En este caso no estamos ante un actor que se ha pasado a estar detrás de la cámara, sino de un director de fotografía, János Edelényi, que se ve apto para llevar a cabo una producción como director, tras hacer tres TV-movie y un corto, debutando con Prima Primavera (2009), y ahora nos ofrece su segundo largometraje, y a fe que ha conseguido un resultado bastante aceptable.
Dorottya es una joven actriz húngara, con un gran interés de poder actuar en Inglaterra. El legendario actor Sir Michael Gifford sufre la enfermedad de Parkinson desde hace bastante tiempo y desea que lo dejen tranquilo, recluido en su casa de campo lejos de su público, ocultando su mal estado actual. Cuando ella se convierte en su cuidadora espera que se cumpla su deseo.
Una comedia dramática interesante que trata sobre la vejez, la enfermedad, la juventud, en torno a esta ambiciosa chica que es contratada para cuidar al veterano y prestigioso actor, experto en representar obras de William Shakespeare en los escenarios, estando reconocido como el mejor en su especialidad, que está enfermo y no puede valerse por sí mismo y como persona es un gruñón, arisco e insoportable. Pese al rechazo inicial del actor, éste entabla amistad con la chica, con la que comparte el mismo amor por el teatro y por Shakespeare, que le ayudará a vivir de forma más intensa, aprendiendo lecciones vitales por ambas partes. Dorottya supera así la primera prueba en la casa y también al presentarse a una audición en el teatro.
La película, cuyo guion extrae del director algunas de sus experiencias familiares vividas, recuerda a otras que siguieron esquemas parecidos en una mezcla de comedia y tragedia, pero aquí la originalidad está en que se centra en un actor y el film resulta ser una auténtica reivindicación apasionada de este oficio de convertirse en otra persona mediante la actuación.
El protagonista, que en principio actúa como un auténtico cascarrabias, comportándose de manera prepotente, utilizando dentro de su conversación algunas frases aprendidas de las obras del famoso dramaturgo inglés como la cosa más natural del mundo, está muy bien retratado. La relación que se establece entre el actor y su cuidadora está bien escrita, porque ella es una gran admiradora de su talento a la hora de interpretar, pero a veces se enfrenta a él con personalidad.
A pesar de que el trasfondo es dramático la cinta posee buen humor en la transmisión del conocimiento y de la intolerancia inglesa que exige una pronunciación perfecta para actuar en el teatro o en el cine.
Ni que decir que destaca la portentosa actuación del actor escocés Brian Cox, arropado por cotizadas actrices de raza como Emilia Fox y Anna Chancellor y el descubrimiento de Coco König.
Un film delicioso y muy entretenido, con una notable banda sonora, que es un homenaje a los actores, al tiempo que trata sobre la superación de algunos obstáculos por parte de la juventud, el envejecimiento, la enfermedad y en definitiva la vida misma.
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