C I N E E N P L A T A F O R M A S
ESTRENO EN FILMIN. Disponible también en Movistar+, Prime Video y Rakuten.
Es curioso que el título de la nueva peli de Cronenberg, Crímenes del futuro, sea exactamente el mismo del primer largometraje de ficción que rodara el cineasta canadiense, allá por 1970. Y es curioso porque teóricamente no tienen nada que ver una con la otra, aunque sí coinciden en la distopía como género en el que se inscriben ambas.
Cronenberg, no vamos a descubrirlo ahora, siempre ha sido un cineasta muy especial, por no decir extraño, interesado inicialmente en temáticas de terror (Vinieron de dentro de..., Cromosoma 3, Scanners, La mosca...), aunque después viró hacia asuntos dramáticos generalmente de corte psicológico, pero siempre con una impronta muy peculiar (Inseparables, M. Butterfly, Cosmópolis...).
La película se ambienta en un futuro indeterminado. Ese incierto mundo futuro se caracteriza por una serie de circunstancias que actualmente son casi inimaginables; así, por ejemplo, el dolor se ha erradicado por completo, y los seres humanos, en un extraño proceso evolutivo de la especie, está empezando a generar nuevos órganos, cuyas funciones aún no están claras; de hecho, se ha creado una llamada Oficina de Registro de Órganos (¡ay, el ser humano y su tendencia a la burocracia!) que tiene la misión de censar, inventariar, tabular todos esos “neo-órganos”. Conocemos entonces a una pareja, profesional y artística, aunque tiene también cierto grado de intimidad física, formada por Saul Tenser y Caprice. Ambos son un dúo de artistas cuyas “performances” consisten en intervenciones quirúrgicas que la mujer, con un sofisticado aparataje electrónico, practica sobre el hombre, en el transcurso de las cuales va extrayéndole los nuevos órganos que el varón va generando, en una suerte de puesta en escena (supuestamente) artística, con un público encantado de (y entregado a...) semejante espectáculo. Como el dolor se ha erradicado, las operaciones se realizan “a pelo”, sin anestesia ni ningún tipo de lenitivo analgésico. Por otro lado, una organización clandestina pretende modificar el ADN humano para que el problema de la incesante generación de basura plástica lo solucionemos nosotros mismos directamente y de la forma menos imaginable...
Cronenberg, con este su nuevo Crímenes del futuro, más que volver al paisaje dramático de su homónimo de hace cincuenta años, nos parece que se acerca más a los microcosmos creados en algunos de sus films más apreciados o, al menos, considerados más originales. Por un lado, las operaciones quirúrgicas del dúo artístico con la consiguiente extirpación de los “neo-órganos” entroncarían con el universo de pesadilla creado en Videodrome, con lo que entonces se llamó “la nueva carne”, la posible hibridación de células orgánicas y elementos tecnológicos en una amalgama inextricable. Por otro, la extraña excitación provocada por estas cirugías remiten, con su sujeto activo y su sujeto pasivo, con sus bisturíes como hirientes falos (ah, las “espadas como labios” que evocaba Vicente Aleixandre...), con sus heridas abiertas como palpitantes vulvas, a la excitación erótica de alto voltaje que experimentaban los protagonistas de Crash en sus premeditados choques de automóviles, una excitación que aquí llega a definirse como “la cirugía es el nuevo sexo”. No sería tampoco ocioso citar Inseparables y la profesión, cirujano, de los gemelos protagonistas.
Como es habitual en su cine, el director y guionista canadiense no plantea su film ni como denuncia de un posible futuro (que si así fuera, probablemente nadie querría llegar a él...), ni tampoco, desde luego, como un horizonte apetecible; su postura es más la del entomólogo que mira a sus criaturas y nos las presenta como lo que son, humanos con sus necesidades primarias sobradamente cubiertas que buscan nuevos modos de vivir, quizá de trascender, a partir del descubrimiento de la propia y desconcertante evolución biológica de sus cuerpos. Cronenberg nos habla aquí de los límites del ser humano: de su (in)capacidad para experimentar el dolor y lo que ello podría suponer de utilización de esa analgia, pero también sobre los límites del arte: la actuación quirúrgica sobre el cuerpo humano, bien interior, bien exterior, ¿puede llegar a ser una expresión artística?
Obra extrañísima, que no dejará indiferente y que, desde luego, es una apuesta arriesgada (pero en realidad, ¿cuál, de las pelis de Cronenberg, no lo es?), por supuesto debe quedar absolutamente vedada para estómagos delicados, pero también, desde otra perspectiva, para mentes unidireccionales. Estamos ante un audiovisual muy controvertido, ajeno a los convencionalismos del cine comercial, que, de no mediar sus estrellas (excelentes y arriesgados Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart, a los que hay que aplaudir por “atreverse” a hacer semejante película), podría ser perfectamente un film “underground”, una peli extramuros de la industria, de poco presupuesto y, probablemente, en el futuro, un film de culto.
(29-09-2022)
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