Jean-Pierre Grumbach, conocido en el siglo como Jean-Pierre Melville, en homenaje al autor de Moby Dick, nació el 20 de octubre de 1917 en París. Se han cumplido, entonces, cien años desde su nacimiento, y poco más de 44 desde su muerte, en 1973, a la temprana edad de 55 años.
El Festival de Cine Europeo de Sevilla, en su iniciativa #seff365, que pretende, con buen criterio, prolongar durante todo el año las actividades del certamen, ofrece a partir del jueves día 8 de febrero, a las 20 horas y durante cuatro jueves consecutivos, otras tantas películas del gran cineasta francés, en colaboración con el Instituto Francés de Sevilla y la empresa Cinesur. Las proyecciones serán en el sevillano complejo Nervión Plaza, en versión original francesa con subtítulos en español. Todas las películas serán presentadas por profesores de la Universidad de Sevilla, que participarán también en un coloquio al final de cada proyección.
Melville nació al cine casi antes de quitarse los pañales. A los cinco años (hablamos de 1922...) sus padres le regalaron un proyector de cine, así que empezó a ver películas casi antes que aprendió a leer. Su vida estuvo entonces siempre vinculada al cine, incluso cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a la Resistencia contra los nazis. Su obra como guionista y director es relativamente corta, solo 14 películas (incluido un cortometraje) en 26 años. Pero esa obra escasa caló, y de qué forma, no sólo en la Francia de su tiempo, sino en todo Occidente.
En sus primeros títulos, Le silence de la mer (1949), Los niños terribles (1950) y Quand tu liras cette lettre (1953), Melville busca su estilo, su lenguaje, su propia voz; será a partir de Bob, el jugador (1956) cuando empieza a encontrar su sello, su manera de contar historias, lo que realmente le gusta hacer en cine. Será el policíaco, entonces, el que dará fama e inmortalidad a Melville, y esa película, Bob, el jugador, la primera que se podrá ver en el ciclo de #seff365, el jueves 8 de febrero; en ella se empieza a forjar ya el cine de Melville como ha trascendido hasta hoy: ambientes “noir”, cine generalmente de hombres y con hombres, con escasez de mujeres (y éstas generalmente en personajes secundarios), ambigüedad moral.
Dos hombres en Manhattan (1958) se reputa su film más norteamericano, una intriga entre el thriller y la denuncia social. Léon Morin, prêtre (1961) será un excurso en su filmografía “noir”, con la otra gran obsesión melvilliana, el cine ambientado en la Ocupación nazi de la Francia de la Segunda Guerra Mundial. Aquí Melville contará por primera vez con figuras consagradas de la interpretación, Jean-Paul Belmondo y Emmanuelle Riva, la inolvidable protagonista de Hiroshima mon amour, de Alain Resnais (y cincuenta y tantos años después, también de la memorable Amor, de Michael Haneke)
Con El confidente (1962) Melville vuelve al venero del “polar”, el cine negro francés, ambientado en los bajos fondos parisinos, de nuevo con Belmondo al frente del reparto y con un entonces popularísimo Serge Reggiani. Esta película será la que se podrá ver el jueves 15 en #seff365.
El guardaespaldas (1963) le permite trabajar de nuevo con Belmondo, en un film que combina thriller y aventura, sobre una novela de Simenon, y con ambientación en Estados Unidos. Hasta el último aliento (1966) le recupera en plena forma para el “noir”, en una historia de enfrentamiento entre un criminal y un policía, con un Lino Ventura en su mejor momento y Paul Meurisse dándole la réplica.
Pero su obra maestra absoluta, al menos a nuestro criterio, es El silencio de un hombre (1967), conocida también por su título original, Le samouräi, una obra de una admirable densidad, el retrato de un asesino a sueldo (espléndido Alain Delon, probablemente en la interpretación más matizada de toda su carrera) que se verá envuelto en una espiral de violencia en la que él es el objetivo.
Con El ejército de las sombras (1969), Melville combinó, de alguna manera, las dos líneas argumentales que habían venido aflorando en su cine, en un film ambientado de nuevo en la Ocupación, pero con una intriga que devenía en una película que recordaba poderosamente las características del “polar”. Ya se rodeaba de un elenco como para quitar el hipo: Belmondo, Signoret, Reggiani, Cassel (el padre, no el cara de palo del hijo), Meurisse. Este será el tercer film que se podrá ver en #seff365, el jueves 22 de febrero.
Círculo rojo (1970) retoma el “polar” puro, con un exconvicto que, al salir de la cárcel, buscará vengarse de los que le metieron entre rejas. El reparto es también excepcional: Delon, Montand, Bourvil, Volontè. Esta será la cuarta y última película que se podrá ver en #seff365, el jueves 1 de marzo.
Queda aún un film más en la carrera de Melville, Crónica negra (1972), que se reputa inferior al resto de su filmografía, en el habitual ambiente de policías y ladrones típicos del cine melvilliano, pero ya sin la fuerza de sus anteriores empeños, a pesar de contar de nuevo con Delon al frente del reparto, además de la emergente Catherine Deneuve y el norteamericano Richard Crenna. Al año siguiente, Melville muere de un derrame cerebral mientras cenaba con su colega Philippe Labro.
Muy interesante iniciativa del Festival de Cine Europeo de Sevilla, que sin duda merece el apoyo del cinéfilo. No es fácil ver cine francés clásico de la calidad del que podremos ver cada jueves en Nervión Plaza, y además en pantalla grande y en su versión original. Ciertamente, una gran forma de homenajear a un cineasta de corta pero inolvidable carrera.
Pie de foto: Roger Duchesne, protagonista de Bob, el jugador, en una imagen del film.