El escritor inglés Ian Fleming (Londres, 1908 – Canterbury, 1964) publicó en 1953 una novela de espionaje titulada Casino Royale, que fue un gran éxito. A esta le siguieron otras varias entregas de las aventuras del agente secreto James Bond, cuyo número clave es 007, comandante de la Royal Navy y adscrito al Servicio de Inteligencia (el popular MI6). Era cosa de tiempo que el cine se fijara en este personaje y en las alambicadas tramas que el novelista londinense imaginaba, en buena medida bebiendo en la experiencia acumulada durante sus años de su juventud, en los que el escritor estuvo involucrado en asuntos de ese tipo.
Curiosamente, no sería esa primera novela la que llevaría al personaje por primera vez a la gran pantalla, sino la séptima, Dr. No, publicada en 1958. A principios de los años sesenta los productores Harry Saltzman y Albert Broccoli, que habían comprado los derechos de la serie de novelas flemingianas, llevaron adelante el proyecto de poner en imágenes esa novela, una historia de ribetes semifantásticos en la que el agente secreto británico se enfrenta a una siniestra organización que pretende dominar el mundo, y que en España llevaría el título más explícito de Agente 007 contra el Dr. No.
Ese primer episodio alcanzó un éxito fulgurante y dio pie a una de las series cinematográficas más estables y longevas de la Historia del Cine, una serie que, cuando se escriben estas líneas, se aproxima a las seis décadas, con una larga lista de películas, etapas, protagonistas, chicas Bond, gadgets, etcétera. Esta primera entrega es todavía algo tosca y sin terminar de pulir, pero era evidente que estábamos ante un diamante en bruto lleno de acción y cosas nuevas para la época, que podía dar mucho de sí, como así ha sido. Terence Young, que era un cineasta muy correcto y profesional, hizo lo que se le pedía, un vistoso producto comercial que abrió una veta insospechada por la que se lanzaron otros muchos, en un venero que ha sido cultivado con múltiples variantes desde entonces, en toda clase de claves.
En la interpretación, espléndido Sean Connery, el mejor 007 imaginable, o así nos lo parece. Es cierto que otros, como Pierre Brosnan o Daniel Craig, han aportado cosas valiosas al personaje, pero lo cierto es que, con razón, en el imaginario popular James Bond tiene y seguramente tendrá para los restos los rasgos de Connery. Ursula Andress marcaría la pauta para las sucesivas chicas Bond: rotunda, muy femenina, poderosa.
(05-07-2020)
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