CINE EN SALAS
El éxito hace 8 años de Del revés (2016), quizá la ultima gran película de Pixar, hacía prever que, más tarde o más temprano, habría secuela. No es ningún desdoro, porque de la saga iniciada por Toy Story se han hecho ya tres continuaciones, a cual de ellas mejor, e incluso se prevé una cuarta para 2026. También habrá que decir dos cosas: una, que la secuela de aquel gran éxito quizá se haya acelerado en los últimos años tras los sucesivos fiascos en taquilla de sus últimas apuestas, como Soul, Luca, Lightyear y (en menor medida) Elemental, lo que ha hecho que en la Casa del Flexo se hayan puesto nerviosos y hayan pulsado su metafórico botón nuclear (que serían esta Del revés 2 y la futura Toy Story 5, por supuesto); y la segunda cosa que hay que decir es que, si hay una película que tenía a huevo, como decimos en mi tierra, una continuación de lo más lógica y plausible, esa era Del revés, que se cortaba justamente en la preadolescencia de la prota, Riley, al borde de la correspondiente explosión de hormonas que revolucionará su vida (y, ¡ay!, la de sus padres…) y, consecuentemente, con la aparición de otras emociones que serán tan importantes, o más, que las que la pequeña Riley tuvo en la primera parte.
Y es que si en aquella primera entrega esos sentimientos fueron Alegría (que llevaba la voz cantante), Tristeza, Ira, Miedo y Asco, ahora se irán incorporando las nuevas Ansiedad (que dará un golpe de estado que desalojará a Alegría del mando), Envidia, Vergüenza y Aburrimiento (ésta con un “asento fgancés” de lo más propio, digo de lo más “pgopio”). Así, el principio parece entroncar con la parte final de la primera parte, con su niñita preadolescente y sus padres volcados con ella, todos siendo perdices y comiendo felices (¿o era “del revés”?). Pero cuando el botón de la pubertad se encienda, coincidiendo con el viaje de Riley, junto a sus dos mejores amigas, a un campamento de hockey sobre hielo, deporte en el que nuestra prota es un hacha (un hacha en ciernes, se entiende…), todo se descontrolará: Ansiedad tomará el mando, desterrará a Alegría y las emociones viejunas a una especie de limbo dentro de la mente (o el alma, quizá) de Riley, y entonces las antiguas pulsiones de la cría habrán de tomar medidas para que la niña, ahora ya adolescente, no adopte decisiones de las que tenga que arrepentirse.
Diremos ya que, sin ser una mala película, que no lo es, Del revés 2 baja un tanto el nivel con respecto a su original, que era ciertamente estratosférica, quizá la última gran película de Pixar, a la altura de la saga de Toy Story, Buscando a Nemo, WALL-E y Up, con las que conforma un auténtico repóquer de ases. Porque aquella primera parte era un prodigio de gracia a la vez que de planteamientos filosóficos y morales, lo que demostraba un arrojo que rayaba en la temeridad: gastarse 175 millones de dólares (fuente: IMDb) en hacer aquel Del revés, con tales propuestas, fue ciertamente osado no, lo siguiente. Ahora ya vamos con la fórmula ensayada, a pesar de lo cual parece evidente que los críos de menos de 10 años pueden perderse fácilmente en este dédalo de aventuras en las que los personajes resultan ser algo tan etéreo como las emociones, no personitas, ni animalitos, ni cosas antropomorfizadas. Pero aquella gracia alada de la parte uno nos parece que aquí aparece solo a ráfagas, como en la divertida secuencia en la que nuestros protagonistas escapan de una especie de cárcel de emociones viejunas gracias a un héroe de anime japonés (muy apropiadamente dibujado con esos horribles mechones de pelo que parecen salchichas, o zorullos…), uno de los recuerdos de la Riley más pequeña, un héroe cuyo golpe más mortal es… enrollarse sobre sí mismo como un escarabajo pelotero y hacer lo que la pelota con los bolos, intentar derribarlos…
Hay quizá demasiados diálogos, aunque es cierto que, dada la evanescencia de los protas, hay que estar explicándolo todo para que los niños, sin que les haya llegado la adolescencia todavía, no se rindan al aburrimiento (con minúscula…).
¿Quiere eso decir que esta Del revés 2 es una mala película? Volvemos a decir que no: es divertida, muy agradable de ver, y sobre todo, hace gracia ver cómo los guionistas se las han apañado para escamotear emociones que, ejem, parece que no eran demasiado convenientes, como las relacionadas con el deseo sexual, que ya en esa edad, obviamente, empiezan a aparecer. El conjunto, ya lo decimos, resulta simpático, se pasa un buen rato con las trapisondas de este grupo de sentimientos encontrados (a veces las frases hechas tienen estas cosas..), y se alcanza una especie de síntesis apropiada, aquella que viene a decir que no somos buenos o malos, que en puridad somos un poco de todo: lejos del blanco diáfano y el negro tenebroso, casi todos nos movemos en una amplia gama de grises (bueno, menos personajes intrínsecamente malos, como Hitler, Stalin, Pol Pot o Charles Manson), y nuestra forma de comportarnos estribará en buena medida de nuestras experiencias, de nuestros sentimientos, de nuestros amores y amistades.
La película lo está petando en taquilla en todo el mundo, así que parece evidente que habrá una tercera parte, y quizá no tarden tanto como entre la primera y la segunda, porque está la cosa muy malita y hay que rentabilizar este filón que ha demostrado ser eso tan volátil de hacer cine sobre las emociones personificadas de los seres humanos, dado que, además, como hemos comentado, últimamente Pixar no da pie con bola en taquilla con sus nuevas propuestas. Eso sí, si en esta segunda parte se ha sorteado el tema del sexo… a ver cómo se las apañan cuando Riley llegue a ese tiempo del “tonteo” con chicos (o con chicas, of course): me pido (metafóricamente hablando) butaca con reposapiés y combo gigante de palomitas y cola, para imaginar los sudores fríos de esos guionistas…
Kelsey Mann, el director, procede de la feraz faceta de los animadores y artistas de “storyboard”; debuta en la dirección de largos con este film, lo cual no deja de ser (otra) temeridad, poner en manos de un principiante un presupuesto de 200 millones de dólares (fuente: IMDb); claro que Pixar le puso de “carabina” a Pete Docter, uno de los grandes de la casa, que lo controló todo desde la producción ejecutiva. En cualquier caso, Kelsey se ha graduado con nota, teniendo en cuenta el buen resultado artístico y el excelente en taquilla: ¡quién da más…!
(26-06-2024)
96'