Serie: Un asunto privado

ESTRENO EN PRIME VIDEO.

Una de las características del audiovisual español del siglo XXI es su eclecticismo en cuanto a la zona del país en donde se produce; afortunadamente lejana ya la época (casi todo el siglo XX, al menos hasta los años ochenta) en la que todo el cine y la televisión se hacía en Madrid o, todo lo más, en Barcelona, la nueva centuria vigésimo primera nos ha traído (en buena medida de la mano de la muy descentralizada estructura del estado español que propició la Constitución de 1978) una producción mucho más diversificada, con varios polos ciertamente interesantes, algunos de ellos vinculados a comunidades con lengua vernácula propia, como Cataluña, Euskadi y Galicia, pero también algunas otras, como Andalucía, que no tienen esa característica.

En Galicia, en concreto, y en buena medida originada por producciones realizadas para la TVG (como los seriales A vida por diante o Padre Casares, por ejemplo), hay una pujante ola de guionistas y productores que, como los creadores de esta serie, Ramón Campos, Teresa Fernández-Valdés y Gema R. Neira, están haciendo cine y televisión tanto en su región natal como a nivel nacional. Es cierto que no siempre la calidad artística acompaña, pero sí que generan un producto comercial habitualmente correcto y que, por supuesto, es no solo deseable sino incluso necesario en cualquier industria que se precie: también en la cinematográfica o televisiva.

Otra cosa es, como decimos, que después el producto tenga más o menos interés: a estos creadores, que suelen trabajar juntos, ya les vimos no hace mucho una serie, Jaguar, que era ciertamente bastante endeble, la típica serie hecha desde un punto de vista meramente económico, con una buena ración de tópicos y clichés enjaretados, además de fiar en el palmito de Blanca Suárez como reclamo comercial.

Esta Un asunto privado es algo mejor, es cierto, aunque tampoco sea una serie como para tirar cohetes. Eso sí, se agradece que no se tome demasiado en serio a sí misma (cosa que no pasaba con la mentada Jaguar, siendo ese otro defecto en su debe...) y que ensaye, en cuanto a género, la mezcla entre thriller y comedia, que, a poco que se haga con cierta gracia, puede quedar al menos resultona.   

La acción se desarrolla en la Galicia de los años cuarenta, en la cruda postguerra civil. Conocemos a Marina Quiroga, una joven de la alta sociedad que se resiste a ser la típica mujercita de su tiempo, novia casadera, después esposa y madre, siempre un cero a la izquierda al lado de los hombres. Marina tiene como objetivo principal de su vida convertirse en detective, vocación que ha heredado de su padre, que fuera alto cargo policial, y que comparte con su hermano, Arturo (aunque éste se niega a aceptar ese rol para su hermana), a la sazón actual jefe de Policía de la ciudad. Cuando un asesino en serie comience a matar prostitutas en la ciudad, sin que los policías sean capaces de capturarlo, Marina cree llegado el momento de poner en marcha sus dotes deductivas, haciéndose ayudar (aunque éste no está muy por la labor...) del fiel mayordomo de la familia, Héctor, un sesentón de origen francés que lleva décadas al servicio de los Quiroga...

La serie, de 8 capítulos, tiene un tono como de cómic, no busca en absoluto el realismo, y de hecho su ambientación en la Galicia de plena postguerra no se corresponde, en absoluto, con la situación de aquella región española (en realidad de todo el país) en aquellos durísimos años cuarenta. En ese sentido, aunque se ambienta en tierras gallegas en un momento histórico, podría haberse localizado en cualquier otro tiempo, porque no hay una interacción con la sociedad gallega del momento, ni con la situación popular de aquella época. Licencias artísticas, ya se sabe... Podría decirse que son unos años cuarenta de guardarropía, no tiene un tratamiento en absoluto realista. Podría incluso decirse sin desbarrar demasiado que estaríamos ante una idealización de ese período histórico y de esa comunidad en concreto; para el caso, podría haberse situado en los Estados Unidos de la época, y es posible que hubiera estado más próximo a una cierta realidad.

Por otro lado, estamos ante un producto con un claro tono feminista, reivindicando el hecho evidente de que la mujer está perfectamente dotada para cualquier trabajo, incluido el de policía, aunque es, obviamente, una visión muy de nuestro tiempo, ciertamente imposible en los años en los que hipotéticamente se ambienta la serie. En ese sentido, la serie es feminista, pero no por ello renuncia a mostrar un amplio despliegue de modelitos de gran estilo por parte de la protagonista, en un apartado, el vestuario (en especial el femenino) muy cuidado.

Hay, es cierto también, una cierta lucha de sexos, en los que la prota, a pesar de la dificultad inherente a la época para el género femenino, se desenvuelve con gran desparpajo, para enojo de su hermano, que la quiere “con la pata quebrada y en casa” (por usar el viejo tópico), y para sufrimiento del inspector Pablo, con el que la detective aficionada tendrá sus más y sus menos, siendo el pobre diablo un pelele en manos de ella, con una tensión sexual no resuelta.

El guion se mueve a bandazos, en función de lo que interese para que la protagonista exhiba su rebeldía y, en menor medida, sus dotes para las pesquisas detectivescas. Tiene también la serie un evidente interés por poner en pantalla arriesgadas escenas de acción, a cual más espectacular, desarrollándose éstas en lugares tan complicados para ejecutarlas como tejados de edificios, grúas de muelle  y hasta el exterior de un tren.

Eso sí, en el apartado del suspense no se lo han currado mucho, con excesiva recurrencia al “¿hay alguien ahí?”, uno de los recursos más tópicos y endebles para generar intriga, propio de estudiante (suspenso) de primero de guion. Tampoco es muy de recibo clichés tan flojos como la puerta oculta que se abre moviendo un libro de la librería: ¡hombre, por favor, a estas alturas!

Como casi todo producto de intriga actual en el que haya cierto erotismo, algunas secuencias intentan reproducir (sin éxito...) el tono depravado de las escenas de orgía de Eyes wide shut, el testamento cinematográfico de Kubrick que sentó cátedra en ese aspecto.  

Aura Garrido parece retomar su papel de El ministerio del tiempo, en cuanto a ejercer sus dotes deductivas, aunque aquí, afortunadamente para ella, sin el poso dramático que tenía en el famoso serial de RTVE. Jean Reno, el célebre actor francés de origen español, vuelve a rodar en nuestro país tras hacerlo hace unos años en la comedia 4 latas, aportando el indudable aplomo que da su veteranía.

Con un desenlace muy pillado por los pelos, entre otras cosas porque el asesino se ve venir unos capítulos antes de terminar, Un asunto privado resulta ser, a nuestro entender, un producto bastante estándar, convencional, aunque eso sí, con muy buena factura formal y una notable realización de las escenas de acción, de lo mejor de la serie.


Un asunto privado - by , Mar 02, 2023
2 / 5 stars
Elemental, querido Héctor