Pelicula:

La nueva película del controvertido Michael Haneke (recuérdense títulos como Funny games, en sus dos versiones, austríaca y norteamericana, así como Código desconocido y la sobrevalorada Caché) se anuncia como una indagación sobre los motivos que condujeron a la Gran Guerra, la que años después sería conocida con un ominoso numeral, Primera Guerra Mundial. Supuestamente, el microcosmos en el que se estudiarían esos motivos se sitúa en un pueblecito alemán, a mediados de la década de los años diez (si decimos los años veinte o treinta, ¿por qué no se dice los años diez?), cuando empiezan a suceder hechos extraños, como el sabotaje al médico para que (casi literalmente) se parta la crisma cuando vuelve a casa a caballo. A partir de ahí, en esa pequeña sociedad, trasunto de la Alemania de la preguerra, se suceden hechos trágicos, como la muerte de una segadora, o el crudelísimo castigo consecutivo a dos de los niños de la comunidad.


Teóricamente estos hechos vendrían a marcar, metafóricamente, los fundamentos que incubaron la Gran Guerra: en esencia, una inflexible educación en los valores absolutos, sin dar lugar a discrepancia alguna, conllevaría en la prole una postura radical y violenta que justificaría los gravísimos sucesos que acontecieron tras el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro, pistoletazo de salida de la Primera Guerra Mundial. Pero, en la realidad, lo cierto es que La cinta blanca es más una película sobre ciertos comportamientos extraños que se dan en una localidad de la Alemania profunda, donde el puritanismo externo está (como siempre) preñado de vicios y corrupciones internas.


Haneke plantea su película como si realmente estuviera filmada en la época, optando por el blanco y negro (aunque se rodó originalmente en color, para después proceder a su virado) y con gran meticulosidad en la reconstrucción del paisaje y del paisanaje. Es cierto que, salvo en algunas líneas argumentales, llama la atención la extrema frialdad de la historia, contada como por un científico que estudiara sus cobayas, lo que dificulta la empatía del espectador con la historia. Claro que ya se sabe que Haneke no es precisamente Renny Harlin, y se le da una higa lo que el público piense…


Así las cosas, La cinta blanca resulta ser un filme a ratos hipnótico, de narrativa clásica, rozando lo rancio (ese narrador…), a pesar de lo cual el conjunto funciona, aunque es cierto que su excesiva duración, casi dos horas y media, juega en su contra. No era necesario tanto tiempo para contar esta historia de vicios secretos y públicas virtudes, de arcanos innombrables y apariencias intachables, de predicadores que torturan psicológicamente a sus hijos y de médicos que son al tiempo felones y abnegados. Todas sus fechorías, y sus maldades, y sus perversiones, serán conocidas calladamente por los niños, que las reproducirán, a su escala, para perpetuarlas infinitamente.


Tiene la última película de Haneke un algo mesmérico, un aire de pesadilla, quizá como ese augurio, esa calma que precede a la tormenta, a esa Gran Guerra que acabó con la inocencia del ser humano y confirmó que los intereses económicos y políticos, como siempre, están muy por encima de la vida del Hombre.


No es La cinta blanca la gran película europea que su impecable palmarés parece reflejar (Palma de Oro en Cannes, Premios Europa, Globo de Oro, entre otros muchos galardones); es irregular y, con alguna frecuencia, prescindible. Pero anida en su interior, casi sin aparecer, un sordo ruido de muerte, un viento helado que presagia una hecatombe como los siglos no habían conocido. Y pensar que aún tendrían que padecer una aún mayor…



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Duración

144'

Año de producción

La cinta blanca - by , Aug 20, 2017
3 / 5 stars
Presagiar Sarajevo