Un permanente plano subjetivo de los raíles vistos desde la perspectiva de la locomotora, una voz hipnótica (la del narrador, Max Von Sydow, con su impresionante tesitura de tenor, con su inglés aséptico), un murmullo de palabras, una cuenta atrás, un trance mesmérico. Es Europa, una de las películas que más fuertemente ha impactado en los últimos tiempos en nuestro continente, y cuya influencia, tanto temática como estilística, como visualmente, se puede apreciar ya en el cine que se está haciendo.
Europa es, simbólicamente, la Alemania de 1945-46, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, con bandas de nazis todavía campando por sus respetos en una ultrasecreta organización militar. Un joven americano de ascendencia alemana jugará un papel preeminente en esta sórdida organización, sin él saberlo, fascinado por una mujer, por una tierra, la de sus mayores, que resulta ser adictiva, que le inocula los humores telúricos tanto tiempo agazapados.
Los sucesos hodiernos con los jóvenes nazis "ossies" (habitantes de la antigua República Democrática Alemana) no son un hecho aislado: ¿ha parido de nuevo, como vaticinaba Bertold Brecht, la perra que alumbró a Hitler?
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