Pretender agrupar una docena de adjetivos para explicar las actividades ejercidas por Laurie Anderson (Illinois. Estados Unidos. 1947) es tarea banal por cuanto el significado de cada uno de ellos queda limitado y constreñido en su específica semántica y deja en el aire connotaciones de imprescindible consideración. Su carrera artística está basada en el experimentalismo, en la continuada y pertinaz experimentación; ello es aplicable a su vocación de cantante que empieza en la canción propiamente dicha y no termina con la música electrónica que la acompaña; es cineasta cuyas elucubraciones artísticas se han adentrado tanto en el cine como en el vídeo, y de estos ha pasado a los espectáculos multimedia y a las performances donde ha desarrollado tanto sus propios temas como adaptaciones procedentes de obras literarias.
Tales ejemplificaciones han supuesto, al tiempo, reflexiones sobre el lenguaje, el natural y el artístico, o la política, en sus esenciales valores y en sus planteamientos concretos, ya sea en específicos países como en distintos sectores sociales. No falta en ellos la perspectiva de género. Su obra visual está presente en numerosos museos de todo el mundo. El “violín de arco de cinta” es invención suya al igual que el “traje con sensores”, capaces de disparar sonidos de una batería electrónica. Sus constantes investigaciones tecnológicas la convirtieron, como residente, en la primera artista invitada por la Nasa.
En fin, esta creadora de mundos tan artísticos como tecnológicos, ha visitado España en varias ocasiones, la mayor parte de ellas para intervenir en espacios televisivos, presentar sus últimas creaciones en museos o rodar vídeos en relación a eventos arquitectónicos o culturales. Recientemente, Madrid ha tenido nueva ocasión de recibir a la ya septuagenaria artista para degustar y admirar sus creaciones en el Museo de Arte Reina Sofía, en la Fundación Telefónica, en el festival Rizoma y en el cine Doré de la Filmoteca Española.
Performance “Todo lo que perdí en el diluvio”
En el Reina Sofía, se ha presentado al público una performance denominada “All the Things I lost in the flood”. La reflexión personal se une a criterios humanistas y el resultado es una actitud ante la vida, una conducta ante la adversidad, cuyo resultado deviene en energía positiva. En su exposición, ejemplifica sobre situaciones experimentadas o sufridas y la reacción llevada a cabo tras el suceso ocurrido; en tal sentido, relata cómo un huracán inundó el sótano de su casa donde acumulaba archivos de incalculable valor cultural; pues bien, “todo cuanto perdió en el diluvio” la hace recapacitar y sentirse aliviada frente a “la catástrofe”; dos elementales conclusiones: acumular demasiado puede tener efectos negativos; el sótano está ahora más habitable que nunca. En el fondo, es una reflexión sobre la pérdida, combinada debidamente con la memoria y formulada mediante una narración donde la proyección multimedia, el lenguaje digital y la voz humana se interrelacionan oportunamente.
Chalkroom: mejor experiencia de realidad virtual
En los otros espacios mencionados, se han desarrollado diversas actividades que han combinado instalaciones de realidad virtual con disertaciones de la propia Anderson; así “Chalkroom”, de la que Anderson es coautora junto al taiwanés Hsin-Chien Huang; el festival de Venecia, en 2017, les concedió el premio a la “Mejor Experiencia VR”. Los elementos utilizados combinan la proyección de palabras y dibujos en ininterrumpida transformación dentro de una estructura dedicada a “enganchar” al espectador y fomentar un diálogo con el mismo, aunque, al pie del experimento, Laurie, matizaría y ampliaría perfiles del mismo, en la forma acostumbrada por la artista, por medio de dos encuentros con sus espectadores. De otra parte, el Festival Rizoma, en la Cineteca madrileña, ha tenido a Laurie Anderson como invitada a una sexta edición dedicada a “la verdad y la belleza” o, simbólicamente, al japonés número 6.
Filmografía selecta: “Todo está conectado”
Y, al tiempo, Filmoteca Española ha proyectado una parte de la filmografía de la cineasta y videógrafa, bajo el título “Todo está conectado”, donde se han podido ver Home of the Brave, Heart of a Dog Hidden, Inside Mountains, entre otros títulos, así como diversos proyectos en los que colaboró, sea El cielo sobre Berlín, de Wim Wenders, Declaración de guerra, de Valérie Donzelli, voz o banda sonora de películas de animación, o variantes musicales de quien fuera su marido, el cantante Lou Reed, de quien ella ha preparado un libro, “The art of the straight line”; en él se pone de manifiesto la personalidad del músico quien, al tiempo, fue gran maestro de las artes marciales.
Laurie Anderson en la Expo sevillana del 92
La artista estadounidense estuvo en la sevillana Expo-92 dirigiendo la película cortometraje Carmen, una producción de “Productora Andaluza de Programas”, empresa oficial dependiente de la Junta de Andalucía, y la sociedad “Expo-92”, organizadora del evento, por la cual Sevilla fue, en 1992, el lugar de celebración de la muestra universal. La primera entidad tuvo como misión, entre otros propósitos, ayudar y fomentar el rodaje, la creación y la producción del cine en esta comunidad autónoma andaluza. Para la realización del producto, cuyos contenidos debían incorporar referentes promocionales de la Exposición, se contó con la dirección de Laurie Anderson, ya entonces conocida profesional estadounidense de reconocida experiencia en el campo de los medios audiovisuales y en los más concretos de la vídeo-creación y el vídeo-arte. En este ámbito se quería situar el audiovisual resultante.
La elección del personaje, Carmen, y sus circunstancias permitía un personal tratamiento del tema a la luz de las nuevas tecnologías de aquella década última del siglo XX. Y Sevilla, la Sevilla de la Expo-92, ofrecía un paisaje urbano multicolor donde, desde ese momento, se combinaba el más histórico y tópico (Giralda, Torre del Oro, Plaza de la Maestranza, etc.), universales iconos de la ciudad, con otro, de reciente inauguración, que dejaba ver nuevos referentes arquitectónicos (puentes sobre el Guadalquivir, amplios terrenos de la exposición con pabellones de diferentes estilos y dimensiones, etc.). Una Sevilla que se permitía contrastar la belleza y altura de su clásica torre Giralda con el esbelto y moderno puente del Alamillo. La realidad urbana, clásica y moderna, de la capital andaluza era acogida en una diferente ficción sobre Carmen.
Ilustración: Una imagen de Laurie Anderson
Próximo capítulo: Laurie Anderson, artista multimedia, en Andalucía: Carmen (y II)