Pelicula:

Gastón Duprat (Bahía Blanca, 1969) y Mariano Cohn (Villa Ballester, 1975) son dos directores, productores y guionistas argentinos, fundadores en los años noventa de la productora Televisión Abierta. Casi siempre trabajan juntos, y lo han hecho indistintamente en cine y televisión. Suelen moverse en los terrenos de la comedia más o menos irónica, con títulos como El hombre de al lado (2009) y El ciudadano ilustre (2016), esta última quizá su película más conocida, ganadora de tres Premios Sur (el equivalente a los Goyas en el país de Cortázar), entre otros muchos galardones.

Competencia oficial es, de nuevo, una comedia irónica, ahora inscrita en el proceloso mundo del cine, en concreto en la lucha de egos de dos actores muy distintos. La acción transcurre en nuestros días, en España; en un prólogo vemos cómo el magnate Humberto Suárez, de 80 años, sueña con trascender más allá de los muchos millones que tiene; haciendo cábalas, se le ocurre que su nombre quedaría inmortalizado si produjera una gran película, y se pone a ello. Contrata a la exquisita aunque bastante extravagante directora Lola Cuevas, y a los actores Félix Rivero, estrella que ha triunfado en Hollywood, e Iván Torres, reputado actor mayormente de teatro y cine independiente. Empiezan los ensayos pero, como cabía esperar, los egos de los dos intérpretes (y los peculiares métodos para motivar de la directora) hacen que el período previo al comienzo del rodaje sea lo más parecido a un infierno...

La película se mueve en un terreno proceloso, el del “meta-cine”, eso que podríamos describir como “el cine habla de sí mismo”. Por supuesto, se han hecho muchas pelis con esa temática; recordar algunas como la canónica La noche americana (1973), de Truffaut, nos ayudaría a situarnos: son films con cine dentro del cine, en el que se nos habla del rodaje (o de sus preparativos, como es este caso) de una película. Por lo general suelen ser obras agradecidas, porque al público le gusta ver las interioridades de un rodaje, pero a veces, y nos tememos que estamos en uno de esos casos, se puede incurrir en el error de ser demasiado particular, de presentar al espectador aspectos que este no solo desconoce, sino que le importan una higa. Nos parece que ese puede ser el error de la por lo demás curiosa Competencia oficial, que gira en torno a los enfrentamientos, los enconos entre una pareja de egos tamaño XXL, dos actores de muy diversa laya: el triunfante en Hollywood, evidentemente inspirado en el propio Banderas que lo interpreta, aunque dándole un tono ególatra e inescrupuloso que el malagueño, afortunadamente, no tiene; y el actor exquisito, el maestro de las tablas teatrales, también basado muy libremente en el propio Oscar Martínez, aunque cargando las tintas hasta llegar a la caricatura.

Porque esa guerra de egos se adentra en terrenos impracticables para los espectadores, con exhibición de manías y de rituales típicos de este tipo de divos, aquí llevados al paroxismo, incluyendo rebuscadas “performances” en las que embaucan al resto del personal, pero también con los peculiares métodos tirando a estrafalarios (siendo benévolos...) de la directora, que pudiera estar libremente inspirada en un Pedro Almodóvar cambiado de sexo y con pelazo imposible, impresión que abonarían sus muy cuestionables métodos de motivación y la presencia al frente del reparto de Penélope y Banderas, ambos más que reconocidos intérpretes almodovarianos.

Así las cosas, Competencia oficial tiene una primera parte, mientras entramos en materia, que brilla solo intermitentemente en algunas de las situaciones que mueven a la sonrisa cómplice, casi siempre apoyándose en el “humor de opuestos”, para mejorar en la segunda, cuando ya entramos en el desenlace de esa guerra no declarada entre las dos “prima donna”, en la que la trama cobra velocidad y ya se embala hacia un final lógicamente irónico en todos los sentidos; también en el epílogo que completa el prólogo del empresario que quería ser inmortal...

Obra irregular entonces, es evidente que, aparte del sarcástico guion, que se aprecia muy trabajado (aunque, como decimos, quizá yerre el tiro con tanta extravagancia particular de los personajes), su mejor baza es el trío de intérpretes, desde un Antonio Banderas que parece hacer de sí mismo pero en modo Mr. Hyde, hasta Oscar Martínez, estupendo en su rol de maestro de las bambalinas con un tono entre envidioso y despectivo hacia el actor vendido al cine comercial, pasando por una Penélope Cruz muy propia en su papel de directora-autora. Eso sí, es una pena que una actriz de la valía de Irene Escolar esté aquí totalmente desaprovechada, en un personaje que tiene menos papel que el tópico de la criada que anuncia “el café está servido”, cuando es una de las grandes de la interpretación joven de nuestro país. Eso sí, si le han pagado a tanto el segundo de beso en los morros, se habrá hecho de oro...

(05-03-2022)


Género

Nacionalidad

Duración

114'

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Competencia oficial - by , Mar 05, 2022
2 / 5 stars
EGO te absolvo (o no...)