Aunque Baudelaire sostenía lo contrario, lo cierto es que no se puede ser sublime sin interrupción, y menos cuando tu carrera como director, como es el caso de George Cukor, abarca cincuenta y un años. Ello no quiere decir que Cruce de destinos sea una mala película: Cukor era incapaz de hacer mal cine, aunque quisiera, pero sí es cierto que este filme palidece al lado de obras mayores como Historias de Filadelfia (1940), La costilla de Adán (1949), Ha nacido una estrella (1954) o My fair lady (1964), por citar sólo algunas de las mejores películas de este director perito en cine de y con mujeres.
Cruce de destinos es un filme que combina aventuras, romanticismo e historia, ambientado en la convulsa (también ilusionada) India del año 1947, cuando el Reino Unido ya había dado su visto bueno a la descolonización, pero ésta aún no había empezado oficialmente. En ese contexto, los anglo-indios, hijos de británico e hindú, que tradicionalmente ocuparon cargos de relevancia en la gobernanza de la colonia, se sienten amenazados ante la llegada del nuevo poder, de los indios puros. Una de ellas, la protagonista, aparte de esa amenaza difusa, se siente escindida entre sus dos culturas, angustiada por pertenecer a las dos pero en realidad no ser de ninguna de ellas. Ello la impulsará a intentar ser acogida por la nueva sociedad, abrazando la fe sij y comprometiéndose a casar con un ilustre de esta religión, pero pronto se dará cuenta de su error…
Cruce de destinos no es una mala película, aunque es inferior claramente a otros empeños de Cukor. Quizá el problema esté en que al cineasta neoyorquino no se le daban demasiado bien las historias de aventuras y acción, y el filme tiene varias secuencias de ese corte. Sin embargo, cuando el tema se centra en el dilema de la protagonista, el filme toma vuelo y se entona. Película sobre el drama de los mestizos y su secular desubicación en la sociedad, por no sentirse parte de un pueblo sino de dos, Cruce de destinos resulta ser un interesante filme que además se ambienta en una época, la de la descolonización india, que no ha sido demasiado transitada por el cine, y que permite contemplar una visión de un país en trance de transformarse en Estado, cuando las distintas facciones pugnaban por gobernar el gigante que estaba a punto de nacer.
Una Ava Gardner treintañera seguía siendo un reclamo poderoso, y de hecho su presencia, como casi siempre en su cine, era magnética. Stewart Granger compone con sobriedad el papel que se le encomienda, un militar adusto pero secretamente enamorado de la bella.
110'