Rafael Utrera Macías

De todos los cómicos homenajeados por Alberti en su poemario, es, sin duda, Buster Keaton el que mayor número de veces es citado y recordado en muy diferentes épocas y en muy diversos contextos.

En “La arboleda perdida”, tras el exilio, rememora vivencias de otra época sucedidas durante su estancia en Uruguay tales como el encuentro en su casa, La Gallarda, con el actor Gerard Philippe, o la llegada del cineasta italiano Alberto Lattuada con motivo de su asistencia al Festival Cinematográfico de Punta del Este. Desde estos recuerdos, salta el poeta a su presente situación, en estado de convalecencia, y nos informa de la novedad doméstica: ahora tiene un vídeo y con él “me adormezco entreviendo a Buster Keaton enamorado de su vaca, aquella que dio origen a mi poema escénico dedicado a él en mi libro “Yo era...”.

Con este mismo vídeo está dispuesto a ver una película pornográfica alquilada en establecimiento próximo a su casa. Y a este respecto escribe: “Se llama Orgía lésbica. Su único argumento es su falta de argumento. Hora y media de lo mismo, y esto pasma y asombra que siempre sea lo mismo: fotografías animadas de las no muchas variadas posibilidades de todo lo que pueden combinar las desesperadas protagonistas del filme. Prefiero el mudo amor de Buster Keaton enamorado de una vaca. Pienso en el cuadro de Courbet y en la pasión erótica de los pastores bolivianos por las muy femeninas y tiernas llamas...”.


Versos sueltos de cada día

Del mismo modo, en “Versos sueltos de cada día”, escritos entre 1978 y 1982, la presencia del cómico se hace evidente en “Primer y Segundo Cuadernos Chinos”. Cronológicamente se sitúan entre 1978 y 1982. En palabras del propio poeta, conforman un buen diario íntimo “de un hombre obligado a vivir entre las muchedumbres más densas y las soledades más angustiadas”. Buster Keaton entra y sale de estos “cuadernos” con significativa relevancia; su presencia va más allá de ser un mero recurso técnico y un mero añadido sentimental. Los ojos del cómico, la cosmovisión ofrecida en su filmografía, el tipo humano representado, habían calado hondo en el poeta Alberti e iban mucho más allá de puntual ocasión en que la inspiración se cebaba en su figura.

La elección de “B.K. busca por el bosque...” para ser recitada en el Cine club de “La Gaceta Literaria”, suponía mantener el poema en futuras representaciones. El cómico de gesto adusto y semblante inamovible se había convertido con el paso del tiempo en compañero del poeta, más compañero, acaso, en las tristezas que en las alegrías, y en el mejor colega que, con sus silencios, le permitía identificarse con quien era capaz de firmar B.K. cuantas situaciones melancólicas o de hastío padecía su propio creador literario, R.A.

En efecto, con motivo de los recitales ofrecidos por Alberti junto a Nuria Espert y de la inclusión en el repertorio de “Buster Keaton busca por el bosque...”, Alberti escribió un texto breve en directa alusión al disparo y su sonido (“¡Pum!”) con el que termina dicho poema. Dice este recuerdo: “Ayer me suicidé / y fue en Majadahonda. / Y con una pistola. / (120 pesetas. Buster Keaton)”.

Los tres primeros versos parecen presentarnos al autor describiendo una situación pasada. El paréntesis implica una separación, al tiempo que una explicación, respecto a la información anterior y a la vez nos sitúa en otro tiempo y otro escenario. La sugerencia que Alberti hace en el final de “B.K. busca por el bosque...”, donde el sonido onomatopéyico “¡Pum!” alude a la resolución adoptada por el vaquero ante la ignorancia de una situación compleja incapaz de solucionar (“Una niña o una vaca. / O ¿una niña y una vaca?”), parece haberse resuelto ahora en su propia persona y con el mismo artefacto manejado por el cómico.

El cuantificador referido a pesetas parece aludir al precio de la pistolita y a lo barato que puede resultar encontrar la fórmula o el procedimiento para llevar a cabo el suicidio. La separación a punto y seguido del nombre y apellido del cineasta juega con la ambigüedad de dar esa información a B.K. o ser B.K. quien firma, en plena identificación con el autor, el texto y su mensaje. La fórmula utilizada en “Noticiario de un colegial melancólico” se repite aquí para mostrar semejanza de situaciones vitales en criatura y creador, dos “agonistas” defendiéndose de la vida en trances semejantes.


Las transformaciones del erizo

Todavía, en el “Segundo Cuaderno Chino”, dentro del poema “Las transformaciones del erizo”, dos apartados ofrecen nuevamente las conocidas iniciales B.K. En el primero, el poeta se dirige a él mediante un anafórico “tú” para describirlo como “ángel mudo... de ojos vacunos”; las características de los ángeles albertianos se combinan con la atribución de una cualidad correspondiente a la vaca de la película y del poema, “Ojos castaños”. Antes que la soledad de dos en compañía, es la compañía de dos soledades, semejantes, solidarias, lo que busca el poeta en su personaje cinematográfico allá por los cines de barrio, de sesión continua, donde los programas dobles deleitaban al espectador, le hacían llorar de risa o reír llorando, mientras el personaje o su vaca daban cariñoso calor al desposeído espectador de todo.

En el segundo poema, “Te agitas, vas y vienes...”, destaca en los primeros versos la capacidad inventiva y creadora y pondera, en los segundos, los rasgos de los ojos; de ellos, en “La arboleda perdida”, y en la distante fecha de 1989, dice Alberti: “Eran geniales los ojos de Buster Keaton, que me han perseguido siempre, y más después de su muerte”. Se cierra el poema con una combinación de adjetivos, aplicados a ángel, donde la aparente antítesis en más suma de cualidades positivas que diferencias semánticas: “ángel audaz, intrépido y tan tonto”.

Y todavía, dentro del mismo libro, con ocasión de un viaje de Alberti a Nueva York, encontramos otro poema con nuevo recordatorio poético para Buster Keaton. El momento de descender y ascender en avión a los cielos de Los Ángeles, le sirve al poeta para rememorar aquella “edad de oro” y echar en falta la “perdida edad”, que ya es irrecuperable.

Keaton se ha convertido para Alberti en el símbolo memorable de una época y de una etapa que le ha seguido acompañando durante toda su vida. La identificación del poeta Alberti con los “tontos” del cine cómico americano no fue flor de un día, ni de un solo libro. Los ecos de los ángeles tontos han traspasado fronteras temporales y etapas cronológicas personales muy cerca de su corazón y de sus sentimientos.


Agradecimientos

A Alfonso Sánchez Rodríguez, especialista en José María Hinojosa, por las conversaciones sobre este poeta y su entorno. A José Luis Jiménez, presidente del Cine-club Popular de Jerez, por sus informaciones sobre Jerez y jerezanos en el cine. A Francisco Griñán, periodista del malagueño diario Sur, por el envío de los artículos solicitados.


Bibliografía consultada o citada en el conjunto de artículos

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Direcciones de internet

https://www.latribunadealbacete.es/noticia/z1c4f772e-d55c-3294-79fc8bfb98ad69ce/201512/buster-keaton-en-toledo

http://www.alicantevivo.org/2008/06/cuando-buster-keaton-visit-alicante.html


Lorca.Keaton.Galeon.com


Espinosa Lebsack, Ángela C.: García Lorca y Buster Keaton. Ambigüedades mecánicas y temáticas en El paseo de Buster Keaton

Rojas Yedra, Rubén: Lorca en imágenes. El paseo de Buster Keaton:
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LorcaEnImagenesElPaseoDeBusterKeaton-4947113%20(4).pdf


Ilustración:  Rafael Alberti, fotografiado en un viaje a Nueva York.