CINE EN PLATAFORMAS
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Blue Beetle aparece por primera vez como cómic a finales de los años treinta en Estados Unidos, con el nombre de Dan Garret; ya en los años sesenta se retoma con el nombre de Ted Kord; comprados los derechos del superhéroe en los ochenta por DC, en 2006 la famosa casa de cómics decide convertirlo en su primer personaje hispano, haciendo que sea Jaime Reyes quien resulte ser el anfitrión de ese “escarabajo azul”, como se podría traducir literalmente Blue Beetle.
Ahora nos llega la primera versión al cine (anteriormente se ha podido ver en algunas series de televisión en papeles episódicos) de este superhéroe, en esa tercera figurada “reencarnación”, la del chico hispano que se encuentra el emblemático Blue Beetle y éste lo elige como anfitrión. La película se inicia en la Antártida, donde Victoria Kord, la poderosa CEO de la multinacional Kord, que está desarrollando un prototipo de policía mecánico de letales facultades, encuentra el Blue Beetle, un escarabajo de origen extraterrestre que llevaba años buscando. Con ese artefacto, espera que sus policías androides sean imbatibles. Pero su sobrina, Jenny Kord, que está en contra de la deriva armamentista de la empresa, consigue hacerse con el escarabajo. Simultáneamente, Jaime Reyes, recién licenciado en Derecho en Gotham City (inspirada, como sabemos, en Nueva York), llega a su ciudad natal, Palmera City (probablemente inspirada en Miami), donde se reúne con su bulliciosa familia: padre, Alberto; madre, Rocío; hermana, Milagro; abuela, Nana; y tío, Rudy. Tras buscar trabajo infructuosamente en temas de su carrera universitaria, termina empleándose como personal de limpieza en la multinacional Kord, donde conocerá a Jenny, que le emplaza para el día siguiente con el objetivo de conseguir un trabajo mejor. Pero Jenny se hace clandestinamente con el Blue Beetle, y en la huida Jaime la ayuda sin saber lo que es el escarabajo; ya en su casa, al sacarlo de la caja, éste se fusiona con él, para pasmo de todos, y le convierte en un ser extraño de poderes cuasi taumatúrgicos…
Lo más interesante de esta versión al cine es, por supuesto, el carácter hispano de su protagonista y de su familia, la primera vez que, en pantalla grande, un personaje de origen mexicano tiene superpoderes con todos sus avíos, aunque, fiel quizá sin saberlo al espíritu inaugurado por aquel superhéroe cochambroso que fue el atolondrado protagonista de la serie ochentera El gran héroe americano, no sepa muy bien cómo usar esos extraordinarios poderes sobrevenidos. Pero, como decimos, lo más interesante es precisamente la inversión de roles, y donde antes los superhéroes eran todos blancos, rubios, protestantes (vamos, los clásicos WASP), y con frecuencia los malos tenían rasgos hispanos, ahora resulta que el tío de los leotardos se llama Jaime y la villana de turno tiene pedigrí blanquísimo y el dedo tieso de la gente con clase pero absolutamente carente de escrúpulos o piedad.
Es ese hecho diferencial el que le confiere a esta versión al cine de otro cómic su esencia sutilmente distinta, porque lo que es la acción propiamente dicha, tampoco se diferencia mucho de cualquier otro del Universo DC, o incluso del de Marvel. Pero en esa representación de los protagonistas hispanos en su relación con los blanquitos de clase supuestamente superior es donde encontramos lo más novedoso, desde la propia concepción de la historia, en la que todos los personajes positivos son hispanos (menos Jenni, aunque la actriz que la encarna es… brasileña…) y todos los negativos son WASP, pero en el que también se pone en solfa esa mirada de superioridad tan típica de los blanquitos yanquis, esa condescendencia con los hispanos como ciudadanos de segunda, con detalles como cambiarles de apellido, o de nombre, y no enterarse de cuál es el auténtico aunque se lo repitan varias veces, o juzgarte por tu apariencia de latino y tener que ser, por tanto, un empleado en trabajos físicos, como le ocurre al protagonista cuando lo confunden con un mensajero; detalles que pueden ser banales, pero también son significativos del menosprecio secular que la raza dominante en el país ha mantenido con respecto a las otras razas, sea la negra, la hispana o la asiática.
Así que bienvenido este producto no especialmente brillante (los efectos digitales cantan bastante, a pesar de que casi todas las escenas de acción se ambientan de noche, para disimular…), no tanto por esas escenas de mamporro y tentetieso, que nos las sabemos ya de memoria, sino por esa visión distinta del mundo, una visión desde una minoría (que no es tan minoría: uno de cada seis norteamericanos es de origen hispanoamericano) históricamente postergada y despreciada.
Aparte de esto, no deja de ser curiosa una clara mirada “de izquierdas” en un film yanqui de tipo “mainstream” (con 120 millones de presupuesto, está claro que no hablamos de una peli “indie”…), con una villana que se vanagloria de su fructífera relación con instituciones generalmente tan vilipendiadas como la tristemente famosa Escuela de las Américas, a la que se cita en varias ocasiones, organismo que tuvo en su haber (quizá deberíamos decir “en su debe”, aunque se retuerza el dicho popular) el derrocamiento de regímenes constitucionales como los de Chile (golpe de estado de Pinochet) y Argentina (golpe de estado de Videla).
Ángel Manuel Soto (San Juan, 1983) es un cineasta portorriqueño de larga carrera en el audiovisual, donde ha hecho de todo, fundamentalmente cortos, pero también algunas miniseries y largometrajes, tanto documentales como de ficción. Aquí se maneja con corrección, en una película que, es cierto, pedía más un general (por sus dotes de mando y la enorme logística necesaria) que un autor de films pequeños. Entendemos que Soto resuelve el envite satisfactoriamente, sin alharacas, lo que probablemente es lo más parecido a un elogio que se puede decir de él como profesional.
En la interpretación, el jovencísimo Xolo Maridueña, al que ya admiramos en su personaje de Miguel de Cobra Kai (el spin-off en formato televisivo de la vieja serie cinematográfica iniciada en 1983 por Karate Kid), aquí está convincente, aunque quizá a veces se pase de expresivo, tal vez consciente de que un papel como éste lo puede lanzar a la fama internacional. Del resto del reparto hispano nos quedamos con la abuela que compone Adriana Barraza, una abuela con un secreto (literalmente…) de armas tomar, en el que sin embargo intuimos un poso histórico real: y es que en los años noventa, en Chiapas, zona indígena de México, se dio a conocer el llamado Ejército Zapatista de Liberación, al frente del cual estaba el llamado subcomandante Marcos, un grupo armado en el que hombres y mujeres se curtieron en el uso de todo tipo de armamentos y se las tuvieron tiesas durante años con el gobierno del país, al que declararon la guerra y al que pusieron más de una vez en graves aprietos en la zona. Así que, ¿por qué una de esas mujeres zapatistas no podría haber emigrado a Estados Unidos y allí formado una familia?
Susan Sarandon, cuyo malévolo personaje está ideológicamente en las antípodas de su propio pensamiento político, nos parece que se lo ha tenido que pasar pipa haciéndolo, como le ocurrió algo similar a su entonces pareja, Tim Robbins, cuando, en Ciudadano Bob Roberts, encarnó nada menos que a un candidato ultraderechista a la presidencia de los Estados Unidos (y con visos de alcanzarla, además…).
Bienvenido este superhéroe chingón (nota para quienes no se manejen en las bellas palabras hispanoamericanas del español: según el DRAE, “chingón” es un adjetivo habitual en México, más bien malsonante, que significa “Dicho de una persona: competente en una actividad o rama del saber”). Sería estupendo que esa nueva sensibilidad de Hollywood hacia los latinoamericanos no se quedara en esta primera superproducción vista desde el prisma de los hispanos; es cierto que en los últimos tiempos estamos viendo un cierto tipo de cine en el que lo latino es preponderante, como el hermoso musical En un barrio de Nueva York, pero tendrá que haber más, mucho más, para que empecemos a creer que los hispanos de Norteamérica no son ciudadanos de segunda en su propio país…
(23-8-2023)
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