Jaume Balagueró se está perfilando como uno de los más claros valores del nuevo cine de terror español: debutó en el largometraje con la inquietante "Los sin nombre", quizá su película más redonda, donde conseguía crear, con escasos medios, una atmósfera malsana y morbosa que recordaba, evidentemente, el universo mohoso y primordial imaginado por Lovecraft y sus acólitos del Kalem Club. Con "Darkness" (ver crítica en CRITICALIA) no estuvo tan afortunado, aunque consiguió hacerse un hueco en las carteleras norteamericanas, gracias a un reparto cosmopolita. Esa misma jugada busca ahora con esta "Frágiles", un típico (que no tópico) terror victoriano, con esa isla de Wight permanentemente entre brumas, ese hospital de líneas clásicas y ligeramente torvas, ese segundo piso al que nadie quiere subir y al que todos parecen querer ignorar. A ese mundo convulso y angustiado llega una enfermera con su particular infierno, donde tendrá ocasión de redimirse a través de los niños enfermos a los que tiene que cuidar, y no sólo de sus males físicos, sino de otros preternaturales.
Lo mejor del filme, como ya es habitual en Balagueró, casi su marca de fábrica, es una atmósfera tenebrosa, no conseguida a base de sustos de poca monta (alguno hay, es cierto, como esa ominosa --aunque debiera ser evitable-- sombra que se cruza entre la cámara y un personaje de la película), sino como una gradación de tensión y miedo, dado en dosis cada vez mayores, hasta estallar en el clímax final, quizá excesivo, para mi gusto, mostrando demasiado a las claras lo que hasta entonces había sido mucho más efectivo en el plano de lo sugerido. Es el sino, según parece, del terror de nuestro tiempo, que necesita ser demasiado explícito, aunque es cierto que, hasta ese momento, el miedo en el espectador está conseguido por medios lícitos, nobles y sutiles.
Película sobre la necesidad de la redención, siempre y en cualquier lugar, pero también sobre temas tan duros como el dolor físico y su turbia relación con el masoquismo, es un paso adelante en una filmografía que va cobrando coherencia, con algún traspié (la citada "Darkness", o la prescindible, a fuer de encargo sin interés, "O.T. La película"), pero confirmando que, al menos en España, nadie consigue atmósferas de terror como este catalán de tenebrosa creatividad.
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