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Billy Wilder es, qué duda cabe, uno de los grandes del cine clásico de Hollywood. Brilló en casi todos los géneros: melodrama de viejas glorias, con El crepúsculo de los dioses, bélico, con Traidor en el infierno, biopic, con El héroe solitario, cine negro, con Perdición, drama judicial, con Testigo de cargo, melodrama antialcohólico, con Días sin huella. Pero, sin embargo, en el género en el que más brilló, y en el que acabó especializándose, fue en la comedia, que él siempre trufó de acidez e ironía, cuando no de sarcasmo; en ese género estuvo casi siempre en plena forma; véanse, por ejemplo, títulos como La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, El apartamento, Uno, dos, tres y En bandeja de plata, entre otras.

La obra teatral The front page, original de Ben Hecht y Charles MacArthur, ha sido llevada al cine (cuando se escriben estas líneas) un total de cuatro veces: la primera fue de la mano de Lewis Milestone como director, con el título de El gran reportaje (1931); la segunda fue la magnífica Luna nueva (1940), con la que Howard Hawks mejoró la, por lo demás, interesante primera adaptación; Billy Wilder se puede decir que mantuvo el altísimo nivel con esta estupenda Primera plana; y la cuarta y última, por ahora, Interferencias (1988), con dirección del anodino Ted Kotcheff, adaptando la historia a la televisión en lugar de a la prensa, sería bastante inferior.

La acción transcurre a finales de los años veinte, en Chicago, poco antes del Gran Crack. Un pobre infeliz, encarcelado por pedir la liberación de Sacco y Vanzetti (dos famosos anarquistas ejecutados por aquel tiempo, acusados de crímenes que no cometieron), ha matado a un policía en una pugna en la que se pelearon por la pistola del guardia. Ha sido condenado a la pena capital; los periodistas de colmillo retorcido esperan en la sala de prensa cercana al lugar de la ejecución. Mientras, Hildy, el mejor periodista del Examiner, comunica a su jefe, el insoportable e incorregible Walter Burns, que se casa y se marcha a otra ciudad a dedicarse a otra profesión. Pero el director del periódico procurará hacer lo posible y lo imposible para que su reportero abandone semejante idea...

Lo curioso de la versión de Wilder es que, siendo un segundo remake, es fresco, lozano y perfectamente independiente de los otros dos, no aprovecha ideas de estos sino que parte “ex novo”, aunque la historia sea, esencialmente, la misma. Divertida, jocosa, es durísima con la prensa, en la que no deja títere con cabeza en cuanto a su única intención de apuntarse siempre el tanto, de buscar el titular que venda más, la historia más llamativa, aunque sea a costa de dejarse la profesionalidad por el camino.

Film también fuertemente liberal, Wilder hacía una dura denuncia de la corrupción de todas las administraciones públicas que aparecen: el Ayuntamiento, la Policía, el poder judicial... Todos se llevan su estopa correspondiente, funcionarios que deberían velar por el bienestar común pero solo lo hacen para el suyo propio.

Con diálogos chispeantes, marca de la casa (el guion era del propio Wilder y de su habitual colaborador, el gran I.A.L. Diamond), con un ritmo vertiginoso y una interpretación en estado de gracia por parte de Lemmon y Matthau, como siempre magníficos y con gran química, Primera plana fue, seguramente, la última gran película de Billy Wilder. Notable trabajo de los secundarios, con algunos realmente estupendos, como Vincent Gardenia, que hace un muy risible sheriff, pero también una estupenda Carol Burnett y ese gordo genial que lo hacía todo bien, Charles Durning.


Primera plana - by , Aug 30, 2018
4 / 5 stars
Denuncia entre sonrisas