MI6, que ella, una de las mejores de su generación, borda. A Olga Kurylenko, la espía rusa, la vemos bien, aunque el mejor de todos seguramente es el veterano y sabio Ciarán Hinds, cuyo personaje, ese viejo jefe del MI6 libremente inspirado, según nos parece, en J. Edgar Hoover, es magnífico, un rol con diversos dobleces, firme creyente de que sus intereses son los de la nación (todo un clásico, también…).


Traición - by , Aug 14, 2023
2 / 5 stars
Falla la clave de bóveda