Pelicula:

Michael Curtiz, es evidente, tiene un lugar de honor en la Historia del Cine por haber sido el director de Casablanca (1942), película mítica donde las haya, una de esas que todo el mundo ha visto y que a todo el mundo gusta, un raro equilibrio entre cine popular, romántico y de intriga, en cuyo feliz resultado se puede decir que se alinearon los astros. Pero este cineasta de larguísima carrera (estuvo activo de 1912 a 1961), húngaro de nacimiento pero afincado en Estados Unidos a partir de 1926, tuvo otros muchos títulos relevantes, desde El capitán Blood (1935) a Robín de los Bosques (1938), pasando por Alma en suplicio (1945) o El trompetista (1950), entre otros.

Dodge, ciudad sin ley es otro de esos títulos de interés de Curtiz, un wéstern sobre la epopeya de la conquista del Oeste. La historia se ambienta en Kansas, en 1866, poco después de terminar la Guerra de Secesión entre la Unión y la Confederación, con victoria de la primera, como es sabido. En ese contexto, asistimos a una carrera informal entre una diligencia y el tren, con victoria de este último, metáfora del progreso que llega a esas tierras para quedarse. Conocemos después a Hatton, un vaquero que transporta ganado para su venta, quien tendrá un roce con un forajido llamado Sturrett, con el que se las verá a lo largo de toda la película. Hatton posteriormente guía una caravana hacia el Oeste, en el que protege a los nuevos colonos que hacia allá se dirigen, entre ellos a dos hermanos, una chica, Abbie, muy hermosa, y un chico imbécil con pistola y gusto por darle al whisky, mala combinación que termina cuando el tonto provoca una estampida y termina arrollado por las vacas; aunque es un accidente, Abbie responsabiliza a Hatton del hecho, porque este tuvo que defenderse cuando el imbécil le disparó. Llegados a su destino, asisten al nacimiento de una nueva ciudad, Dodge City, en la que están cifradas muchas esperanzas. Pero tan pronto como en 1872, los facinerosos se han hecho con la ciudad, e imponen su ley de tiroteos, latrocinios y ambiente perdulario.

Dodge, ciudad sin ley se caracteriza por su buen ritmo narrativo, en una historia amena, entretenida, sin digresiones, puro cine popular con buenos diálogos, acerados, con excelentes réplicas puestas sobre todo en boca del protagonista. Es un film donde todo es claro y evidente, donde no hay todavía las complejidades que las décadas posteriores fueron añadiendo al wéstern, haciéndolo más filosófico y existencial, haciéndolo crecer. En ese sentido, podríamos decir que la película forma parte todavía de la adolescencia del género, una adolescencia vigorosa y que auspicia el futuro esplendor del wéstern.

Como características curiosas, tiene la película una mirada positiva hacia los indios, una mirada en ese sentido muy temprana, cuando estos todavía eran, casi siempre, “los malos” de las películas del Oeste. Tiene también ciertos toques de humor, un poco a la manera del que trufaba John Ford sus wésterns. También llama la atención por el poderío de algunas escenas de acción, como la tumultuaria pelea en el “saloon”, realmente épica, rodada con un criterio “destroyer”, larguísima y muy bien montada, y también la escena final con el tren ardiendo, con una balacera entre buenos y malos mientras el vagón arde por los cuatro costados.

Hay buena química entre Olivia de Havilland y Errol Flynn, una pareja artística que coincidieron en nueve títulos, nada menos. Entre los secundarios nos quedamos con los villanos que componen Bruce Cabot y Victor Jory.

(26-02-2021)


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104'

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Dodge, ciudad sin ley - by , Feb 26, 2021
3 / 5 stars
La epopeya de la conquista del Oeste