Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


Disponible en Filmin y FlixOlé.

Iván de Zulueta (San Sebastián, 1943-2009) está reconocido en la historia de nuestro cine como un ingenioso y creativo cineasta que destacó tanto con los pequeños formatos del celuloide como con la original cartelería de films ajenos. Arrebato, su largometraje más recordado, se considera, a día de hoy, indiscutible película “de culto”; por el contrario, en la fecha de su estreno, junio y julio de 1980, los avatares de la distribución, unido a la “rareza” del producto, la arrojaron tanto a salas de segunda como a intempestivas fechas veraniegas. En ese mismo año presentaron su primer largometraje nuevos realizadores como Jesús Garay (Manderley), Pedro Almodóvar (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón), Antonio del Real (El poderoso influjo de la luna) y Fernando Trueba (Ópera prima), entre otros.

La obra precedente de Zulueta está influida no sólo por el cine norteamericano del momento sino por las artes plásticas en general, con especial atención a la pintura y el dibujo; no en balde fue alumno, en Nueva York, de escuelas donde se ejercitó en tales técnicas al tiempo que recibió las pertinentes influencias del “Pop-art” y del “New American Cinema”. En el común de su obra, ya pictórica, ya audiovisual, se dejarán sentir tales ascendientes. Y ello aportará al cuestionado panorama del cine español del postfranquismo cierta originalidad artística y voluntariosa factura técnica.

Ya en 1969, con anterioridad al estreno de Arrebato (presentación en circuitos comerciales de su autor), había rodado Un, dos, tres, al escondite inglés, que no pudo firmar por impedírselo la reglamentación entonces existente en la asociación de directores y realizadores. Ese es el motivo por el cual figura José Luis Borau (responsable de la productora “El Imán”) como director del mismo. Se trata de un film musical muy en la línea de las comedias de Richard Lester interpretadas por “Los Beatles” que, en aquellos momentos, aportó alguna novedad y cierta frescura al cine patrio.

A los once años de aquella realización, Zulueta volvió con un producto muy trabajado en el que había puesto juvenil entusiasmo e inspiración artística. Mientras tanto, fue alternando sus trabajos de decoración y publicista. Carteles de películas famosas son obra suya (Furtivos, Asignatura pendiente, Viridiana, etc.) así como su especial colaboración en programas de televisión (entre otros, Último grito) y una personalísima obra integrada por numerosos cortos y largos tanto en el primitivo “súper 8” (Hotel, Ventana indiscreta, Mi ego está en Babia, etc.), como, posteriormente, en 16 mm, Leo es Pardo, y ya en 35 mm Masaje. No es, pues, gratuito considerarlo un virtuoso de los muy diversos formatos cinematográficos y de su acertada combinación de estos con aquellos.
 
Arrebato participa de la característica más común y generalizada del cine hispano de su época: la falta de una infraestructura comercial estable derivará en producciones particulares con dinero que solo, accidentalmente, volvería al cine; es lo que, en época precedente, fueron denominadas “las caimanías”, según las cuales, un adinerado ciudadano ponía a disposición del cineasta su capital, con probabilidades de perderlo en el empeño. En este caso, la inversión fue hecha por un arquitecto, Nicolás Astiarraga, quien financió la producción con cuatro millones de pesetas. Un caótico rodaje pudo dejarle, como poco, altamente insatisfecho.

En Arrebato, argumental y temáticamente, Zulueta se sitúa a caballo entre la realidad y la fantasía, con plena interrelación de ambas; hizo con ello no sólo una mirada personal y narcisista sobre sí mismo y su propia obra, sino una reflexión generalizada sobre las propiedades y posibilidades, técnicas y artísticas, del lenguaje cinematográfico. Si, como dijo Paul Valéry, el más apasionante de los films, sería el “film del film”, aquí encontramos un ejemplo que, al menos, se le aproxima. El director de cine, el protagonista de Arrebato (interpretado por Eusebio Poncela), conocerá la historia de su amigo (Will More) mediante las películas que ha ido filmando(se). La combinación de esta realidad-ficción alterna debidamente con los flash-back que van dando a conocer, por medio de varios rollos de películas, la progresiva alienación y desaparición final del personaje. Se trata de un metalenguaje en el que se han investigado las distintas posibilidades narrativas del formato 8 mm incrustado en el de 35, para expresar una historia de cine con el cine y dentro del cine.  

Además, en Arrebato también es protagonista la cámara, testigo de realidades invisibles y, al final, vampiro irremisible que destruye y absorbe a su sujeto-objeto filmado. Como  en Blow-up, de Antonioni, volvemos a recordar un funcionalismo de la máquina/cámara (fotográfica, en el caso del director italiano) con tanta repercusión en el sentido y en la forma del relato cinematográfico; es la pasión y el juego de la filmación, de la auto-filmación y, a la vez, de acabar siendo víctima de ese único ojo de Polifemo que anula y destruye; la frase de Rosselini “no se puede vivir sin el cine”, se amplía hasta poder decir, como Zulueta hace, que, se puede morir por el cine y con el cine;  o, aún más, recurriendo a la hipérbole: “no es que yo ame al cine, es que el cine me ama a mí”.

Arrebato es un film que, por la riqueza de sus distintos niveles expresivos, banda sonora, montaje, música, silencios, tema, estructura, formatos, etc., el Ministerio de Cultura le otorgó, en su momento, merecidamente, el “premio a la calidad”.


 


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110'

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Arrebato - by , Feb 23, 2023
4 / 5 stars
Narciso autofilmado