Es relativamente frecuente que algunos cineastas de renombre, cuando alcanzan la fama, añadan al título de sus películas su propio nombre; véanse, por ejemplo, los casos de El Casanova de Federico Fellini o Vampiros de John Carpenter, por citar sólo dos casos. En esta nueva versión del clásico de Lewis Carroll (realmente de ambos clásicos, no sólo Alicia…, sino también A través del espejo, su continuación) lo cierto es que hubiera estado totalmente justificado un título del tenor de Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, porque estamos ante una revisitación extraordinariamente burtoniana del legendario díptico carrolliano.
En puridad, no es una nueva versión de las dos novelas infantiles (pero con tanta carga intelectual que es apreciada mucho más por los adultos, a ser posible con algo más en el caletre que el mero serrín…), sino que Tim, tomando los elementos de los dos textos, re-crea la historia y la hace nueva, bien que no “ex nihilo”, lo cual habría sido imposible. Porque aquí lo que se hace es tomar los clásicos personajes y situaciones y darle una nueva estructura; así, Alicia cuando llega al Wonderland del título original ya es una chica adulta, y su itinerario, aunque salpicado por los personajes conocidos (desde el Conejo Blanco al Sombrerero Loco, pasando por el Gato de Chesire), toma un sesgo diferente al original; aquí Alicia habrá de convertirse en paladina de la Reina Blanca para destronar a la Reina Roja, la déspota que gobierna el país con mano de hierro y capricho de niña idiota.
Estamos entonces ante una fantasía en la que no es difícil encontrar la imaginería tan querida a Burton, con sus seres deformes y extravagantes, entre los que la mejor es, sin duda, la Reina Roja, una Helena Bonham Carter deliciosa en su enorme cabezón en cuerpo de enana (milagros de la infografía…), pero donde también resulta notable el aspecto del Sombrerero Loco (un Johnny Depp que, es cierto, a ratos parece el amanerado Jack Sparrow de la saga de Piratas del Caribe).
Con todo, lo más llamativo es el cambio conceptual que presenta el film, en tanto que aquí se cargan las tintas en el carácter despótico y antojadizo de la Reina, en una evidente referencia a lo nefasto de los regímenes dictatoriales, de cualquier régimen totalitario. No deja de ser curioso, porque no se había apreciado hasta ahora en la filmografía burtoniana un interés expreso por la cosa pública.
La lucha final entre la heroína (a su pesar) y el monstruo del averno inventado para la ocasión es sobresaliente, en una escena plena de potencia narrativa y de percutante intriga, que hace que la historia carrolliana, que es átona en cuanto a violencia, tome cierto tono endeniano (de Michael Ende, el autor de La historia interminable, of course).
Lógicamente, el filme está salpicado con la exacerbada imaginación de Tim Burton, con multitud de detalles divertidos e intencionados, con un guión que cohesiona adecuadamente los materiales carrollianos y les impone el marchamo burtoniano, sin por ello desmerecer a los originales.
Deliciosa casi siempre, sólo algunos titubeos en el primer tercio del filme, mientras Alicia se decide entre seguir la senda de Carroll o transitar por la nueva vereda que explora Burton, hacen que no sea la obra redonda que merecería ser. Con todo, es una de las grandes películas de este Tim de aspecto tan estrafalario como talentoso es su magín. Lo malo es que ha roto las taquillas de medio mundo, y eso ya se sabe que es una malísima señal… Ea, pues nada, estúpida “gauche divine”, a descalificar esta belleza por que ha tenido el descaro de hacer de oro a Disney “et alii”…
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