Pelicula:

El éxito de Asesinato en el Orient Express (1974), dirigida por Sidney Lumet, con un lujosísimo reparto que incluía, entre otros, a Albert Finney, Ingrid Bergman, Sean Connery, Lauren Bacall, Jacqueline Bisset, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave y Richard Widmark, abrió un ciclo de adaptaciones de novelas de Agatha Christie, persuadidos los productores de que en la versión al cine de los textos de la escritora británica había un filón por explotar, siempre que se siguieran las pautas marcadas por Lumet en su película: reparto lleno de estrellas aunque algunas estuvieran ya en decadencia, fastuosos escenarios con paisajes exóticos, costeadas producciones con buenos equipos técnicos. Lo que ocurre es que, como suele pasar con cierta frecuencia, la fórmula fue progresivamente bastardeándose, y de aquel exquisito Asesinato en el Orient Express, la cosa fue degenerando con títulos de decreciente interés: con Muerte en el Nilo (1978) se cambió ya al director, que pasó a ser John Guillermin, por entonces todavía con prestigio por haber llevado a la pantalla uno de los grandes “blockbusters” del cine de catástrofes, El coloso en llamas (1974), y también al protagonista, dejando Finney su lugar a Peter Ustinov como Hercule Poirot. El personaje del detective belga del poblado mostacho aún aparecerá dos veces más en esa tanda de pelis propiciada por el éxito del de Lumet, en Muerte bajo el sol (1982), con Guy Hamilton a los mandos, perito en films de la serie 007, y finalmente en esta Cita con la muerte (1988), con Michael Winner en la dirección y, por tercera vez consecutiva, Ustinov como Poirot.

La acción se desarrolla en el transcurso de un viaje a unas excavaciones arqueológicas en el Mar Muerto, a donde llega un grupo de turistas formado por la anciana señora Boynton, mujer de gran fortuna económica, segunda esposa de su difunto marido, con una hija de ese matrimonio y varios hijastros del anterior del esposo; el testamento de éste ha sido cambiado en último extremo, pero la viuda, con malas artes, consigue que el abogado que lo custodia lo destruya. Ya en el Mar Muerto, donde están no solo su familia sino también otros viajeros como la parlamentaria británica (aunque originariamente estadounidense) Lady Westholme, y por supuesto el inquisitivo detective Poirot, la señora Boynton aparece muerta en la puerta de su tienda... Lo que parece un fallo cardíaco pronto se revelará, a los ojos del perspicaz investigador privado, como otra cosa...   

Es cierto que aquí se intenta mantener, más o menos, las características de esta serie de adaptaciones de Agatha Christie, en cuanto a repartos entonados, paisajes exóticos y buena factura, pero lo cierto es que todo se queda más bien en el intento. Porque en cuanto al reparto, salvo el propio Ustinov (que de todas formas ya estaba entonces más que de capa caída) y la gran Lauren Bacall, que es, con diferencia, lo mejor del elenco artístico principal, el resto es más bien material de saldo, desde una Carrie Fisher que ya entonces tenía serios problemas con adicciones varias (que ella misma llevó a las páginas de un libro autobiográfico y que el cine adaptó en Postales desde el filo, de Mike Nichols) a una Piper Laurie que había conseguido un efímero resurgir con su maléfica madre de Carrie (1976), pasando por un David Soul que todavía luchaba, sin éxito, por despegarse de su personaje de la serie Starsky y Hutch. Por supuesto, estaba allí ese lujo de la interpretación británica que era Sir John Gielgud, pero su personaje era escaso, casi de cameo. En cuanto a los escenarios exóticos, tendremos el Mediterráneo, con el puerto de Haifa, y el Mar Muerto.

En cuanto a la parte técnica, Michael Winner, el director, nunca fue un exquisito, y cuando la puso en escena acababa de terminar su etapa Charles Bronson, al que dirigió en una serie de olvidables films sobre justicieros varios, en títulos como América violenta, El justiciero de la ciudad o Yo soy la justicia. Aquí ciertamente parece que va con el piloto automático, rodando rutinariamente y montando también de manera vulgar, en un film de encargo al que se ve no le prestó la menor atención. Su puesta en escena es elemental, tosca y pedestre, poco elegante. El look de los años ochenta, más bien casposo, visto con la distancia de cuatro décadas cuando se escriben estas líneas, tampoco ayuda mucho, incluso con frecuente recurso al zoom, típico de la época, lo que le confiere aún más un tono antiguo, casi “vintage”.

Todo resulta bastante artificioso en la historia, desde la propia intriga de Christie, que nunca es que fuera una gran escritora sino, en todo caso, urdidora de tramas alambicadas, y quizá lo único resaltable sea el perfil de la asesinada, una mujer dominante que sabe cómo imponer su criterio, bien con el peso de su inmensa fortuna, bien con la información que tiene del resto de sus allegados, con la que los somete a sus designios. La trama, entonces, resulta acartonada, como los personajes, que carecen de entidad por sí mismos, algo habitual en las novelas de Agatha Christie, con un guion confuso en el que, sin embargo, participó el brillante Anthony Shaffer, autor de los libretos cinematográficos de films tan interesantes como La huella, la hitchcockiana Frenesí y El hombre de mimbre; parece claro que la escritura de los textos de esta peli pilló a Shaffer en horas bajas...

Ustinov tenía ya más que asumido el papel de Poirot y resuelve el personaje con profesionalidad pero sin poner demasiado de su parte. El resto, salvo Bacall y Gielgud, como queda dicho, es puro material de saldo.

(22-04-2022)


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102'

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Cita con la muerte - by , Apr 22, 2022
1 / 5 stars
Film artificioso, acartonado y vulgar