CINE EN SALAS
Hace unos días se dio a conocer un dato revelador sobre cómo está el tema de la originalidad, hoy en día, en el cine: las diez películas más taquilleras del año 2024, hasta ese momento (y ya queda apenas un mes del año), eran todas o bien segundas partes, o secuelas, o precuelas, o “spin-offs”, o cualquier otra forma en la que un film original ha propiciado otra u otras películas. Así, en esa lista de diez cintas con mayor recaudación (a nivel USA-Canadá, pero sirve para todo el mundo) estaban segundas partes como Del revés 2, Kung-Fu Panda 4 o Dune: Parte 2, pero también secuelas como Bitelchús, Bitelchús, o remakes como Twisters, o precuelas como Wicked. Se ponía el énfasis en la noticia en el hecho (lamentablemente) novedoso de que ninguna de esas diez pelis fueran realmente nuevas, sino que partían (hacia atrás, hacia adelante, o rehaciéndolas) de otras que sí fueron en su momento originales. Y es que hasta ahora, desde que hay registros fiables de taquilla, jamás las diez películas de mayor recaudación habían tenido esa particularidad de su falta de originalidad.
Esta Vaiana 2 forma parte ya también de esas diez películas más taquilleras, lo que nos hace preguntarnos: Originalidad, ¿dónde te fuiste? Si no hay nuevos veneros, aunque sean comerciales, ¿no estaremos siempre dándole vueltas a los mismos temas, a los mismos personajes? ¿No terminaremos hartándonos de ver siempre lo mismo? En Netflix (et alii...) se estarán frotando las manos...
La primitiva Vaiana (en su original Moana, viéndose obligada a cambiar de nombre en España –y otros países- por coincidir con una marca ya registrada), en 2016, recaudó en todo el mundo 686 millones de dólares (fuente: The-numbers.com), con lo que estaba cantado que Disney, actualmente es el más importante conglomerado audiovisual de Estados Unidos (ergo del mundo), volvería a ese venero más tarde o más temprano. Y aquí, efectivamente, está Vaiana 2, ambientada teóricamente tres años después de los hechos acontecidos en la primera parte, en la que vemos de nuevo a la protagonista, esa Vaiana que en los USA se llama Moana, quien, tras tener una visión de un antepasado mágico llamado Tautai Vasa, se ve impelida a acometer una misión en la que se enfrentará a un espíritu maligno llamado Nalo, que quiere dominar a todos los humanos, para lo que ha hundido una isla mágica llamada Montufetu, que Vaiana tendrá que sacar a flote para que Nalo no consiga sus propósitos; con algunos de sus amigos humanos y no humanos, y también más tarde con su también amigo el semidiós Maui, Vaiana se lanza a semejante aventura...
Lo cierto es que, argumentalmente, no se puede decir que Vaiana 2 sea tampoco un dechado de originalidad (ya que hablábamos de ella...). Sin ir más lejos, una humilde película irlandesa, El dragón de papá (2022), de la estupenda directora de “cartoons” Nora Twomey, planteaba hace dos años una historia no demasiado lejana a esta, en cuanto a lo de la isla hundida o que se hunde, a la que también tenían que poner a flote los protagonistas. Así que el argumento de Vaiana 2 no es precisamente muy original... Al margen de ello, lo cierto es que la película cumple razonablemente con lo que se le pide, hora y media larga de entretenimiento, con un dibujo digital de gran perfección, en el que movimientos faciales y corporales están muy conseguidos, y la sensación de tres dimensiones que proporciona la animación mediante CGI es ciertamente muy buena.
Las aventuras se van sucediendo, con algunos detalles cómicos, casi siempre proporcionados por los amigos animales de Vaiana y Maui, como el cerdito y el pollo (este especialmente es bastante gracioso), y lo cierto es que la peli cumple su función, aunque desde luego no aporte mayormente nada, más allá de la siempre consabida idea-fuerza tan típica de Disney, en este caso la necesidad de, siempre, intentarlo, aunque se pierda; hay quizá también un cierto elogio del llamado “pensamiento lateral”, el que permite afrontar cualquier problema mirándolo desde otro punto de vista, lo que puede facilitar la solución que, desde una visión más estandarizada, parece imposible.
Pero no hay mucho más, aparte de las amables aventuras del heterogéneo grupito comandado por Vaiana y con la ayuda inestimable de ese Maui cuya peculiaridad más curiosa son los tatuajes antropomórficos en su cuerpo que interactúan con él; a diferencia de la primera parte, en la que estos asumían un papel como de Pepito Grillo ante la sobradez del fatuo tipo en cuyo cuerpo estaban tatuados, aquí su función se reduce a algunos momentos de cierto humor, pero poco más.
Aquí se ha encomendado la dirección a tres personas sin experiencia en esa tarea, lo que parecía, cuando menos, un tanto arriesgado, máxime cuando se ha puesto en sus manos un presupuesto de 150 millones de dólares. David G. Derrick Jr. procede del campo del “storyboard”, habiendo trabajado en esa faceta para varios estudios, no solo para Disney, lo que evidencia que se trata de profesional bien valorado; Jason Hand, por su parte, procede del departamento de animación, en su caso siempre dentro de Disney, habiendo intervenido como tal en títulos reconocidos como Big Hero 6, Zootrópolis y Encanto; Dana Ledoux Miller, por último, procede del campo del guion, siendo el de este film original de ella, junto a Jared Bush. Quizá no haya sido buena idea haber prescindido de los cuatro directores (dos veteranos y dos más nuevos) que estuvieron a los mandos en la primitiva Vaiana, aunque, a la vista de los excelentes resultados en taquilla (en Estados Unidos-Canadá, en solo 10 días, ya ha recaudado casi 240 millones de dólares; fuente: The-numbers.com), parece que ese detalle, al final, no ha sido determinante, al menos desde el punto de vista del tirón popular.
Con esas cifras (y lo que te rondaré, teniendo en cuenta que está recién estrenada y que están por delante las vacaciones de Navidad, muy propicias para este tipo de productos), no sería nada de extrañar que, no tardando mucho, tengamos “Vaiana 3”...
(05-12-2024)
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