CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Oficial del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2025. Disponible en Filmin por tiempo limitado]
Guillaume Giovanetti (Lyon, Francia, 1978) y Çagla Zencirci (Ankara, Turquía, 1976) son dos directores que siempre trabajan juntos, además de ser pareja en la vida real. Desde 2004 vienen desarrollando una interesante carrera dentro del cine independiente, primero en formato de cortometraje, después, a partir de 2012, a través de largometrajes, con historias extrañas, esquinadas, con frecuencia atravesadas por una evidente vocación humanista, también social, en un cine que podemos considerar sin fronteras, por su muy diversa ubicación geográfica y sociológica. En Noor exploran la historia de un hombre trans (de mujer a hombre) en un país, el Pakistán islámico, poco proclive a estas cuestiones; en Ningen se centran en el CEO de una empresa japonesa con la difícil misión de salvar la compañía; en Sibel nos hablan de una mujer sorda que se comunica con un lenguaje de silbidos (como el “silbo gomero”) en una remota región turca.
El cine de Giovanetti y Zencirci, entonces, es cualquier cosa menos previsible, también cualquier cosa menos estándar. Aquí, en Confidente, vuelven a plantear una historia peculiar. Se ambienta en Ankara, la capital de Turquía, en 1999, en el contexto del terremoto ocurrido en la zona de Izmit, que provocó la muerte de más de 17.000 personas y daños materiales por 23.000 millones de dólares. Además, provocó la llegada al poder del partido del aún hoy presidente turco, Erdogan.
En ese contexto se incardina una historia ficticia pero sugerente: conocemos a Sabiha, operadora en una “línea erótica”, un tipo de negocio que durante los años noventa fue muy popular, líneas a las que hombres calientes cual pipa de indio llamaban para mantener con mujeres conversaciones más o menos tórridas; una especie de “prostitución verbal”, para entendernos. Sabiha, con el alias de Arzu, tiene la costumbre de anotar las características de cada cliente, con el nombre ficticio que le dan, para, en posteriores llamadas, saber lo que les gusta y encaminarlos por esa senda. En una de esas conversaciones, cuando está hablando con un adolescente y se dispone a cortar a la vista de que éste es menor de edad, se produce el terrible terremoto que asoló al país aquel año. Aunque en Ankara, donde ella está, el sismo se siente pero no produce daños apreciables, en Avcilar, un barrio de Estambul, donde vive el chico con el que habla, las consecuencias han sido tremendas, cayéndose las casas sobre sus moradores. El adolescente, entonces, le pide ayuda, al haber quedado enterrado entre cascotes…
El cine que gira en torno a historias que se centran en una persona que mantiene conversaciones telefónicas con otras, evidentemente, tienen su origen en el célebre monólogo de Cocteau La voz humana, que el cine ha versionado muchas veces. En los últimos tiempos hemos visto algunos ejemplos de este tipo de narrativa cinematográfica, como la británica Locke, con Tom Hardy, la belga Víctima imperfecta, o la danesa The guilty. Confidente, como éstas, es también un “tour de force”, al mantener toda su historia en un único escenario, el local donde trabajan las operadores de esta “hotline”, y con muy pocos intérpretes, la protagonista y un par de compañeras, más el jefe, un tipo seboso que acosa a la protagonista, madre divorciada y con un hijo, que teme que su marido le quite la custodia del chico si se entera de su oficio. La acción avanza a través de las llamadas telefónicas recibidas o enviadas por la protagonista, con dos líneas de guion que confluirán pronto, la del adolescente aplastado bajo los escombros que pide ayuda a la operadora erótica, y la de cierto turbio asunto en el que está implicado un ambicioso fiscal, del que la prota escucha al fondo de una llamada su implicación con la mafia y su participación en una orgía con todos sus avíos.
El film, como decimos, bascula desde el planteamiento inicial de thriller, con el adolescente bajo los escombros y el dilema que se le plantea a la prota (que no puede avisar a su jefe, sabiendo que éste se negará a llamar a los servicios de emergencia, dada la peculiaridad de su “negocio”), para progresivamente convertirse en una acre denuncia sobre las altas esferas de la política (la turca, pero podría ser cualquiera…), con el descubrimiento de los manejos corruptos de un alto cargo de meteórica carrera, y cómo éste no se andará con escrúpulos cuando vea en peligro su trayectoria.
Pero además de esa denuncia hay un clarísimo planteamiento feminista, tanto más curioso dada la peculiar profesión de la prota; veremos entonces la denuncia del acoso al que la somete su jefe, sabedor de sus circunstancias personales para atraerla mediante un chantaje intolerable; pero también habrá un nítido mensaje en clave feminista en las palabras que la prota le dice al adolescente (que también tiene su esqueleto machista -casi literalmente…- en el armario) cuando, ya en marcha el salvamento del chico, ella se entera de la abyección que el chico ha perpetrado. Sabiha/Arzu, en un vibrante discurso como para enmarcar, juega entonces con una inteligente inversión de los roles de género, y le habla de todas las cosas que los hombres hacen a las mujeres pero que parecen normales, poniendo en masculino las sevicias a las que generalmente están sometidas ellas, para que el muchacho aprecie hasta qué punto lo que ha hecho (y que no se puede revelar aquí, lógicamente…) es una felonía sin nombre, que tendrá consecuencias permanentes. Pero hay una actitud didáctica, además de doliente: busca Sabiha, y tras ella los directores, una enseñanza más que un castigo o una reivindicación más o menos inútil; busca Sabiha, y los directores, educar a quien todavía está a tiempo de entender que hay conductas inadmisibles. Tremendo alegato éste, tan sensato, aunque seguramente es improbable que surgiera así, además tan bellamente hilado, en una situación tan compleja como ésta; pero da igual: los grandes discursos (cfr. el del pequeño barbero judío travestido de Hitler al final de El gran dictador, o la vibrante arenga de William Wallace en Braveheart) son grandes aunque sepamos que son improbables…
Hay cierta mirada costumbrista hacia la figura de la operadora de líneas calientes, muy poco frecuentada por el cine (a vuela pluma, solo recordamos aquel viejo film de Spike Lee, Girl 6). En realidad, algunos de esos hombres lo que buscaban era alguien que les escuchara y que pareciera que realmente estaban interesadas en su vida y sus cosas… en alguna medida esas mujeres jugaban el papel de confesoras, o psicólogas. Por supuesto, también habrá algunas llamadas con el correspondiente calentón del varón de turno, con las mil y una posibilidades que la ilimitada imaginación humana permite.
La peli parte de una premisa interesante, una “hotliner” a la que llama alguien en una situación de emergencia, y cómo esta, que no puede descubrir tal circunstancia, deberá buscar la forma de hacerlo sin llamar la atención. Cuando ello le suponga el dilema de tener que acceder a favores carnales a cambio de salvar la vida de un adolescente con la misma edad que su hijo, no habrá dudas en la dolorosa decisión a tomar.
Busca la película, y en buena medida lo consigue, transmitir al espectador la ansiedad de la prota escuchando al chico bajo los escombros, y las sucesivas escenas en las que, además de lidiar con ese problema sin poder contar con la ayuda consciente de nadie, tendrá que vérselas también con una trama de corrupción política que la supera.
Filmada casi siempre sobre el rostro de la protagonista, los frecuentes primeros planos incrementan el dramatismo, en una bien contada y urdida intriga, con el adecuado nivel de estrés creciente conforme se van complicando las cosas, aunque ciertamente la trama tiene algunos agujeros, seguramente inevitables… En concreto, la intriga relativa al fiscal resulta un tanto enrevesada, confusa, a veces casi ininteligible, resultando la parte final un tanto inconsistente, a pesar de lo cual nos parece que estamos ante una obra valiosa, sobre todo por su innovación narrativa y su mensaje nítidamente feminista, pero también por su denuncia en un país, Turquía, con un obvio déficit democrático y con una creciente marea islamista, con lo que ello supone para los derechos de las mujeres.
Buen trabajo de la protagonista, Saadet Aksoy, en un personaje complicado y que tiene que moverse en terrenos pantanosos, desde calentar al personal masculino que la llama en busca de un orgasmo rápido y morboso, hasta intentar salvar, contra toda esperanza, a un chico cabeza hueca enterrado entre escombros, además de salvar su propio pellejo de las torvas maniobras del político corrupto de turno.
(09-08-2025)
76'