Tony Curtis y Jack Lemmon son, durante la Ley Seca, dos musicastros muertos de hambre que serán testigos muy a su pesar de un asesinato. Los criminales los perseguirán y los profesorcillos se camuflarán de mujeres en una orquesta de señoritas, donde Curtis se enamora de la vocalista del grupo, muy apropiadamente llamada Sugar (azúcar, nada menos...), una maciza Marilyn Monroe bordando su papel (repetido más de una vez, pero que siempre resultaba efectivo) de tonta buenorra.
Billy Wilder consigue con este Con faldas y a lo loco uno de sus títulos más característicos, una comedia en estado de gracia sobre el transformismo, los roles sexuales y el amor, una divertidísima película a la altura de sus mejores logros: El apartamento (1960), Uno, dos, tres (1961), La tentación vive arriba (1955), Primera plana (1974)...
El diálogo final, celebradamente, queda como la más deliciosa finta a los acostumbrados papeles de la sexualidad social. Además del trío protagonista, los antológicos Monroe, Curtis y Lemmon, destaca el secundario George Raft, con una larga y feraz filmografía llena de papeles a los que infundió una singular personalidad.
(25-08-2004)
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