Rafael Utrera Macías

Televisión Española publicitó con despliegue inusual este nuevo espacio; con temas de siempre, pretendía ofrecer un tratamiento novedoso a fin de seguir "haciendo patria". El productor de la serie, Salvador Pons, se rodeó de un equipo homogéneo reclutado de entre los jóvenes titulados de la Escuela Oficial de Cinematografía.

El primer programa pretendió romper los viejos moldes y se dedicó a Barcelona; en efecto, presentado por Nuria Espert, reunía a Gonzalo Suárez como guionista y a Ramón Masats como director. En el conjunto de títulos ofrecidos resultaron representativos Lanzarote, del propio Masats, Las Rías Bajas, de Fernández Ardavín, y el dedicado al Museo del Prado, dirigido por Jorge Grau. El programa fue entendido como un intento responsable de TVE para potenciar un género escasamente popular, presentado a través de un medio idóneo y en un canal de amplia audiencia, la Primera Cadena. Historiar el programa supone encontrar films de tipología diversa: aquellos donde se evidencia el carácter "inconformista" y otros, bien distintos, donde se impone la visión turística o la acumulación de tópicos. El interés de TVE por el género documental se potenció aún más en la Segunda Cadena; así, surge "Fiesta", cuyo carácter traspasa los límites del puro documento para acercarse a la ficción; "La víspera de nuestro tiempo”, que daba a conocer autores españoles en su contexto social e histórico, coordinado y dirigido por Jesús Fernández Santos; y "Aquí España", reportajes sobre pueblos y ciudades, en línea estética semejante a la de programas anteriormente mencionados.


Córdoba

Cuando acaban títulos de crédito y tema musical de fondo, se produce una pausa y un silencio; resulta imprescindible para que el espectador reciba con rotundidad el expresivo nombre de quien se identifica, una torre que recuerda a la mujer víctima del esposo, cuando reina en Castilla Enrique III: la Malmuerta.

Tras este comienzo, se irán identificando cordobeses ilustres: Séneca, Romero de Torres, Ben Zaydun, el Gran Capitán, el Duque de Rivas, Góngora, San Rafael... Córdoba es, por consiguiente, una visión polivalente, una combinación iconográfica de torre, estatua y pintura con un conjunto de voces famosas que: filosofan sobre la vida, mudable como el río; se declaran enamoradas de unos ojos morenos, de una piel bronceada; ofrecen una intrahistoria ciudadana de porvenir inalcanzable en el que la mujer, anónima y callada, deja pasar la tarde en patios silenciosos e intemporales, contestan con ironía, hablando de victorias a quien pregunte por sus deudas, platican de un pueblo que, con indiferencia, puede perderlo todo porque aprendió a morir, aportan el toque poético a la esencia de la ciudad.

La estructura dispersa y contrastada se consigue con una diversidad de planos del torero Manuel Benítez, "El Cordobés", quien, una y otra vez, corta el discurso para atraer nuestra atención sobre cuanto él debe presentar; montado a caballo aporta una imagen de actualidad sobre la histórica y pretérita de la Malmuerta, de Séneca, de Lucano; cuando nuevamente se interpone es para decir "To eso está mu bien, pero...". A partir de aquí se ofrece como conductor de la narración y ocasional protagonista en fiestas flamencas y plazas de toros o como introductor-presentador de trabajos específicos de cueros y cordobanes.

El recorrido por la ciudad contrasta pasado histórico con presente cotidiano: al rostro de la escultura romana le sucede el de hombres y mujeres que deambulan por calles y plazas; el cuadro, con retrato de mujer firmado por Romero de Torres, tiene su continuación en una fiesta flamenca popular; el silencio de los patios alterna el monótono ruido del artesano local que hace arte con su orfebrería. La voz en off explica que no hay Córdoba de hoy porque hay Córdoba de siempre; y otras voces de tales características informan sobre los valores de Medina Azahara, de Beatriz Enríquez, la mujer de Colón, de “el Gran  Capitán”.

La Córdoba cotidiana se hace presente en una diversidad de planos de niños, curas, barrenderos, afiladores, organilleros, soldados, cocheros, etc.; a las preguntas de "El Cordobés", unos y otros contestan sobre sus preferencias en la ciudad. De ella, el monumento clásico no puede faltar: ni el Cristo de los Faroles (con planos que Guerin repetirá en La casa de las palomas) ni los interiores de La Mezquita y el Mesón del Potro, ni lo mejor del Museo taurino.

La música en Córdoba se hace efectiva con diversa instrumentación: guitarra, ya presente, ya en off, en el tablao y en el baile flamenco; organillo, para la ambientación de planos callejeros mientras suena el pasodoble "El Cordobés"; orquestación de "conjunto", grupo "Los Beatles" interpretando la canción “Only you”, en contraste con la flamenca o en antítesis mientras se ofrece en imagen la artesanía del orfebre.

La descripción de la urbe está servida con un montaje alternado cuya planificación muestra, "en detalle", el arabesco del mosaico; de modo "enfático", El Cristo de los Faroles; mediante "contrapicados", el callejón de los Infantes de Lara; por medio de trávelin de direcciones opuestas, espacios varios explorados en sucesivo ascenso y descenso.


La opinión de Antonio Gala

Respecto a Córdoba, nos explicó el guionista que se da una "visión bastante vivaz" de una ciudad donde "el progreso es un poco el regreso"; y como ejemplo cita la "autopista" que la unía con Medina Azahara: "era de polvo de oro, nardo y canela para que ni los pies que llevaban la litera de Azahara pisasen la tierra". Es al tiempo, dice, una ciudad provinciana, apática, consecuencia del "desdén histórico de quien todo lo ha tenido".  Respecto a la presentación de "El Cordobés",  -la serie exigía un presentador conocido, popular, el escritor precisa, "deslumbrante"-, estaba motivado porque Salvador Pons "era un poquito 'snob' y quería que se presentara con esa idea de la Televisión atractiva"; "de todas maneras, no se apartaba mucho porque no teníamos un califa, no, no se aparta mucho de la idea que fuera un torero, el más llamativo entonces (...). Claudio me hacía comentarios bastante elogiosos de la fuerza de la cara de "El Cordobés", de una cierta animalidad que le venía bien para su juego; (...) no se aprendería nunca los textos pero se aprendería el argumento (...); hubo que ir reduciendo poco a poco el papel de "El Cordobés" y quedó bastante corto".

No participa Gala de ciertos elementos utilizados por el realizador, como "que saliera en la Córdoba de hoy una visión un poquito hortera... esa visión de niñas cordobesas ligeramente ordinarias bailando una juerguecilla en una bodega, que me pareció realmente poco cordobés (...), incluso llegué a decirle a Claudio que no había captado profundamente el alma de Córdoba; me parece mucho más severa de lo que aparece ahí; él tenía, supongo, una idea más sevillana de las cosas y Córdoba y Sevilla no se parecen en nada; para utilizar las vías de una juerga él utilizaría las vías sevillanas, nunca las cordobesas, porque no las conocía".


La opinión de Claudio Guerin

La opinión del realizador sobre su película la conocemos por la carta dirigida a sus amigos sevillanos Romualdo Molina y José Manuel Fernández, contestando a la suya tras el pase televisivo de Córdoba. Ha pretendido  en ella ofrecer "un enfoque lírico" de la ciudad andaluza frente a La corrida, donde ha operado con un "enfoque periodístico"; entiende que "el telefilm es más cine que televisión considerando la televisión bajo la perspectiva de la comodidad con la que el televidente se sienta ante el receptor"; este trabajo cinematográfico -se encarga el autor de enfatizar esta denominación- entiende que lo ha organizado en capas de diversa dificultad: van de lo más externo y fácil de captar a lo más interno y dificultoso. Frente a la acusación que le han manifestado Fernández y Molina, el autor desestima "la falta de visión unitaria", ya que "he reflexionado sobre este punto y creo que todo el material aboca a una línea central y única".

Guerin alude al trabajo conjunto con Gala y a la aproximación o desviaciones que en su trabajo ha efectuado respecto al guion literario: "Gala y yo compartimos la visión de Córdoba (...); en ocasiones, aun compartiendo esta visión, yo he opinado de manera distinta... distanciando con mis imágenes y sobre todo con el montaje su opinión sobre esta visión compartida. Es posible que esta distanciación haya podido antojarse a veces desajuste, no de intención, sino de pura construcción dramática".

Tras hacer referencia a todo aquello que funciona como idea y cuanto funciona cinematográficamente -con alguna referencia a las secuencias de la Plaza de Toros- el realizador da cumplida información de los ecos que su trabajo suscitó en diversos ambientes y la acogida o el retraso que tuvo en otros: "cayó fatal entre las autoridades de la ciudad; se estima que es muy negra la visión dada de la capital andaluza; se ha escrito que se presenta a Córdoba como una momia (Córdoba no es otra cosa) olvidándose de la Córdoba moderna". Otras acusaciones "han afirmado que hemos dado una visión tópica de la ciudad con los monumentos de siempre...; que la gente fue abordada por sorpresa y a traición; que hay una Córdoba industrial (¿dónde?) que no aparece...".

Y resume Guerin: "como veis se ha unido el sentirse en evidencia las fuerzas políticas de la ciudad al hecho de que (...) muchos no se han enterado de lo que han visto". Así mismo, señala Claudio la buena acogida dispensada en medios intelectuales y profesionales, desde los propios del programa televisivo -donde lo consideraron el mejor de la serie hasta entonces emitido-  a diversos productores madrileños y catalanes. Entre el pueblo cordobés hubo diversidad de opiniones; el sector popular lamentó que su torero no toreara y las señoras de la burguesía media admiraron una ciudad "muy bonita", aunque el realizador concluye afirmando que el telefilme "ha fastidiado lo suyo en Córdoba".

En Córdoba, Claudio tuvo como ayudante de dirección a la cordobesa Josefina Molina, compañera de actividades en el sevillano Cine-club Vida y, posteriormente, en la Escuela Oficial de Cinematografía.

(El lector interesado puede visionar Córdoba, del programa Conozca usted España, pinchando aquí).

Ilustración: Fotograma (pintura de Romero de Torres) de Córdoba, episodio de la serie Conozca usted España, con guion de Antonio Gala y realización de Claudio Guerin.

Próximo capítulo: Antonio Gala, guionista de películas y programas de televisión dirigidos por Claudio Guerin. “Si las piedras hablaran”: La Granja (Las abdicaciones). Aranjuez (Recordar un jardín) (V)