¡Canta!

Chris Meledrandi es un productor yanqui que se hizo un nombre en los estudios Blue Sky, en la órbita de Fox. A partir de ahí, con fama de reputado profesional, voló solo y creó un nuevo estudio, Illumination, cuyo primer film, Gru, mi villano favorito (2010), fue todo un éxito, hasta el punto de que ha tenido dos secuelas (e incluso se anuncia una cuarta parte...), con recaudaciones progresivamente crecientes, y ha dado lugar a un “spin-off”, Los Minions (2015), sobre los adorables seres amarillos que en la franquicia de Gru tienen un papel secundario pero ciertamente importante.

Con buen criterio, Meledrandi y su “staff” han diversificado su cartera de proyectos, con films como Lorax: en busca de la trúfula perdida (2012), Mascotas (2016) y este ¡Canta! (2016), que plantea una historia ambientada en un mundo poblado por animales antropomorfizados: vale decir que visten, hablan, cantan y se comportan enteramente como si fueran humanos. En ese contexto, conocemos al koala Buster, un empresario de teatro musical que está en serios problemas económicos, tras haber tenido un pasado lleno de éxitos. Pero ahora no consigue dar en la diana. Para resarcirse, piensa en convocar un concurso musical de nuevos talentos (vamos, lo que ahora se llama un “talent show”), pero una pifia de la secretaria, una camaleona con 2.500 años (más o menos...), hará que el premio que tenía previsto, 1000 dólares, única cifra que podía destinar a ello, se publicite con dos ceros de más, en total 100.000 dólares, lo que hace que la convocatoria sea abrumadoramente masiva. Cuando ya ha elegido a los que llegan a la fase final del concurso (un mono joven que no quiere seguir los pasos de su padre, de oficio ladrón; una cerdita abrumada por sus 25 lechones y por la indiferencia de su marido; un ratoncillo, músico callejero, enterado, arrogante y abusón; una puerco espín al que su novio, que se cree un genio, ningunea permanentemente, entre otros), Buster se da cuenta del error del montante del premio, pero ya es tarde...

Con tono de evidente fábula, al ser todos sus personajes animales antropomorfizados, lo cierto es que estamos ante lo que podría considerarse un retrato laudatorio de la figura del empresario teatral, del que generalmente poco se habla pero sin el que serían imposibles los éxitos de los grandes musicales, ellos mismos, esos productores teatrales, personas del mundillo de la farándula, en el que con frecuencia tienen que actuar casi como prestidigitadores para que todo esté a punto a la hora del estreno.

Hay, por supuesto, otros mensajes, en la mejor tradición de la animación norteamericana, desde el recurrente sueño que cada uno de ellos persigue, hasta el elogio del denodado esfuerzo cuando vienen mal dadas, como le ocurre al empresario, o cuando se padece de irreprimible miedo escénico, como la elefantita que será crucial en darle la vuelta a la hasta entonces cuesta abajo en la que se encuentran involucrados los protagonistas. También es interesante la aparición de la figura femenina aparentemente a la sombra del macho genial, que después lo será bastante menos, en una mirada aunque sea tibiamente feminista que se agradece.  

Con un dibujo en 3D muy perfeccionado y movimientos de los personajes ciertamente conseguidos, la calidad formal del “cartoon” nos parece evidente. A ello no son ajenos los directores, Garth Jennings, que se inició en el vídeo musical para después compaginar la dirección de productos en ese formato con largometrajes de ficción, siendo esta ¡Canta! su primera película de animación. Su posible inexperiencia en el dibujo animado la suple el codirector Christophe Lourdelet, fogueado en el departamento de animación de films tan populares como Balto (1995), Kirikú y la bruja (1998) y ¡Piratas! (2012), e incluso las dos primeras entregas de la franquicia de Gru.

(28-12-2021)