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Estreno en Disney+.


La saga iniciada por Toy Story (1995) y continuada por Toy Story 2 (1999), Toy Story 3 (2010) y Toy Story 4 (2019) es, a nuestro parecer, la mejor de las series de películas de animación digital que se haya hecho nunca, habiendo otras sin duda estupendas, como las iniciadas con Shrek, Ice Age, Madagascar, Gru, mi villano favorito o Cómo entrenar a tu dragón, entre otras. Pero las aventuras del vaquero Woody, el astronauta Buzz Lightyear, la vaquera Jessie, la pastorcilla Bo Peep, el señor y la señora Patata, han conformado, a lo largo de esa tetralogía, una singularísima y extraordinaria demostración de talento por parte de sus autores, la gente de Pixar, con John Lasseter, su fundador, a la cabeza, aunque ahora este estudio forme parte ya también del poderoso conglomerado empresarial Disney.

Pues la Casa del Flexo (Pixar), con el apoyo de la Casa del Ratón (Disney), emprenden ahora la curiosa aventura de llevar a la pantalla la supuesta película que, allá por 1995, fecha del primer Toy Story, provocó que a Andy, el niño dueño de los juguetes, le regalaran un muñeco como el de la película, un Buzz Lightyear. Por tanto, aunque este film tiene una evidente relación con la saga de los juguetes, no se puede decir en puridad que sea un “spin off” ni tampoco una precuela, mucho menos una secuela. Viene esto a cuento porque hay quien ha dicho que aquí no se aprecia el tono de la saga, cuando nos parece evidente que no tienen mayormente que ver, tratándose de una historia independiente cuyo nexo de unión es solo el juguete que, por mor del inevitable aunque en este caso ficticio “merchandising”, le compraron a Andy en su infancia.

Aclarado el tema, adelantaremos ya que nos ha parecido que Lightyear mantiene perfectamente el tipo ante los otros films pixarianos. La historia se ambienta en un hipotético mundo en el que la tecnología está tan avanzada que permite los vuelos por el hiperespacio, a la velocidad de la luz. En ese contexto, conocemos a Buzz Lightyear, de profesión guardián espacial, y a su jefa, la comandante Alisha. Atrapados en un planeta con monstruos bastante mortíferos, Buzz intenta escapar con la nave principal, a la que llaman coloquialmente El rábano, pero un accidente hace que pierdan la capacidad de volar por el hiperespacio. Buzz se siente responsable de ello, considerando que ha fallado, y no ceja en llevar a cabo repetidos intentos para conseguir un combustible que les permita hacerlo. Pero cada vez que lo intenta, lo que para él son unos minutos, en el planeta donde están varados sus compañeros transcurren más de 4 años, al ir más lento el tiempo para él cuando vuela a velocidad de hiperespacio...

Aunque Lightyear no se corresponda con el universo Toy Story, es cierto que, como siempre ocurre en las pelis de Pixar, hay temas que exceden los habituales contenidos infantiles del dibujo animado, al menos del dibujo animado estereotipado que se considera dirigido a los (más o menos...) tiernos infantes. Así, en esta película es llamativa la persistencia de temas como la responsabilidad por los errores cometidos, el complejo de culpa, la autoflagelación por los fallos propios... todo ello en un contexto que no suele ser muy proclive a estos temas, un contexto infantil-juvenil en lo que predominan generalmente los tipos (y ahora también tipas) chiripitifláuticos que lo saben hacer todo bien, y que encima hasta son guapos (y guapas, sí...). Aquí, sin embargo, tanto el héroe, Buzz, que confiesa que cuando entró en la academia de los guardianes de la galaxia era un desastre ambulante, como la peculiar cuadrilla de petardos que le asisten, conforman un grupo que, desde luego, está lejos, muy lejos de la perfección: meten la pata constantemente, se equivocan más que parpadean, son una buena recua de patanes... como todos nosotros, viene a decir la película, no existen los seres perfectos que lo hacen todo bien, proclamando a boca llena la naturalidad, la normalización de la gente corriente que suele fallar más de lo que quisiera, porque la vida no tiene libro de instrucciones.

Angus MacLane, el director, ya tiene experiencia en el mundillo Lightyear, al haber rodado hace unos años un corto, Pequeño gran Buzz (2011), que giraba precisamente en torno a ese personaje. Procede del departamento de animación y de “storyboard” de Pixar, y allí se ha forjado en títulos tan justamente populares como Bichos, Toy Story 2, Buscando a Nemo o Los increíbles, por citar solo algunas de las grandes pelis de la Casa del Flexo. Como realizador codirigió Buscando a Dory, la entrañable secuela de la pececilla desmemoriada de Buscando a Nemo, y aquí revalida su título con una narración fluida y agradable, haciendo fácil el tema del distinto “tempo” del tiempo (si vale el casi trabalenguas) para Buzz y los que se quedaban en el planeta mortífero.

Aporta también la peli un villano la mar de interesante, que no desvelaremos so pena de incurrir en “spoiler”, pero que es sin duda todo un hallazgo, como comprobará el espectador cuando la vea, y que aporta una perspectiva sutilmente distinta a la conocida como “la paradoja del astronauta”.

La atención no decae un momento, entre la propia peripecia interior de Buzz con su complejo de culpa y los denodados esfuerzos que hace para intentar restablecer la “normalidad”, hasta que se da cuenta de que esa supuesta “normalidad”, con frecuencia, no es sino una falsa idealización de la vida, hacia la que tendemos mientras esa vida, esa existencia real, se nos escapa entre los dedos. MacLane se muestra como un cineasta solvente, como si tuviera todas las tablas que no tiene, un único largometraje en su haber y algunos cortos, pero, eso sí, una miríada de estupendas pelis de animación digital en las que aportó su talento desde áreas modestas pero imprescindibles.

Es una buena película esta Lightyear, a pesar de que las cifras de taquilla no estén acompañando, sobre todo porque el presupuesto manejado (200 millones de dólares, una brutalidad para un film de animación) parece de todo punto desmesurado. Sería una pena que su fracaso comercial agostara el filón de las pelis de las que surgieron los personajes de la saga de Toy Story, porque nos encantaría ver la que inspiró al “cowboy” Woody, por ejemplo, o a la vaquerita Jessie, y no digamos al tiranosaurio miedica tan apropiadamente llamado Rex...


Ah, y por supuesto, muy interesante que se introduzca en un film dirigido fundamentalmente a los niños, con toda naturalidad, el concepto de pareja homo, con la comandante Aliosha emparejada con otra mujer, una familia con todos sus avíos: hijo, nieta... Y, ya en otro contexto, el de los adorables animalitos imprescindibles en toda peli de animación, SOX, el gato-androide de Buzz, es sencillamente delicioso...

(21-06-2022)


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104'

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Lightyear - by , Aug 06, 2022
3 / 5 stars
Una adorable cuadrilla de petardos