Pelicula:

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Las películas ambientadas principalmente en el interior de un videojuego ya tienen una cierta tradición, desde la prehistórica Tron (1982), de Steven Lisberger, una auténtica adelantada a su tiempo, hasta la reciente Ready Player One (2018), de un Steven más famoso, Spielberg, pasando por, entre otras, la saga de las hermanas (entonces hermanos) Wachowski iniciada por Matrix (1999) y, en el terreno del “cartoon” digital, el díptico formado por las estupendas ¡Rompe Ralph! (2012) y Ralph rompe internet (2018). Queremos decir con estos ejemplos que hay ya un “corpus” más que apreciable sobre esta materia.

Free Guy se ambienta en nuestro tiempo (o quizá algo más adelante en el futuro, no queda demasiado claro, ni falta que hace...). Al comienzo vemos el mundo de Guy, un probo empleado bancario que todos los días se levanta, saluda al pececito en su pecera, se viste su ropa de todos los días, acude a la cafetería donde siempre pide el mismo café, y, ya en el banco, es atracado varias veces, como cada jornada. Pronto nos enteramos de que Guy es, realmente, un NPC (Non Playable Character), literalmente un “personaje no jugable”, un rol secundario, de los que se pueden eliminar traumáticamente sin problemas, en un videojuego de gran éxito, denominado Free City, en el que los jugadores, las personas físicas reales, pueden intervenir con sus avatares correspondientes y hacer mil y una tropelías virtuales, siempre en el terreno de la violencia física, con balaceras de todo tipo, explosiones, atropellos... en fin, todo aquello que, quizá no tan secretamente, a muchos de esos pobres diablos les gustaría hacer en la vida real pero, ¡ay!, o no se atreven por las previsibles consecuencias penales, o sencillamente no tienen redaños para ello. Pero Guy está obsesionado con una chica con la que fantasea y que cree será su media naranja, y ello empieza a procurarle una sutil perspectiva diferente de ese mundo que él creía inamovible; cuando un día encuentra a la chica con las formas del avatar de uno de los jugadores exteriores, sentirá que se enamora perdidamente, lo que acarreará toda una revolución en el videojuego...

Shawn Levy, el director y productor (junto a Ryan Reynolds, el protagonista) del film, es un cineasta canadiense (Montreal, 1968) de ya dilatada carrera, que ha desarrollado generalmente en los terrenos de la comedia, tanto en cine como en televisión. Es cierto que hasta hace relativamente poco sus audiovisuales, ora como director, ora como productor, o en ambas facetas (también gusta de aparecer ante las cámaras como actor, aunque generalmente en papeles secundarios o directamente cameos), eran más bien tirando a mediocres, comedietas muy comerciales pero sin mucha enjundia, como Noche en el museo (2006) y su secuela. Pero desde Acero puro (2011) Levy parece haberse puesto las pilas, haber madurado, y su filmografía desde entonces ya empieza a dar muestras de interés, como se puede apreciar en su participación como realizador en la serie de culto Stranger Things. Así las cosas, Free Guy nos parece su más interesante película hasta la fecha, combinando la comercialidad, como es evidente y consustancial a un producto como este, en la órbita de la Fox, con un mensaje crítico contra la hiperviolencia de los videojuegos (no de todos, obviamente: véase el entrañable Super Mario Bros, por ejemplo...) y contra esa brutal agresividad vicaria que desarrollan los jugadores a través de sus avatares en los mismos; tampoco se van de rositas los inalcanzables y endiosados “boss” de este tipo de productos, aquí con los rasgos de un Taika Waititi que hace un supervillano bastante sobreactuado, aunque es cierto que ello conviene a su personaje de tipo infecto, el “summum” de todas las maldades.

Filmada con notable ritmo narrativo, sin apenas baches, y con una agradable envoltura formal, muy espectacular, Free Guy resulta ser un competente producto de eso que hemos dado en llamar “cultura popular”, a la vez entretenido y con cierto mensaje nada desdeñable. Y es que se permite incluso tener algunos ramalazos filosóficos perfectamente imbricados en la trama, como en la escena en la que Guy le cuenta a su amigo del alma que ellos no son reales, y este le contesta, “para mí, esto es real”, que introduce un sutil pensamiento sobre lo que es realidad o fantasía, un quiebro audaz sobre lo tangible y lo intangible, sobre hasta qué punto la realidad es algo verificable con los cinco sentidos, o puede no serlo, puede existir por el mero hecho de ser enunciado, de ser imaginado; lo que nos lleva, por supuesto, a terrenos procelosos: Parménides, Santo Tomás... Ello por no hablar de la posibilidad de que un programa de inteligencia artificial sea capaz de ejercer el libre albedrío, lo que nos lleva directamente a la ciencia ficción metafísica... sí, por ejemplo, a 2001, una Odisea del Espacio (1968)...

Claro está que ni el director, Levy, ni los guionistas, Matt Lieberman y Zak Penn (este, por cierto, responsable como escritor de algunos sólidos productos del género fantástico en cine, tales como X-Men. La decisión final, Los vengadores o la mentada Ready Player One) pretendían hacer un tratado filosófico, y no lo es; pero esos sutiles toques que apuntan en tal dirección ennoblecen la trama, por lo demás llena de escenas de acción con una evidente clave de comedia que practica con frecuencia la autoironía, esa virtud tan escasa actualmente en el género.

Ryan Reynolds, el protagonista, está absolutamente entregado a su papel, hasta el punto de coproducir el film, como hemos comentado. Jodie Comer hace verosímil su doble papel de persona en la vida real (aceptemos esa convención, dada la precisión ontológica antedicha...) como en su avatar con “asento russo”. De Waititi ya hemos hablado de su (aquí adecuada) sobreactuación. A destacar el papelito de héroe chiquilicuatre que se marca Channing Tatum, que ni siquiera aparece acreditado, aunque su personaje es algo más que un cameo, y que nos permite echar unas risas al escuchar en su boca de tipo guay las expresiones que a su madre dirige el gordo pagafantas que lo maneja desde su ordenador queriendo ser quien no es ni será (ya que estamos con ontologías...).

Curiosidades: los nombres de los personajes del film son cualquier cosa menos aleatorios; así, el protagonista se llama Guy, que es nombre propio masculino pero también es nombre común que en español viene a ser “chico” o “tipo”. Los secundarios tienen nombres como Keys, en español “teclas”, quien muy apropiadamente es el informático que creó el programa que, una vez escamoteado por el villano, daría lugar a Free City; o Mouser, que podría ser “ratonero”, pero también alude al “mouse” o “ratón” con el que se maneja el ordenador, en lo que este personaje es también un virtuoso; y el amigo de Guy se llama Buddy, que es nombre propio, diminutivo de Bud, pero también “compañero” o “amigo” como nombre común... En fin, curiosidades que confirman que no han sido nombres escogidos al azar, otro detalle que ratifica que no estamos ante un rutinario producto comercial al uso, sin más, aunque también, por supuesto, busque los suculentos réditos de la taquilla, aquí un tanto capitidisminuidos por los efectos de la pandemia...

(31-08-2021)


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115'

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Free Guy - by , Jan 13, 2022
3 / 5 stars
“Para mí, esto es real...”