Pelicula:

Eloy de la Iglesia (Zarauz, 1944 – Madrid, 2006) fue uno de los más peculiares directores españoles surgidos en la década de los sesenta. Su cine se caracterizó en una primera etapa por temas sexuales dotados de gran morbosidad (hasta donde dejaba la censura), con frecuencia mezclados con temas de terror o criminales, para en una segunda etapa, ya en democracia y sin censura, contar sin ambages historias de corte homosexual, y en una tercera explayarse sobre los problemas derivados del consumo de droga. Él mismo adicto a la heroína, hubieron de transcurrir 16 años desde La estanquera de Vallecas (1987) a su último film, Los novios búlgaros (2003).

Algo amargo en la boca fue su segundo film, tras Fantasía... 3 (1966), una más bien improbable película con tres cuentos de corte infantil, de una temática que parece obvio no interesaba para nada a De la Iglesia, pero le permitió debutar en el largometraje. Algo amargo en la boca se ambienta en la misma época de su producción, a finales de los años sesenta. César es un joven con novia que va a casa de sus tías, en el campo, para pasar las Navidades, invitado por ellas. En la casa vive Aurelia, la mayor, cincuentona, traumatizada por la muerte de su novio, militar, en la Guerra Civil, del que conserva el uniforme que venera y abraza con frecuencia; Clementina, la segunda, alrededor de los cuarenta, guapa y de buen cuerpo; y Ana, la sobrina de ambas, de 22 años, que ha estado dos años en un convento de monjas pero finalmente se salió para estar con las tías; también vive con ellas un chico como de 30 años con un retraso mental producido por una mala caída cuando niño. Desde el principio vemos que César es el oscuro objeto de deseo (por decirlo en términos buñuelianos) de las tres mujeres, en distinto grado y con diferente perspectiva. También que el retrasado lo ve como un rival a batir...

El film tuvo muchos problemas de censura, no solo por el tono morboso de la historia que se contaba, sino también por el conocimiento de los censores de que el director era miembro activo del entonces ilegal Partido Comunista de España. Aún así, es curioso cómo De la Iglesia, a trancas y barrancas, consiguió sacar adelante un film de una morbosidad incuestionable, en la que se muestra una buena ración de parafilias sexuales tales como necrofilia, voyeurismo, lesbianismo, narcisismo, fetichismo, dominación/sumisión... Demasiado para un tiempo en el que el franquismo todavía se sentía fuerte y cualquier tipo de desviación de la relación sexual ortodoxa (hombre-mujer, dentro del matrimonio, por supuesto siendo solo sugerido el sexo) era duramente reprimida.

La cinta se abre con una cita de Neruda: “...es tan corto el amor/ es tan largo el olvido...”, quizá a la postre una excusa poética para lo que, desde luego, no es un film poético, ni mucho menos.

Interesa la  atmosfera viciada de la casa, con las tres mujeres reprimidas cada una a su manera. Interesa el tono como de la lorquiana La casa de Bernarda Alba, con su rígida matrona dominante que reprime a las demás y a ella misma. Interesa también una cierta relación con dos títulos que en esa época, por muy diversos motivos, se constituyeron en canónicos en cuanto a las relaciones sexuales extramaritales: por un lado, El graduado (1967), de Mike Nichols, de la que De la Iglesia toma el morbo de la relación del jovencito con mujeres mayores que él; y Teorema (1968), de Pasolini, de la que el cineasta vasco toma la capacidad del personaje central para provocar una convulsión en el hogar al que llega, interactuando sexualmente, de distinta manera, con los miembros de la casa.  

Las escenas rebosantes de un morbo poco crípticamente subterráneo se suceden, en un film en el que un hombre en su plenitud sexual será el deseo latente, el centro y eje de un cerrado, viciado universo femenino: así, la cuasi pulmonía inicial del joven por el aguacero que le cae encima permitirá a la segunda hermana tener el cuerpo inerme del hombre deseado a su disposición. Las miradas cargadas de intencionalidad erótica; las referencias a la mantis religiosa (la casa se llama muy propiamente Villa Mantis, porque en la explanada en la que se construyó había “muchos bichos de esos”), con la explicitud de la cópula del macho con la hembra, tras el que esta lo mata; todo conspira en establecer una atmósfera viciada, morbosa, en una película que, ciertamente, debió llamar la atención en su momento por ser diametralmente opuesta al cine comercial al uso que se hacía entonces en España.

Formalmente es llamativa la utilización del zoom acelerado, una de las características de la época que, ciertamente, es de las que peor ha envejecido. El montaje resulta también bastante irregular, con ciertos fallos de continuidad, todo ello quizá como resultado de los cortes ordenados por la censura.

Así las cosas, Algo amargo en la boca (título que evoca quizá el sabor del deseo, que las tres mujeres reconocerán haber experimentado) es un film irregular, extraño, ciertamente sugestivo aunque poco sutil, en la que, finalmente, todo gira sobre la frase que César arguye, airado, ante una de las tres hembras: todas ellas, según él, están ansiosas de “un aliento de macho”...

(14-09-2021)


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91'

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Algo amargo en la boca - by , Sep 14, 2021
2 / 5 stars
Un aliento de macho